lunes, 26 de agosto de 2013

Una estructura social de unos al servicio de otros

Diego Sánchez
La Paz - Bolivia

En una ocasión me encontraba conversando con una persona que vende lotes de una nueva urbanización en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Ella me expresó su punto de vista sobre cómo está estructurada nuestra sociedad “Los pobres y los ricos tienen que existir, porque siempre tiene que haber en la sociedad alguien que cumpla las funciones de servicio a otros”.

Luego de mucho tiempo recién me acordé de esa expresión y me di cuenta que en realidad es así como se ha estado percibiendo a los roles que cada ciudadano cumple dentro de nuestra sociedad. Lo que es más grave aún es que se cree rotundamente que la manera de nuestra organización está bien y que debe continuar de esa manera, porque si no ¿Quién va a ocupar los puestos de trabajo de servicio, puestos de trabajo humildes que no lo haría cualquiera, mucho menos personas que se encuentran en situaciones económicas bien acomodadas?

Por ejemplo en Bolivia, imagino que en muchos países también, se han ido clasificando a los trabajos de acuerdo a las personas, o viceversa. Se piensa que es demasiado degradante que una persona que tiene los estudios necesarios para triunfar en la vida pueda estar desempeñando labores que según nuestra visión lo debe ocupar personas que han tenido menos estudios. Posiblemente en otras partes del mundo este aspecto haya cambiado un poco debido a la crisis económica propia de nuestra época.

Cuando dejamos de calificar a las personas según su modo de ganarse la vida y la de su familia y comprendamos al fin que son personas al igual que cualquier otra, que son portadores de un conocimiento, entonces realmente podremos comprender que una nueva estructura social es posible, una sociedad que necesita de cada una de nuestras competencias, pero no para ocupar posiciones propias de una clase social.

El camino puede ser muy largo y muy a contra corriente ¡claro! si el mundo nos ha vendido esta idea de sociedad, donde algunos están al servicio del otro, donde los otros justifican su posición de acuerdo a sus estudios o peor aún a su procedencia y pertenencia a una rica historia familiar.

Sin embargo hay una sociedad, que es la que han estado practicando las personas sumidas en miseria, ellas han practicado por años, muchos años, una comunidad donde uno vela por el otro, donde no importa el trabajo que desempeñe, sabe que ese trabajo lo dignifica, porque escuche decir por ahí “No solo hay trabajo digno, hay dignidad en el trabajo”. Ese tipo de comunidad que a pesar de sus carencias económicas, educativas, de salud o demás, han mostrado ante la sociedad una forma de vida polémica para muchos, pero necesaria para todos. 

No se trata de miserabilizar al mundo, se trata de dignificar la pobreza, de encontrar valor real en la lucha de quienes la viven día a día.

LA CULTURA COMO MOTOR DEL DESARROLLO

Max Araujo
Guatemala ciudad

Una de de las principales preocupaciones de quienes trabajamos en las áreas de desarrollo social es la de cómo combatir la extrema pobreza, la exclusión, el racismo y la violencia, entre otros males, de ahí que, quienes también trabajamos en el área de cultura y de su patrimonio, hemos asumido que la cultura es un motor del desarrollo integral, por lo que es un mecanismo eficaz para combatir los males antes indicados, y para ello pongo como ejemplo el caso de Guatemala, mi país, para que los lectores de este blog conozcan más sobre el tema.

Guatemala es un país hermoso y extraordinario, situado en el medio de América, en una posición geográfica envidiable, que cuenta con diversos patrimonios, entre ellos tres: el humano, el natural y el cultural. Esa diversidad se considere como una de sus principales riquezas. El capital humano está constituido por personas que pertenecen a uno de los cuatro pueblos que forman el país y a una de sus 25 etnias legalmente reconocidas. La mayoría de estas personas son menores de 35 años. El capital natural se manifiesta en una rica, abundante y diversa naturaleza, con una fauna y flora que es especial, y con una geografía irregular que genera distintos climas y con ellos diversos ecosistemas. Se considera a Guatemala como a uno de los 15 países del mundo mega diversos.

El capital cultural se manifiesta en un extraordinario patrimonio material e inmaterial. El primero representado por construcciones y objetos de los tres grandes periodos de su historia: prehispánico, colonial y republicano. Sobresalen construcciones como Tikal, Quirigua y las de La Antigua Guatemala, que fueron declaradas como patrimonio de la humanidad, así como una variedad de estelas y de objetos que se encuentran en Museos Nacionales y del mundo. El segundo por sus expresiones artísticas, de las que tenemos reconocidos exponentes, como Miguel Angel Asturias, Augusto Monterroso, Luis Cardoza y Aragón, Carlos Mérida, Ricardo Arjona, Gaby Moreno, (cada uno en sus respectivas áreas) entre un listado extenso, y por las expresiones culturales tradicionales, y los conocimientos ancestrales. Sus artesanías son valoradas en todo el mundo, entre ellas sus trajes de múltiples colores. La Semana Santa es un acontecimiento de fama mundial.

Hoy día se afirma que Guatemala es multicultural, multiétnica y multilingüe. Multicultural por la cantidad de expresiones culturales que se tienen y que se desarrollan constantemente. Cada uno de los cuatro pueblos del país cuenta con expresiones culturales propias y con una cosmovisión que le dan su identidad. Multiétnica por las 25 etnias que la componen: 22 de origen maya, una garifuna, una xinca y una mestiza o ladina. Multilingüe por los 25 idiomas que se hablan en el territorio nacional y que coinciden con la diversidad étnica, aunque es el español la lengua común.

Lamentablemente el país tiene uno de los índices de desarrollo humano más bajos del planeta, lo que hace que tengamos carencias notorias en vivienda, salud, educación, trabajo y vivienda, con una alta tasa de desnutrición, de violencia, de crimen, con problemas de racismo y de exclusión, casi un sesenta por ciento de su población vive en pobreza y de estos un diecisiete por ciento en extrema pobreza, en su mayoría de los pueblos indígenas, y en las áreas marginales de los centros urbanos. La mayoría de la población es joven, con alto índice de desempleo. Las mujeres aún se encuentran en desigualdad y con problemas de machismo y de exclusión. La lista de males es extensa.

Según estudios realizados la cultura de Guatemala, representada por esa diversidad expresiones culturales, materiales e inmateriales, antes descritas, le aportan a su PIB un porcentaje que se cuantifica por sus industrias y empresas culturales y creativas legalmente inscritas, según un estudio patrocinado por el BID en el año 2006, en un 7.2 por ciento, sin embargo a esta estimación se le debe agregar lo que aportan las actividades y empresas de la economía informal o sombra, ligada a expresiones culturales tradicionales, fiestas patronales, ciclos culturales como la cuaresma y la navidad o de sus artesanías, entre otros, mas lo que genera el llamado turismo cultural con sus empresas conexas de transporte, alojamiento, alimentación y de diversión, por lo que probablemente se pueda indicar que la cultura genera entre el 15 y el 20 por ciento del PIB.

Sin embargo la cultura como motor del desarrollo es más que su lado económico ya que genera además identidad y autoestima individual y colectiva, así como cohesión social y de inclusión, tanto las personas como en los grupos que pertenecen a cada uno de los pueblos y etnias, así como en lo regional y local, como consecuencia de ello, (suficientemente estudiado), es uno de los mecanismos más eficaces para ayudar a combatir la exclusión, la violencia, el crimen, el racismo, las desigualdades sociales, la pobreza y la extrema pobreza.

La cultura es un motor del desarrollo integral, de ahí que partiendo de la definición de cultura propuesta por UNESCO a sus Estados Parte, entre ellos Guatemala, que dice que “es el conjunto de rasgos distintivos, materiales, espirituales, materiales, intelectuales, y afectivos de una sociedad o grupo social, que comprende, además de las artes y las letras, los estilos de vida, las formas de convivencia, los sistemas de valores, las tradiciones y creencias”, así como de las normas constitucionales sobre la materia y su abundante, variada y rica normativa jurídica, entre ellas las Convenciones ratificadas por el país y de otros instrumentos internacionales, sus políticas culturales, su PLAN DE DESARROLLO CULTURAL y la agenda de cambio del actual gobierno, el Ministerio de Cultura y Deportes, como ente rector de la cultura en Guatemala, debe cumplir con sus objetivos, y su misión, desarrollando su plan estratégico y su agenda estratégica, que debe responder las necesidades actuales en materia de cultura, y a las de sus habitantes, según su pertenencia a uno de los 4 pueblos que forman Guatemala o a una de sus 25 etnias, y de extranjeros que han hecho de este país el suyo, así como de los requerimientos del sector artístico y de salvaguardia de las expresiones culturales tradicionales y de su patrimonio cultural material, con acciones, proyectos y programas de rescate, conservación, restauración, reconstrucción, defensa y difusión.

En este sentido se deben tomar en cuenta los aspectos de pertinencia cultural , y de conocimiento y aplicación de los derechos culturales. En su estructura administrativa el Ministerio de Cultura y Deportes, como ente rector de la cultura, debe desarrollar su trabajo, cumpliendo con sus objetivos, no solo en el área de cultura propiamente sino también en la del deporte no federado, no olímpico y no escolar y en la recreación, coordinando con otras instituciones. Desarrolla además procesos como los de la construcción del Sistema de Información Cultural ( SIC), de desarrollo del Plan Nacional de Desarrollo Cultural, en la elaboración de una nueva y eficaz política cultural exterior ( Diplomacia Cultural) , en la creación de la Cuenta Satélite de Cultura en el Sistemas de Cuentas Nacionales del Banco de Guatemala, en el fortalecimiento y desarrollo de las culturas que forman Guatemala, principalmente las de los pueblos indígenas, en el desarrollo y fortalecimiento de las artes y de las expresiones culturales tradicionales y en la salvaguardia del patrimonio cultural material. A nivel internacional se trabaja con proyectos y programas aprobados en organismos internacionales de los que Guatemala es Estado Parte y en la consolidación de la Carta Cultural Iberoamericana y en la implementación de la Política Cultural de Integración Centroamericana. Ambas creadas a instancias de los Presidentes y Jefes de Estado en resoluciones tomadas en las cumbres y reuniones respectivas

Un aspecto importante de la cultura que no debe omitirse en sus análisis, tomando en cuenta que la política cultural, rectora en Guatemala de todas las políticas públicas de cultura, es “Cultura de paz y desarrollo humano sostenible”, es que se debe tomar conciencia que se trabaja para la construcción de la paz, y que esta se consigue creando condiciones de justicia social, y que se debe promover un desarrollo integral y sostenible para todos y todas, sin exclusiones y racismos.


No se debe olvidar además que a la cultura le considera un poder suave, frente a los poderes fuertes como el económico y el militar, y es que la cultura seduce y por ello conquista , mientra que lo militar conquista con la fuerza y lo económico casi siempre con coacción, de ahí que la cultura es el medio que Guatemala debe utilizar para su reconocimiento y su inserción en el mundo global, no solo para equilibrar la imagen negativa que se tiene en el exterior, sino también para que sea respetada y admirada, pero principalmente para generar procesos de desarrollo integral y para la construcción de una Guatemala en paz y con justicia social, que beneficie a todos y todas, sin exclusiones y racismos, sin pobreza y sin extrema pobreza como se indicó anteriormente... 

martes, 13 de agosto de 2013

Ser la voz de los sin voz



(de cuando nos atribuimos ciertos derechos)

Desde mayo pasado, participo de un diplomado en la ciudad de Cochabamba. Los participantes tenemos orígenes variados y de igual manera son nuestros quehaceres cotidianos. Así, hay líderes indígenas, sociólogos, agrónomos, teólogas, psicólogas, etc. participando en el diplomado.

El tema es, dinámicas (de)coloniales: poder, género e interculturalidad. Se trata pues de ir conociendo, analizando, descubriendo, cómo la colonial modernidad, sigue operando hoy a través de sus instrumentos de poder (raza, explotación, religión, etc.) e ir construyendo estrategias, instrumentos para poder luchar contra ella. Hay una práctica común en este diplomado: dar la palabra con prioridad, y además escuchar, a los hermanos y hermanas indígenas cuando ellos quieren expresarse. “Esta vez vamos a escuchar a las voces silenciosas, a los que no siempre toman la palabra, a los no escuchados…” dijo una de las expositoras.  Sin embargo hay algo que este último fin de semana me llamó la atención.

Había una tarea personal, en el tema de género y colonialidad, que se trataba de contar la historia de nuestra abuela, nuestra madre y la nuestra propia. Dos compañeros salieron al frente para compartirlo. Uno de ellos dijo “vamos a explicarles cómo era el rol de la mujer antes, después y ahora, lo explicará mi compañero y yo haré la traducción”. Pues bien, el compañero, que habló en quechua, habló sobre la manera de organizarse en su comunidad originaria. Pero resulta que la dizque traducción era más una teoría sobre la colonialidad y el pensamiento propio del traductor (que trabaja en una ong que realiza proyectos en el área de donde es originario el compañero quechua).

Los que algo sabemos de nuestros idiomas originarios, nos dimos cuenta que no se trataba de una traducción. Los que hablan quechua estaban molestos, una de ellas se levantó y dijo “creo que hay que hacer una traducción literal de lo que el compañero dice, no una interpretación ni una teorización de la colonia”. Y así, se creó una especie de debate entre los que defendían la traducción y el que dizque hacía la traducción. Mientras, el compañero quechua, se quedó en medio, parado, como una especie de títere al que manipulaban entre quechuahablantes y no quechuahablantes.

No niego que la defensa de una traducción literal era legítima. Pero estoy segura que hubiera sido mejor entablar una conversación con nuestro compañero quechua en vez de hablar por él, en vez de tomar defensa en su nombre.

¿Cuántas veces hemos utilizado a la gente sin voz, a nuestros hermanos indígenas en este caso, para hacer pública nuestra propia voz? 

¿Qué significa pues ser la voz de los sin voz? Como respondiéndome a mí misma me digo que a la hora de querer ser la voz de otros, deberíamos estar dispuestos a silenciar no solo nuestra voz sino también nuestros pensamientos, a dejar de ser para ser otro temporalmente. Solo cuando el silenciado, el de la voz baja, alce su voz y la haga pública, entraremos en una igualdad de condiciones para entablar un verdadero diálogo.

El desafío pues, no es ser la voz de los sin voz. El desafío está en bajar nuestras voces para que los de voz baja, los sin voz, hablen, no en nombre de otros sino de ellos mismos.

Susana Huarachi Quispe
El Alto – La Paz

lunes, 12 de agosto de 2013

Importancia de la música en los niños…

Segunda parte...

En el artículo anterior (La miseria de la música) hablamos de la importancia que tiene la música para el ser humano; Joseph Wresinski, fundador del Movimiento Cuarto Mundo, en el texto: La angustia de la ignorancia, extracto de la entrevista hecha por Claudine Faure en octubre 1987, nos habla acerca de este tema:

'Estoy celoso'. Estoy celoso de todos los que han podido, en su juventud, descubrir a Beethoven, descubrir a Mozart u otros. Para mí nunca ha sido posible y es por eso que durante toda mi vida he querido que los niños aprendan a conocer el arte, la poesía, la belleza. Los pobres no son celosos de los ricos por su riqueza. Un niño me dijo: “¡Los ricos están totalmente oprimidos por todo lo que tienen, que no pueden más que ser infelices!” Pero creo que sea más la ignorancia que los hace celosos; están sometidos y sufren a causa de la ignorancia en la que han sido guardados. Todos con los que he hablado mucho y se han abierto conmigo, siempre me dijeron lo mismo: "A nosotros nada ha sido enseñado, somos tontos. Uno se cree tonto y luego se encierra en la estupidez”. Es una cosa muy grave. La injusticia de la privación es espantosa, pero la injusticia de la ignorancia, y por cierto, la más grande de los males que se pueda hacer a cualquier persona, es la injusticia extrema, porque significa privar a las personas de la participación a la vida del mundo, al conocimiento de los seres, de las cosas, de las cosas que pasan, de todo. Es privar a las personas del conocimiento de Dios. Es espantoso, es la injusticia extrema, la más grande. Por eso el Movimiento siempre insistió con los voluntarios, de luchar porque los niños, al empezar su infancia, reciban lo máximo posible, para que puedan aprovechar y desarrollarlo para poder permitirse mañana, de tener un espíritu claro, un lenguaje comprensible, y de hecho, percibir de existir frente a los demás".

Cuando leo lo que Wresinski escribió sobre la injusticia extrema que puede provocar privación de conocimiento a las personas, pienso en lo que estamos provocando en los niños, cuando nosotros como docentes, como adultos, los privamos de experiencias artísticas, a experiencias musicales me refiero específicamente en este apartado. Privación de estímulos de las conexiones del cerebro, de la pronunciación y expresión corporal, de sus relaciones sociales, del desarrollo de la lógica, de la concentración, de la memoria, del éxito de la matemática, de todo tipo de razonamiento ordenado. Esta influencia, trascendental para su aprendizaje, les otorga definitivamente habilidades y destrezas para su camino en la escuela.

En el transcurso de estos meses, he visto cómo niños pequeños que asisten a un programa de estimulación oportuna, que el Movimiento Cuarto Mundo anima, viven la música a partir de experiencias simples de la cotidianidad. Estos niños están teniendo un acercamiento al ritmo, al sonido, a los movimientos, a la expresión corporal….

Al inicio de este espacio, veíamos cómo a algunos niños les era difícil ser libres en su expresión. Algunos no eran capaces de participar de pequeños ejercicios que se les proponía. Con el tiempo, poco a poco fueron capaces de incorporarse a las dinámicas musicales, permitiéndoles ganar mayor seguridad en sus relaciones con los adultos y también entre ellos mismos.

Quizá un sueño con el que me quedo, es que en algún momento permitamos a los niños y niñas ser creadores de su propia música, fomentando en ellos continuamente la producción creativa ya que existe un enorme potencial en niños y jóvenes, potencial que hasta ahora hemos desaprovechado.


Elda Nohemi García Galindo
Voluntaria Permanente
Escuintla, Guatemala


lunes, 5 de agosto de 2013

Los que ya no están…

El siglo XX la historia de América Latina fue sanguinaria. En nuestros países miles de seres humanos pagaron con su vida las posturas de unos y de otros. En Guatemala, al menos 45 mil personas fueron detenidas y desaparecidas durante el Conflicto Armado Interno, en otro países Centroamericanos, como El Salvador y Nicaragua, las cifras no fueron determinadas. En todo caso las cifras dicen poco, en comparación del sufrimiento humano de perder a un familiar querido.

Nostalgia de la Luz” (Argentina) y “Con mi corazón en Yambo” (Ecuador-Colombia) son dos películas incluidas en el ciclo de cine en Guatemala “Memoria, verdad y justicia”. Dos películas que cuentan la historia de un mismo dolor, de una misma guerra, de una misma historia, de una misma tierra: América Latina. De los “desaparecidos” y sus familias que siguen en su búsqueda, por justicia.

A menudo se escuchan comentarios, “¡qué resentidos!, que lo olviden ya” ¿en dónde está la capacidad del ser humano por ser empático con lo que viven el otro? ¿Podemos imaginar que en nuestra propia historia, nos falte una madre, un padre, un hermano y que nos podamos vivir sin saber cuál fue su fin, su muerte, su dolor o en donde está su cuerpo? ¿Podríamos vivir con eso? Lo más seguro es que no. La búsqueda de la verdad es una necesidad.

Lo lamentable también es el silencio de los gobiernos y su ineficacia. Han pasado algunas décadas sin programas capaces de buscar la verdad y sin que el asunto de “vivir en paz” sea finalmente alcanzado. Lo difícil también es que en el siglo XXI todavía existan muchos desaparecidos, en Guatemala, muchos jóvenes, que no vuelven a sus casas, que migran o que son asesinados en la impunidad. Muchas otras personas a lo largo del continente siguen siendo perseguidas por su activismo en contra de la minería, por poner un ejemplo, seguimos compartiendo la historia. El dolor sigue.

Cuando pienso en los desaparecidos, en los que ya no están, pienso en el reencuentro (¡como si fuera posible!) con sus familias, vivos, pero es algo que no puede ser. Este sería el mejor final. Muchos otros, pasan la vida buscando a su familiar, conozco a una familia, no fue a causa de la guerra que perdieron a un hijo, fue a causa de la violencia de la miseria. Cada cierto tiempo, van y buscan en los libros de la morgue, con esperanza de encontrar a alguien, pero hasta hoy sin resultados. Como ellos, muchos otros… ¿Es esto vida? ¿Esto es digno?


Linda García


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El siglo XX la historia de América Latina fue sanguinaria. En nuestros países miles de seres humanos pagaron con su vida las posturas de unos y de otros. En Guatemala, al menos 45 mil personas fueron detenidas y desaparecidas durante el Conflicto Armado Interno, en otro países Centroamericanos, como El Salvador y Nicaragua, las cifras no fueron determinadas. En todo caso las cifras dicen poco, en comparación del sufrimiento humano de perder a un familiar querido.

Nostalgia de la Luz” (Argentina) y “Con mi corazón en Yambo” (Ecuador-Colombia) son dos películas incluidas en el ciclo de cine en Guatemala “Memoria, verdad y justicia”. Dos películas que cuentan la historia de un mismo dolor, de una misma guerra, de una misma historia, de una misma tierra: América Latina. De los “desaparecidos” y sus familias que siguen en su búsqueda, por justicia.

A menudo se escuchan comentarios, “¡qué resentidos!, que lo olviden ya” ¿en dónde está la capacidad del ser humano por ser empático con lo que vive el otro? ¿Podemos imaginar que en nuestra propia historia, nos falte una madre, un padre, un hermano y que nos podamos vivir sin saber cuál fue su fin, su muerte, su dolor o en dónde está su cuerpo? ¿Podríamos vivir con eso? Lo más seguro es que no. La búsqueda de la verdad es una necesidad.

Lo lamentable también es el silencio de los gobiernos y su ineficacia. Han pasado algunas décadas sin programas capaces de buscar la verdad y sin que el asunto de “vivir en paz” sea finalmente alcanzado. Lo difícil también es que en el siglo XXI todavía existan muchos desaparecidos, en Guatemala, muchos jóvenes, que no vuelven a sus casas, que migran o que son asesinados en la impunidad. Muchas otras personas a lo largo del continente siguen siendo perseguidas por su activismo en contra de la minería, por poner un ejemplo, seguimos compartiendo la historia. El dolor sigue.

Cuando pienso en los desaparecidos, en los que ya no están, pienso en el reencuentro (¡como si fuera posible!) con sus familias, vivos, pero es algo que no puede ser. Este sería el mejor final. Muchos otros, pasan la vida buscando a su familiar, conozco a una familia, no fue a causa de la guerra que perdieron a un hijo, fue a causa de la violencia de la miseria. Cada cierto tiempo, van y buscan en los libros de la morgue, con esperanza de encontrar a alguien, pero hasta hoy sin resultados. Como ellos, muchos otros… ¿Es esto vida? ¿Esto es digno?


Linda García
Guatemala Ciudad


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LA BIBLIOTECA DE CALLE : UNA APUESTA POR EL DERECHO A LA CULTURA

Alberto Ugarte Delgado

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?1

El poeta español Federico García Llorca, reivindicaba con estas palabras el derecho al saber como un derecho fundamental para todo ser humano. Han pasado más de 80 años desde que el poeta hiciera esta alocución y sin embargo el acceso al enorme patrimonio cultural que la humanidad ha creado, es aún una promesa lejana para millones de personas en el mundo.

Si asumimos como premisa que la cultura es aquello que hace que los seres humanos sean cada vez más humanos, dejar a hombres, mujeres y niños privados de los medios que les permitan desarrollar su propia cultura y acceder al patrimonio cultural de la humanidad, es no sólo expresión de una gran injusticia, sino también un acto de inhumanidad, que va a contracorriente de todo aquello que a lo largo de siglos y desde las culturas más diversas, el hombre ha forjado, para hacer de nosotros mejores seres humanos.

De todas las barreras que impiden el acceso a la cultura, tal vez la más injusta e insoportable sea la de la pobreza extrema, que mina las posibilidades de la persona para un desarrollo pleno de sus capacidades aún antes de su nacimiento. La pobreza no es sólo la expresión de carencias materiales, es también y sobre todo, una forma de violencia para quienes la sufren; el impacto de la discriminación y del maltrato al que están expuestos los más pobres, deja secuelas en su vida que son difíciles de superar y constituyen un peso enorme que los llena de inseguridad, desconfianza y miedo que aplasta sus vidas.

Las condiciones de vida que impone la pobreza extrema destruyen a la persona, de ahí que toda respuesta que se limite sólo a la dimensión material o económica quedará corta ante la complejidad y magnitud del problema. Ante esto, desde el Movimiento ATD Cuarto Mundo afirmamos el derecho de los más pobres para contar con los medios que les permitan valorar su identidad, construirse como ciudadanos plenos y asumir su destino. En este esfuerzo la cultura no es sólo un medio sino también un fin en sí mismo; Porque, como afirmaba el Padre Joseph Wresinski, “…construir la libertad con los más pobres es una aventura. Y liberar las inteligencias, la imaginación y la creatividad de las familias cuya cultura hemos truncado, también es un combate en favor de los Derechos Humanos”2.

La Biblioteca de Calle se inscribe en este esfuerzo que es el de llevar el arte, la cultura y el saber a los sectores más desfavorecidos; servir como puente entre aquellos que tienen una vida difícil a causa de la pobreza y la exclusión, con aquellos que han tenido las oportunidades que los otros no tuvieron y hacerlo a través de un medio como es el libro, capaz de abrir las puertas a la imaginación, a la creatividad y al saber. La Biblioteca de Calle es un espacio de encuentro e intercambio, en el que sobre la base de la reciprocidad se busca construir una relación de respeto, confianza y afecto que permita reconstruir las seguridades que la pobreza destruye.

Lima, Agosto del 2013

1 Locución de Fedérico Garcia Lorca al pueblo "Fuente de Vaqueros". Septiembre, 1931.

2 Wresinski Joseph, "La Cultura que, compartida, libera. Cultura y Pobreza". Velada-Debate en el Centro Georges Pompidou. París, 16 de marzo de 1987.