Daniel García
Madrid-España
Este
verano, tras unos años de ausencia, el Festival del Saber ha vuelto
a las calles de Madrid. Ha sido el colofón a un intenso año de
presencia en diferentes barrios marcados por la realidad de la
pobreza en Madrid a través de las Bibliotecas de Calle.Este tiempo
de Festival del Saber es una oportunidad para ir más allá de los
encuentros semanales en torno a los libros, la posibilidad de ir
hasta el final de un proyecto haciendo confluir nuestros talentos y
capacidades para ver qué es lo que somos capaces de construir juntos
entre quienes viven en estos barrios y otras personas, artistas,
profesionales y voluntarios, dispuestos a compartir lo que saben y
aprender también de otros.
La
propuesta del Festival giraba en torno a la recuperación, en
positivo, de la memoria colectiva de los barrios. Porque para
recordar los problemas y dificultades siempre hay gente dispuesta,
pero los pequeños y grandes esfuerzos que buscan el apoyo mutuo para
hacer posible una vida digna muchas veces caen en el olvido.
Para
mí, en concreto, este Festival fue la oportunidad para profundizar
en la relación con algunas de las personas que hemos ido conociendo
a lo largo de nuestra trayectoria en la Biblioteca de Calle del
distrito de Tetuán. Esto se ha dado de manera especial con dos
personas a las cuales cuanto más conozco más me maravillan, aunque
son de esas cuya valía es invisible para tantos y tantas, incluso
entre quienes les rodean. Sus historias merecen ser rescatadas de
este olvido.
"He
estado muerto muchos años, ellos han estado vivos".
Eso me decía J., un hombre gitano, cuando le preguntaba sobre la
historia de su barrio, un asentamiento de casas bajas levantadas hace
ya décadas por emigrantes de diferentes lugares de España. No
conozco su pasado, ni sé las causas que le han llevado a sentirse de
esta manera durante tanto tiempo. En seguida la imaginación se
dispara, y las opciones que aparecen son múltiples. Pero en el fondo
esos detalles no son importantes. Lo fundamental es que volvió de
esa muerte, que de nuevo está entre nosotros, y que quiere
compartir lo aprendido en ese tránsito con quién le quiera
escuchar. Sobre todo le preocupan los jóvenes que ve a su
alrededor: "las
cosas parecen ahora diferentes para el pueblo gitano, ahora ves
a unos y otros con móviles y esas cosas, pero ¿qué ha cambiado en
realidad? ¿Qué oportunidades, qué futuro tienen estos chavales
diferente al que yo tenía con su edad? Van al colegio, sí, pero no
aprenden allí, y aunque aprendan luego no les va a servir de nada,
porque el único trabajo que podrán hacer será el mismo que sus
padres, vender en mercadillos. ¿Para qué van a estudiar entonces?
¿Cómo van a encontrar motivación?"
M.A.
es madre de dos hijas, a las que trajo a participar en el Festival
del Saber pese a que tenían una caminata de 20 minutos andando hasta
donde hacíamos las actividades. Así fue también durante el curso
con la Biblioteca de Calle. Nos ve como una oportunidad para que sus
hijas aprendan, descubran cosas, disfruten de oportunidades de jugar
y crear como cualquier otra niña de su edad. Ella sueña con que sus
hijas puedan tener un futuro diferente, y se deja la vida en ello.
Cada tarde que tenemos oportunidad de hablar me cuenta sus
peregrinaciones por todos los dispositivos de ayuda para conseguir
cuadrar las cuentas a final de mes sin que les falte nada esencial,
los esfuerzos por conseguir hacerse con los libros del colegio pese a
no poder pagarlos, su inquietud y preocupación ante las dificultades
de aprendizaje que muestran en algunas ocasiones sus hijas... Pero lo
cuenta no como queja, ni para dar lástima, simplemente comparte su
caminar: sueña, cuida, ama...
Es
curioso descubrir, tras estos días volcados en recoger retazos de
historias pasadas, como las que más me conmueven son las que buscan
como sostener un horizonte de esperanza, las que dirigen su palabra y
su mirada a quienes vienen detrás de nosotros.
Así
son las historias de J. y M.A. Historias que sueñan una vida
posible en la que nadie quede al margen, de lado, muerto para la
sociedad. Historias que quieren construir un futuro que no repita los
errores del pasado.
Historias
en marcha.