“La pobreza no
existe” me dijo un amigo
después de haberle compartido una parte de mi trabajo. No tuvimos
tiempo de discutir este asunto, sin embargo después de oír estas
palabras, de inmediato me vino a la cabeza preguntas como ¿qué es
entonces la pobreza? ¿qué indicadores tomar en cuenta para
determinar si uno es pobre o no? Me vino también a la memoria
recuerdos de gente que conocí en Bolivia, Guatemala y en Filipinas.
Me
acuerdo perfectamente de usted doña Rosa, de cómo luchaba por sus
nietos, de cómo buscaba ganarse unos centavos caminando con
dificultad debido a la herida en uno de sus pies. Me acuerdo de las
noches que tuvo que pasar a la interperie, en esa casa a medio
destruir en medio del bosque, porque no tenía otro lugar donde ir.
Yo rogando para que no llueva, usted diciéndome “no se
preocupe seño, si llueve nos cubrimos con algunos nylones..”
Yo
preocupada por los niños, de cómo continuarían la escuela... de
cómo vivirían en medio de la oscuridad. Usted asegurándome que los
niños no faltarían a la escuela (y no faltaron) y que cuando está
oscuro es mejor meterse a dormir.
Me
acuerdo de su nieto Esvin, de sus ganas de aprender... de cómo,
cuando lo botamos de la Casa Cuarto Mundo porque no quería hacer sus
tareas, se quedó esperando hasta el final para decirnos “ahora
sí quiero estudiar seño...”,
me acuerdo de cómo se comía los maíces que usábamos para sumar y
restar; y de cómo se me hacía un nudo en la garganta pensando en
que seguramente ese día no había comido..... y de cómo poco a poco
su nieto Esvin aprendió a sumar y a restar y a leer y a escribir...
del brillo de sus ojos cuando por fin podía parafrasear algunos
cuentos.
Y me
acordé también de ti Jesica. Correteando por todos lados, con el
torso desnudo, conocida por todos como la más traviesa, la que no
escucha, la que no aprende... “makulit” te decían en tu
idioma...
Me
acuerdo de las veces que vinimos con libros y cómo éstos te
interesaban solo un minuto, después salías corriendo de nuevo a
buscar nuevas cosas por hacer... de cómo parecía interesarte más
el pedir dinero en la calle que aprender...
Con
el tiempo y poco a poco, te quedabas 5, 10, 15 y hasta media hora
sentada en la mesa! Quién podría creerlo!! con el tiempo aprendiste
a escribir las vocales y con el tiempo a escribir tu nombre y con el
tiempo … un día viniste y me regalaste un beso.... todo lo que yo
necesitaba para quedarme a tu lado y armarme de paciencia para
descubrir todas tus capacidades y talentos...
Me
acuerdo de ti Rowelson, vendiendo en las calles todos los días desde
las cinco de la mañana hasta las ocho de la noche, siempre
sonriendo, evitando que tu esposa trabaje porque hay niños pequeños
en la casa.... esa casa en la que cuando entramos no podíamos
ponernos de pie, era demasiado bajita para eso, esa casa a la que
llegábamos con mucho cuidado, era demasiado oscura... mucho más
cuando no había luz....
En
ustedes, y en tantos otros que conocí, pensé, cuando mi amigo dijo
que la pobreza no existía. ¿Quiénes son ustedes entonces? ¿Bajo
qué indicadores tendría yo que considerarlos? ¿Quiénes son
ustedes que cada día luchan por sus vidas, por la vida de sus hijos,
de sus nietos y de su comunidad? ¿Quiénes son ustedes que cada día
sufren desprecios, humillaciones por parte de las autoridades, de la
escuela y de sus vecinos debido a su situación? ¿Quiénes son
ustedes que no entran en la estadísticas del municipio, del estado,
porque carecen de documentos legales que pruebe su existencia?
¿Quiénes son ustedes a quienes se les ha negado todo acceso a sus
derechos fundamentales a pesar de que luchan por ellos a lo largo de
sus vidas?
A lo
mejor mi amigo tiene razón, a lo mejor ustedes no son pobres, no son
solo y simplemente eso. Ustedes viven a pesar de los indicadores,
trabajan a pesar de ellos y me enseñaron los valores más grandes:
solidaridad, confianza, respeto, trabajo, esfuerzo, constancia....
pero tal parece que todo esto no es suficiente para salir de la
situación en la que están atrapados... la sociedad sigue
señalándoles como pobres y como culpables de su situación.
Negar
la pobreza sería también negar su existencia y sobre todo su lucha
cotidiana por salir de ella.
Ustedes
existen, ustedes cuentan, ustedes todavía pueden inspirar luchas e
inspirar a otros para luchar con ustedes para que un día, como dice
mi amigo, la pobreza no exista.
Con toda mi admiración
Susana Huarachi Quispe
El Alto – Bolivia
Gracias Susi, un buen artículo... gracias por hacerme recordar lo valioso que son las vidas de las personas con las que día a día caminamos. Por recordarnos que no debemos olvidar sus luchas, sus sueños..
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