lunes, 26 de agosto de 2013

Una estructura social de unos al servicio de otros

Diego Sánchez
La Paz - Bolivia

En una ocasión me encontraba conversando con una persona que vende lotes de una nueva urbanización en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Ella me expresó su punto de vista sobre cómo está estructurada nuestra sociedad “Los pobres y los ricos tienen que existir, porque siempre tiene que haber en la sociedad alguien que cumpla las funciones de servicio a otros”.

Luego de mucho tiempo recién me acordé de esa expresión y me di cuenta que en realidad es así como se ha estado percibiendo a los roles que cada ciudadano cumple dentro de nuestra sociedad. Lo que es más grave aún es que se cree rotundamente que la manera de nuestra organización está bien y que debe continuar de esa manera, porque si no ¿Quién va a ocupar los puestos de trabajo de servicio, puestos de trabajo humildes que no lo haría cualquiera, mucho menos personas que se encuentran en situaciones económicas bien acomodadas?

Por ejemplo en Bolivia, imagino que en muchos países también, se han ido clasificando a los trabajos de acuerdo a las personas, o viceversa. Se piensa que es demasiado degradante que una persona que tiene los estudios necesarios para triunfar en la vida pueda estar desempeñando labores que según nuestra visión lo debe ocupar personas que han tenido menos estudios. Posiblemente en otras partes del mundo este aspecto haya cambiado un poco debido a la crisis económica propia de nuestra época.

Cuando dejamos de calificar a las personas según su modo de ganarse la vida y la de su familia y comprendamos al fin que son personas al igual que cualquier otra, que son portadores de un conocimiento, entonces realmente podremos comprender que una nueva estructura social es posible, una sociedad que necesita de cada una de nuestras competencias, pero no para ocupar posiciones propias de una clase social.

El camino puede ser muy largo y muy a contra corriente ¡claro! si el mundo nos ha vendido esta idea de sociedad, donde algunos están al servicio del otro, donde los otros justifican su posición de acuerdo a sus estudios o peor aún a su procedencia y pertenencia a una rica historia familiar.

Sin embargo hay una sociedad, que es la que han estado practicando las personas sumidas en miseria, ellas han practicado por años, muchos años, una comunidad donde uno vela por el otro, donde no importa el trabajo que desempeñe, sabe que ese trabajo lo dignifica, porque escuche decir por ahí “No solo hay trabajo digno, hay dignidad en el trabajo”. Ese tipo de comunidad que a pesar de sus carencias económicas, educativas, de salud o demás, han mostrado ante la sociedad una forma de vida polémica para muchos, pero necesaria para todos. 

No se trata de miserabilizar al mundo, se trata de dignificar la pobreza, de encontrar valor real en la lucha de quienes la viven día a día.

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