Philippe Hamel
Francia
Este año "celebramos" el 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín y la valentía de todos aquellos que lucharon y siguen luchando para reconstruir la fraternidad, la justicia, la democracia. Este aniversario es un estímulo para hacer caer todos aquellos muros que aún separan a las comunidades y países; muros que encierran a algunas poblaciones en el desprecio o las apartan de la vista de otros ciudadanos; pero sobre todo es un estímulo para dejar caer los muros que aún conservamos en nuestras mentes.
Cuando
era niño, el
muro que se me imponía era el
estadio de fútbol. Por
falta de dinero para pagar una entrada, teníamos que quedarnos
detrás del estadio para ver los partidos a través de un agujero.
Esta escena la
he visto muy a menudo
en varios países durante
eventos culturales y deportivos.
A
pesar de que el Muro
de Berlín cayó, todavía
restan
cientos en
todo el mundo. Todos
sabemos de aquel que separa las
dos Coreas, el
que existe entre México y los Estados Unidos para luchar
particularmente
contra la inmigración ilegal. De
igual forma están lo muros electrificados
con alta tensión en los enclaves españoles en el norte de Marruecos
para proteger la inmigración africana a Europa. También existe una
"barrera de separación" entre Israel y Palestina, una
valla
tres veces más alta y dos veces más
ancha
que
el Muro de Berlín.
El
fotógrafo Gaël
Turine dio
a conocer otro muro muy poco
conocido, aquel
construido
entre la India
y Bangladesh.
Es el muro más
largo
del mundo: 3.200 kilometros con
un costo de 4
mil millones
de dólares.
220.000 hombres se encargan
de
su supervisión. Este
muro mata a un
hombre
cada cinco días desde
hace
diez años, según estadísticas oficiales. Entre ellos, muchos
bangladesíes que quieren cruzar el muro para huir
de la pobreza o los sucesivos
desastres
naturales.
Recientemente,
el gobierno de
Ucrania decidió
construir un muro de 1920 km en
la frontera con
Rusia para
evitar la infiltración de rebeldes rusos y separarse
definitivamente de su hermano mayor.
Todos
estos muros son
construidos
entre las naciones en conflicto, por los países que se creen
superiores a los demás o que quieren poner
fin así
a
la trata de
seres
humanos, drogas o contrabando, etc. Algunos
muros
pueden tener varias funciones: defenderse contra cualquier invasión
física, ideológica o cultural; a
veces evitar
el paso de aquellos que 'ir
más lejos"
ir a un mundo "más libre". El Muro de Berlín fue uno de
esos. Fue construido con sistemas sofisticados
de
monitoreo de 14.000 guardias. Cerca de 1.200 personas fueron
asesinadas,
60.000 capturados y puestos en prisión y 5.000 cruzaron
hacia el Oeste.
En Alemania del Este le
llamaban
"el muro de la paz" (o "muro de protección
antifascista") y el "muro de la vergüenza" en
Alemania Occidental.
Están
también todos
esos muros que se erigen entre vecinos o
comunidades que
no logran
entenderse
y hablar, tal
como
los habitantes de un
barrio
suburbano
en Francia que construyeron un muro para no
ver más a
las familias
gitanas que
vivían justo al
lado. De igual
forma los
brasileños de
una zona residencial que no
quieren que
los habitantes de la favela cercana pasen
a través de
su vecindario. Y
todavía más
radical la
medida que toman las personas más ricas en
los Estados Unidos o Europa, que se
encierran a sí mismos en
barrios de
alta seguridad con muros y rejas para “tener paz”.
Existen
también esos
muros provisorios
que se
construyen rápidamente
cuando un presidente es invitado a visitar un país amigo.
Además de las redadas que envían a
los niños de
la calle y a
los mendigos a
cientos de kilómetros, se
construyen
vallas para
ocultar
algunos barrios marginales a lo largo de la ruta del
visitante,
como si estos lugares fueran
una vergüenza para el país. ¿Pero
vergüenza por
qué?
Esta es una de las razones por las que Joseph Wresinski, fundador de ATD Cuarto Mundo, quiso que representantes de personas muy pobres de todo el mundo puedan dialogar con el Papa, en Roma, en 1989, ya que no pudieron encontrarle cuando él estuvo de visita en sus países de origen.
Finalmente,
están todos
esos muros de prejuicios que
provoca que las
personas muy
pobres queden
encerradas en la vergüenza,
el desprecio o inutilidad. Algunas familias, expulsadas de todas
partes, se
esconden
detrás de las paredes o en los edificios en construcción,
protegiéndose
de las miradas,
para tener un poco de intimidad, a
falta de tener un verdadero techo.
Durante
mis primeros años como voluntario
de ATD Cuarto Mundo, vivíamos en un barrio
de realojamiento
que “acogía”
a una parte de
la gente expulsada de los HLM1
de una gran ciudad en el este de Francia.
Me las arreglé para convencer a algunas familias para que sus hijos
vayan
a la escuela de rugby que
yo animaba en
el otro extremo de la ciudad. Entonces
descubrí que
estas familias
nunca habían “entrado” a
la ciudad ubicada
tan solo a 2
kms. Tenían miedo de perderse
y los padres
hacían creer
a sus hijos que ese no era un lugar para ellos. ¡Esta gente no
conocía más que su barrio!
A
pesar de todo esto, hombres y mujeres en
todo el mundo actúan
para hacer caer
esos muros que separan
y dividen, e
inventan otras
maneras de vivir juntos. Recuerdo
un espectáculo que organizamos en Quebec con varios artistas
reconocido, el
tema fue: "El
derecho a la música para todos”.
Cada quien, ya
sea que vivía
en la calle o en un “buen barrio”, pagó su entrada con
anticipación según sus posibilidades. Durante el intermedio, los
artistas se acercaron para tomar café con las personas que entraban
por primera vez en su vida a un salón de espectáculos. Para estas
personas aisladas, esta oportunidad sirvió como un 'click' que les
permitió animarse a visitar a algunas asociaciones cercanas.
También
pienso en los que están involucrados en las asociaciones de padres
de familias,
no sólo para
defender los "intereses" de sus hijos que
por lo general
tienen éxito,
sino también para permitir que los padres muy pobres puedan
atreverse a venir escuela, conocer a los maestros, a
la dirección y
compartir sus ideas para el futuro de todos.
Además
fui también
parte de
campañas de
solidaridad, especialmente en Ruanda, para construir una casa para
una familia sin techo.
Lo que más me
impresionó fue la
manera en que
estos
proyectos fueron
diseñados, lo
primordial era
renovar
los vínculos
entre la familia casi
siempre
aislada y toda la comunidad.
Por
último, pienso
en todos los
que actúan en
el anonimato
con el fin alzar
la voz de los más
olvidados ya
sea en su
asociación, su sindicato,
su iglesia, etc.
y hacer caer
estos muros de
silencio detrás de los
cuales muchas
familias muy pobres están condenadas
a callarse.
___________________
1HLM:
Habitations à loyer modéré (viviendas de interés social)
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