jueves, 10 de diciembre de 2009

Al señor Ban Ki-moon

Que nunca sabrá por qué no hubiera sido una cita más
En Ginebra, del 7 al 9 de diciembre un grupo de niños y adultos, cuarenta en total, provenientes de Bolivia, Burkina Faso, República Democrática del Congo, Francia, Haití, Irlanda, Filipinas, Polonia, República de Mauricio, Suiza y Estados Unidos todos ellos viviendo en situación de pobreza extrema, se han reunido para presentar el trabajo realizado durante este año del 20º aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño a la oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos.
La propuesta inicial era un encuentro con el señor Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, pero no ha sido posible incluir en la cargada agenda del secretario general una cita más.
Pero, ¿realmente hubiera sido una cita más? Las personas que viven en la pobreza extrema viven un cotidiano imposible, no tienen agenda, pero cada minuto de su jornada está ocupado. Conseguir el dinero necesario para la comida, el alquiler, la ropa, los gastos escolares, las medicinas, ir a buscar agua o combustible… comen su tiempo y sus energías. Poco queda para sentarse y dialogar, para informarse sobre los retos que enfrenta el mundo o las cuestiones importantes para el pueblo, el barrio, la comunidad, para formarse, para militar… Sin embargo, este grupo está formado de personas que lo han hecho, a lo largo de los años han ido rascando segundos al minutero, han ganado al cansancio y al desánimo, a la ignorancia, a la vergüenza y a la exclusión y se han juntado, este año en concreto, para analizar la Convención sobre los Derechos del Niño.
Utilizamos nuestra experiencia de vida para analizar y comprender mejor la Convención (…) y su importancia para nuestros hijos y nuestras familias. Hemos elaborado varias propuestas para que se respeten todos los artículos para todos los niños. Nuestro diálogo ha puesto de relieve la indivisibilidad los derechos humanos y el vínculo fundamental entre los derechos del niño y nuestros derechos y responsabilidades como padres”.
No hubiera sido una cita más.
Personas con la formación, la experiencia y las ganas necesarias para ser secretario de la ONU hay muchas en el mundo. Personas que vivan en la pobreza extrema y que hayan aceptado la aventura de aprender, formarse y militar por los derechos de todos los ciudadanos hay muy pocas en el mundo y no duran mucho porque las condiciones extremas en las que viven hacen que su vida sea corta.

Cristina Diez, desde Madrid