lunes, 10 de noviembre de 2014

Hacer caer los muros que nos separan


Philippe Hamel
Francia 

Este año "celebramos" el 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín y la valentía de todos aquellos que lucharon y siguen luchando para reconstruir la fraternidad, la justicia, la democracia. Este aniversario es un estímulo para hacer caer todos aquellos muros que aún separan a las comunidades y países; muros que encierran a algunas poblaciones en el desprecio o las apartan de la vista de otros ciudadanos; pero sobre todo es un estímulo para dejar caer los muros que aún conservamos en nuestras mentes.

Cuando era niño, el muro que se me imponía era el estadio de fútbol. Por falta de dinero para pagar una entrada, teníamos que quedarnos detrás del estadio para ver los partidos a través de un agujero. Esta escena la he visto muy a menudo en varios países durante eventos culturales y deportivos.

A pesar de que el Muro de Berlín cayó, todavía restan cientos en todo el mundo. Todos sabemos de aquel que separa las dos Coreas, el que existe entre México y los Estados Unidos para luchar particularmente contra la inmigración ilegal. De igual forma están lo muros electrificados con alta tensión en los enclaves españoles en el norte de Marruecos para proteger la inmigración africana a Europa. También existe una "barrera de separación" entre Israel y Palestina, una valla tres veces más alta y dos veces más ancha que el Muro de Berlín.

El fotógrafo Gaël Turine dio a conocer otro muro muy poco conocido, aquel construido entre la India y Bangladesh. Es el muro más largo del mundo: 3.200 kilometros con un costo de 4 mil millones de dólares. 220.000 hombres se encargan de su supervisión. Este muro mata a un hombre cada cinco días desde hace diez años, según estadísticas oficiales. Entre ellos, muchos bangladesíes que quieren cruzar el muro para huir de la pobreza o los sucesivos desastres naturales.

Recientemente, el gobierno de Ucrania decidió construir un muro de 1920 km en la frontera con Rusia para evitar la infiltración de rebeldes rusos y separarse definitivamente de su hermano mayor.

Todos estos muros son construidos entre las naciones en conflicto, por los países que se creen superiores a los demás o que quieren poner fin así a la trata de seres humanos, drogas o contrabando, etc. Algunos muros pueden tener varias funciones: defenderse contra cualquier invasión física, ideológica o cultural; a veces evitar el paso de aquellos que 'ir más lejos" ir a un mundo "más libre". El Muro de Berlín fue uno de esos. Fue construido con sistemas sofisticados de monitoreo de 14.000 guardias. Cerca de 1.200 personas fueron asesinadas, 60.000 capturados y puestos en prisión y 5.000 cruzaron hacia el Oeste. En Alemania del Este le llamaban "el muro de la paz" (o "muro de protección antifascista") y el "muro de la vergüenza" en Alemania Occidental.

Están también todos esos muros que se erigen entre vecinos o comunidades que no logran entenderse y hablar, tal como los habitantes de un barrio suburbano en Francia que construyeron un muro para no ver más a las familias gitanas que vivían justo al lado. De igual forma los brasileños de una zona residencial que no quieren que los habitantes de la favela cercana pasen a través de su vecindario. Y todavía más radical la medida que toman las personas más ricas en los Estados Unidos o Europa, que se encierran a sí mismos en barrios de alta seguridad con muros y rejas para “tener paz”.

Existen también esos muros provisorios que se construyen rápidamente cuando un presidente es invitado a visitar un país amigo. Además de las redadas que envían a los niños de la calle y a los mendigos a cientos de kilómetros, se construyen vallas para ocultar algunos barrios marginales a lo largo de la ruta del visitante, como si estos lugares fueran una vergüenza para el país. ¿Pero vergüenza por qué?

Esta es una de las razones por las que Joseph Wresinski, fundador de ATD Cuarto Mundo, quiso que representantes de personas muy pobres de todo el mundo puedan dialogar con el Papa, en Roma, en 1989, ya que no pudieron encontrarle cuando él estuvo de visita en sus países de origen.
Finalmente, están todos esos muros de prejuicios que provoca que las personas muy pobres queden encerradas en la vergüenza, el desprecio o inutilidad. Algunas familias, expulsadas de todas partes, se esconden detrás de las paredes o en los edificios en construcción, protegiéndose de las miradas, para tener un poco de intimidad, a falta de tener un verdadero techo.

Durante mis primeros años como voluntario de ATD Cuarto Mundo, vivíamos en un barrio de realojamiento que “acogía” a una parte de la gente expulsada de los HLM1 de una gran ciudad en el este de Francia. Me las arreglé para convencer a algunas familias para que sus hijos vayan a la escuela de rugby que yo animaba en el otro extremo de la ciudad. Entonces descubrí que estas familias nunca habían “entrado” a la ciudad ubicada tan solo a 2 kms. Tenían miedo de perderse y los padres hacían creer a sus hijos que ese no era un lugar para ellos. ¡Esta gente no conocía más que su barrio!

A pesar de todo esto, hombres y mujeres en todo el mundo actúan para hacer caer esos muros que separan y dividen, e inventan otras maneras de vivir juntos. Recuerdo un espectáculo que organizamos en Quebec con varios artistas reconocido, el tema fue: "El derecho a la música para todos”. Cada quien, ya sea que vivía en la calle o en un “buen barrio”, pagó su entrada con anticipación según sus posibilidades. Durante el intermedio, los artistas se acercaron para tomar café con las personas que entraban por primera vez en su vida a un salón de espectáculos. Para estas personas aisladas, esta oportunidad sirvió como un 'click' que les permitió animarse a visitar a algunas asociaciones cercanas.

También pienso en los que están involucrados en las asociaciones de padres de familias, no sólo para defender los "intereses" de sus hijos que por lo general tienen éxito, sino también para permitir que los padres muy pobres puedan atreverse a venir escuela, conocer a los maestros, a la dirección y compartir sus ideas para el futuro de todos.

Además fui también parte de campañas de solidaridad, especialmente en Ruanda, para construir una casa para una familia sin techo. Lo que más me impresionó fue la manera en que estos proyectos fueron diseñados, lo primordial era renovar los vínculos entre la familia casi siempre aislada y toda la comunidad.

Por último, pienso en todos los que actúan en el anonimato con el fin alzar la voz de los más olvidados ya sea en su asociación, su sindicato, su iglesia, etc. y hacer caer estos muros de silencio detrás de los cuales muchas familias muy pobres están condenadas a callarse.



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 1HLM: Habitations à loyer modéré (viviendas de interés social)

martes, 4 de noviembre de 2014

Gestos de solidaridad: pistas de un futuro digno para todos



Un año más, la conmemoración del 17 de octubre, Jornada mundial por la erradicación de la pobreza, nos permitió juntarnos, motivados por la convicción de que si queremos ser capaces de construir sociedades justas, solidarias y en paz, tenemos que unirnos tomando en cuenta las fuerzas e inteligencia de todos.

Esta jornada nos invita especialmente cada año a descubrir a aquellos que viven en situaciones de pobreza como los principales actores con los que asociarse en esta lucha. Sin embargo, no es habitual que se tome en cuenta a estas personas para buscar soluciones a lo que viven o que se les escuche en los grandes eventos sobre solidaridad. Es una verdadera pena, porque en su día a día, entrelazando vida y actos concretos, ellas realizan gestos de reconocimiento y apoyo hacia otros en situaciones también muy difíciles, llenando de contenido la palabra esperanza y mostrando posibilidades de vida digna para todos.

Demasiadas veces ignorados e invisibles para el resto de la sociedad, estos gestos muestran mejor que todos nuestros discursos, que nadie es tan pobre que no tenga nada que dar y confirma que los primeros en sostener a otros que lo pasan mal por culpa de la pobreza son aquellos que la viven en carne propia.

Estos son algunos de estos actos de los que he sido testigo en los últimos meses. Los nombres son inventados, pero las historias son reales:


  • Gracias a Cándida, que le visita regularmente y está pendiente de él, Manuel pudo ser hospitalizado y ser tratado de urgencia como consecuencia de un paro cardiaco. Ambos viven en chabolas, en una gran precariedad, apartados de la ciudad. Si no es por Cándida, Manuel no hubiera sobrevivido.
  • Miguel apoyó a María y a sus hijos durante una temporada muy dura para ella en la que su marido estaba en la cárcel y ella fue desahuciada del piso en el que vivían. Miguel la apoyó, entre otras cosas, a encontrar una casa en la que poder entrar a vivir para no quedarse en la calle.
  • La señora Marisa acogió a su hijo en su piso de realojo durante varios meses para que él y su mujer pudieran recibir en mejores condiciones a su bebé recién nacido, ya que en ese momento estaban viviendo en un camión, en una zona industrial a las afueras de la ciudad. Al mismo tiempo, la señora Marisa acoge y cría a tres nietos ante la situación de vida difícil de varios de sus hijos.
  • Un grupo de señoras de clanes enfrentados, superan sus diferencias y se reúnen una vez a la semana para elaborar jabones juntas. Además de generar recursos propios, demuestran que es posible ir más allá de sus conflictos y potenciar una economía de paz en un barrio secuestrado por el tráfico de drogas.
  • Ana María conoce a sus compañeros de albergue en el que viven muchas personas en situación de abandono. Ella sabe que tienen cosas importantes que aportar, por lo que cada vez que se acercan encuentros y reuniones del Movimiento Cuarto Mundo lleva varias cartas de preparación y les pregunta, anota sus respuestas y se las entrega al equipo para que su saber sea tomado en cuenta.
  • Alfredo sabe que Ramón ha tenido un conflicto que le impide participar en una asociación. En vez de desentenderse, Alfredo se implica y motiva a otros responsables de dicha asociación para que hablen con Ramón, entiendan la raíz del problema y encuentren juntos una solución.
  • Concepción ha sacado a su hermana pequeña del basurero en el que vivía, acogiéndola, ofreciéndole un lugar en el que vivir y ayudándola a salir de la droga.
  • Antonio es un jubilado que acaba de salir de la cárcel. Estaba cobrando una pensión no contributiva que recibía en el Banco de prisiones y a la que había dejado de tener acceso. José le está acompañando a diferentes citas en Servicios sociales para que pueda arreglar su situación administrativa y pueda seguir accediendo a su pensión.
  • Ernesto acoge en su casa a Eva después de que ella se hubiera quedado a la intemperie tras una pelea con su familia. Ernesto ha vivido una temporada en la calle y consciente de los riesgos, se aprieta en su nueva casa para encargarse de Eva como si fuera su padre.
Álvaro Iniesta Pérez, 3 de noviembre de 2014

“NO DEJAR DE LADO A NADIE”


Diego Sánchez Sánchez
La Paz - Bolivia



Ahora en Bolivia estamos tomándonos el tiempo y las energías para intentar iniciar una actividad significativa con los jóvenes de uno de los barrios alejados y más pobres de El Alto, como es Senkata. Ahí vamos a la búsqueda de muchachos y muchachas que cuando eran más pequeños formaban parte de nuestras Bibliotecas de Calle o de nuestras Salas de Lectura y Bienestar, pero que ahora ya son adolescentes.

Antes de proponer cualquier actividad “recreativa” que los “aleje del alcohol y las pandillas”, queremos construir con ellos mismos un espacio que los haga sentir libres para soñar y libres de comprometerse. Es en esta realidad donde encontramos a Fabiola, una adolescente de 14 años, que además de vivir en pobreza es sordo-muda. Ella ya no va a clases hace dos años porque una escuela especial para estas personas es muy cara para su familia. Sin embargo todo ello no le impide a Faby querer ser parte de “algo”, de un grupo de amigos, aunque encuentre en su comunidad muy pocas personas que la entienden cuando ella habla con las manos.

Tuvimos un paseo por el campo con Faby y otra joven que participa en nuestro proyecto. Ha sido una salida muy relajante. En el camino Faby se detenía a recolectar plantas de varios tipos para que las oliésemos. El camino estaba lleno de flores y Faby se maravillaba y nos maravillaba por la manera en la que daba rienda suelta a sus sentidos.

Nosotros los animadores estábamos concentrados en nuestras conversaciones pero Faby lograba percatarse de todo un mundo que nosotros pasamos por alto. Un mundo de aromas, de brisa en la piel de pájaros haciendo nidos en los cerros.

La otra joven que participó de esta actividad es su amiga y logra traducirnos un poco de lo que Faby quiere que entendamos. Como su amiga, hay pocas personas, además de su familia, con las que Faby puede comunicarse y pienso que ese mundo es muy cruel para alguien como ella, un mundo que más allá de la situación de pobreza, la rechaza o no se toma el tiempo para entenderla y decide simplemente no tomarla en cuenta.

Todo lo que vivimos con Faby y con los jóvenes me hace pensar mucho en el tema para este año del 17 de octubre , Día Internacional para laErradicación de la Pobreza Extrema, que habla precisamente de “No dejar de lado a nadie”.

¿Qué tal si en lugar de hacer una actividad que guste o entretenga a la mayoría de los jóvenes, nos damos la tarea de aprender un lenguaje básico de señas para permitir que Faby pueda ser parte de lo que hacemos?

Así, el éxito de los esfuerzos de una comunidad podría ser el permitir que alguien como Fabiola pueda ser parte activa de lo que hacen día a día.

Fabiola, es tan solo un rostro de muchas personas que dejamos de lado solamente porque no hay tiempo de comunicarnos con ellas. Dejar de lado a alguien es no crear las condiciones necesarias para que una persona haga uso pleno de su derecho de ser parte de una comunidad: “comunicarse con los demás”.