martes, 26 de marzo de 2013

Prohíben el paso a los gitanos


Estos tres últimos meses estuve viviendo cerca de París. Al llegar recordé la primera vez que estuve en ese lugar, noté algo nuevo: unas barreras que impiden el paso a cierto tipo de vehículos.

Qué es eso? Le pregunté a mi compañero y me dijo que la Alcaldía había puesto estas barreras en varios puntos, accesos principales a los pueblos, para evitar que los gitanos puedan pasar.

Los gitanos? Quiénes son los gitanos? En Francia se les llama “gente que viaja”. Janine, una voluntaria de ATD Cuarto Mundo, nos explica que son gente venida de Rumanía pero también de otros países de Europa del Este. Ella acompaña algunas comunidades instaladas “ilegalmente” en el área del Val d'Oise. Nos cuenta cómo los gitanos luchan cada día por conseguir pequeños trabajos que les permitan sobrevivir el día a día. Cómo se enfrentan a las expulsiones y las demoliciones de sus precarias construcciones y cómo ni la escuela ni la residencia en el país son accesibles para ellos.

Janine nos muestra algunas fotos, nos muestras cómo a pesar de todo los gitanos celebran bodas, logran que algunos de sus hijos vayan a la escuela; cómo festejan juntos y la invitan y la reciben como a uno de ellos, ella es francesa; cómo los niños se divierten jugando juegos que inventan con tanta creatividad, cómo resisten al invierno; nos habla de sus ganas de trabajar...

Janine nos habla de lo mucho que valen, pero también de lo mucho que sufren a causa de su origen...

Pero volvamos a las barreras.
Los gitanos son gente que viaja, son gente que se mueve, son gente que vive en carromatos, se mueven por naturaleza pero también por necesidad. Sin embargo en Méry sur Oise y sus alrededores se les ha prohibido desplazarse creando barreras que en cuanto detectan que un carromato se acerca bloquean el paso y los gitanos se ven obligados a retroceder. Es sencillamente una manera más de expulsarlos...

No conozco nada sobre las leyes en Francia ni la historia de los gitanos que llegan a este país buscando nuevas oportunidades para seguir viviendo. Lo cierto es que es una realidad latente en Francia. A lo mejor si compartimos, desde donde estamos, las realidades a las que se enfrentan la gente debido a su origen y su condición.... a lo mejor comencemos a crear conciencia de ésta y otras realidades similares en el mundo entero y a lo mejor empezamos a mirarles, a los gitanos y a tantos otros como ellos, de otra manera que nos permita buscar otras soluciones que solamente las expulsiones.

Susana Huarachi Quispe

martes, 19 de marzo de 2013

PROHIBIDO TOCAR LOS LIBROS


El otro día en casa de una familia en un asentamiento de Guatelinda, presencié una escena que difícilmente olvidaré. Dos hermanos, el grande de unos doce años, le leía a su hermano más pequeño de tres años. Pusieron una tela en el suelo, bajo la sombra de un árbol de banano, y el hermano mayor leía al menor las historias de un libro. Este libro no tenía pasta, estaba un poco sucio de lodo, completamente abierto y muy usado. “Se está preparando para ser animador de la biblioteca de calle” bromeé con la hermana mayor, porque la lectura se hacía con mucho amor y paciencia.

Mientras veía a estos niños, en medio del desorden del patio de su casa, me hizo pensar en la escuela de otro barrio. En esta escuela se desarrolla, como proyecto piloto, el programa de lectura del gobierno. Han llegado cuatro cajas llenas de libros bonitos, coloridos y de calidad. Llegamos a conocer los libros y a tratar de participar con nuestra experiencia en este nuevo programa de lectura. Ha habido desaciertos y aciertos en el acompañamiento a este programa, pero hay uno que me llama particularmente la atención: los maestros tienen miedo de que los libros se arruinen.

“Siete años tienen que durar”, tienen mucho miedo de que los niños los ensucien, que los descubran, que los rompan, pero ante todo tienen miedo de que les descuenten de su sueldo el precio de los libros. Pensaba yo que en siete años habrá cambiado el gobierno y ya nadie irá a comprobar de que los libros sigan “como nuevos”. También pensaba en la librera cerrada con candado que está detrás de la directora, lleva ahí varios gobiernos, intactos ¡pobres libros! No han cumplido su razón de ser.

A todo esto, son los niños de la escuela de este barrio que se privan de la experiencia del contacto con el libro, abrirlo, mirujearlo, olerlo, abrir bien los ojos para estar seguro de lo que ves y para los niños más grandes, desde luego ¡leerlos! Y compartirlos luego con un amigo, con un hermano. Eventualmente los libros se gastarán ¡qué bien! Significa que alguien los leyó. Por el momento, seguimos en diálogo para ver si estos libros son “liberados” de su caja y les permiten vivir.

Desde Escuintla - Guatemala,
Linda Garcia

lunes, 18 de marzo de 2013

EN TORNO A LOS PRINCIPIOS RECTORES SOBRE LA POBREZA EXTREMA Y LOS DERECHOS HUMANOS


Alberto Ugarte Delgado

El pasado 21 de Septiembre del 2012 el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas aprobó los Principios Rectores sobre la Pobreza Extrema y los Derechos Humanos: “como un instrumento útil para los Estados en la formulación y aplicación de políticas de reducción y erradicación la pobreza…”

Para muchas personas en el mundo esto pasó desapercibido y es por tanto necesario, desde los lugares en los que nos encontramos, difundir y dar a conocer esta resolución que es el fruto de un largo y paciente trabajo, en el seno de las Naciones Unidas, de personas y asociaciones convencidas de la necesidad de encuadrar las políticas de lucha contra la pobreza en el marco de los Derechos Humanos.

Esta fue una preocupación central del fundador del Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo, el Padre Joseph Wresinski, quien en 1987 visitó la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, para pedir que se formulen y adopten un conjunto de pautas que encuadradas en los Derechos Humanos permitan orientar la Lucha contra la Pobreza en todo el mundo.

Desde entonces el Movimiento Cuarto Mundo ha estado comprometido en este proceso, buscando abrir espacios para que las personas más pobres y excluidas puedan también tener la oportunidad de ser tomados en cuenta en la formulación de estos Principios Rectores; lo cual pudo efectivizarse a partir de las consultas, que a pedido del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el Movimiento ATD Cuarto Mundo promovió en distintos países, entre ellos Cusco-Perú.

Durante la consulta realizada en Cusco el 2007, pudieron expresarse personas que habitualmente no tienen la experiencia de hacerlo, poder dar sus testimonios e incluso comentar muchos de los párrafos del proyecto de resolución de los Principios Rectores. El aporte de estas consultas al proceso de consolidación de los Principios Rectores ha sido muy importante, no sólo por la legitimidad que le han dado, sino porque el resultado final ha sido el fruto de una amplia consulta, en la que han participado una diversidad de actores implicados en esta problemática, en especial personas que tienen experiencia propia de la pobreza y exclusión porque la viven a diario. Por otro lado, desde el Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo, se señala que la principal conclusión que se puede sacar de este proceso de consultas fue “...el hacer que Proyecto de Principios Rectores sea más operativo y focalizarlo más claramente a los obstáculos concretos y los desafíos relacionados con la gente que vive en la Pobreza Extrema”.

Los Principios Rectores Sobre la Pobreza Extrema y Los Derechos Humanos no son un conjunto de nuevas normas, leyes o derechos específicos para los más pobres; se trata más bien de un marco conceptual, jurídico si se quiere, de un conjunto de recomendaciones construidas desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que recogen los progresos dados todas estas décadas al nivel de los derechos humanos; que recoge también los enfoques más nuevos con respecto a la pobreza y exclusión, sobretodo la experiencia de personas y poblaciones confrontadas a diario con esta situación, así como de personas y asociaciones comprometidas en la lucha contra la pobreza y demás está decir que recoge también la opinión de gobiernos y expertos independientes.

Los Principios Rectores debemos pues leerlos, como un marco conceptual jurídico de un enorme valor ético, para orientar la acción del Estado así como de los diferentes actores de la sociedad tales como el Estado, las ONGs, la Cooperación Internacional, etc. Constituye una herramienta fundamental en manos de los ciudadanos o de la sociedad civil, para exigir al Estado una Estrategia Nacional de Lucha contra la Pobreza.
Lima, marzo del 2013

lunes, 11 de marzo de 2013

Culpables

Daniel García
Madrid - España
 
En España siguen aumentando los niveles de pobreza, y además quiénes menos tienen son los más afectados por esta realidad cada vez más complicada.

Sin embargo, de esto no se habla mucho. Se presta más atención a las dificultades de las clases medias, ciertamente cada vez en situación más precaria, pero que terminan invisibilizando la realidad de quienes siempre han vivido en situación de pobreza.

Bueno, quizás no sean tan invisibles. Sí que se habla de estas personas para señalarlas como chivo expiatorio de responsabilidades que no son asumidas como deberían por parte de la administración pública. Así, se ha promovido una dinámica de culpabilización y criminalización de quienes viven en la pobreza a través de los discursos y prácticas de diferentes órganos de gobierno.

Esto se ha dado a nivel regional, como por ejemplo en el caso de la Rentas Mínimas en Cataluña, que fueron congeladas en el verano de 2011 con la excusa de que era necesario hacer una revisión a fondo, ya que según el gobierno autonómico se habían detectado muchos casos de fraude. En el 2012 este mismo mensaje fue lanzado desde el Gobierno de la Comunidad de Madrid, explicando que el fraude que cometían algunas personas perceptoras de esta renta (que está reconocida como derecho subjetivo) hacía que otras personas no pudieran percibirla. Sin embargo, esto no es así, ya que los problemas que está habiendo respecto a la concesión de estas rentas se relacionan más con los cada vez mayores obstáculos que se ponen para acceder a ellas y los plazos de tramitación cada vez más largos.

Otro ejemplo de este tipo de discursos lo encontramos en el área de la vivienda. Tras el revuelo producido por algunos casos de suicidio en relación a problemas relacionados con hipotecas, el ministro de Economía, Luis de Guindos, declaró que “ninguna familia de buena fe puede quedar en la calle”, atacando así al principio de universalidad de todo derecho, en este caso el derecho a la vivienda. Este planteamiento se ha visto reforzado por las medidas adoptadas en relación a la moratoria de desahucios aprobada en noviembre de 2012, que por un lado introduce unos criterios muy estrictos que no la hacen aplicable más que en situaciones muy concretas, y que por otro lado se dirige solo a los deudores hipotecarios, dejando fuera a la población que no tiene una hipoteca, entre ella la que tienen una situación económica más frágil y la que vive en edificios de protección oficial. En este sentido, una concreción mayor de hasta dónde puede llegar este discurso se dio al presentar el gobierno de la Comunidad de Madrid un plan de cesión de viviendas de protección oficial a Cáritas para familias desahuciadas, mientras que señalaba a las familias que ocupan pisos vacíos de la propia administración (por no tener acceso a los mismos de otra manera) como las culpables de que no hubiera vivienda pública disponible suficiente (en este sentido es importante señalar que en España se gasta menos y hay peores políticas públicas de vivienda que en el resto de Europa, y se dirige fundamentalmente a clases medias, más que a familias en situación de pobreza).

También en el aspecto laboral se han desarrollado medidas y discursos que desde el gobierno central han avanzado en la línea de señalar a quiénes están en paro como culpables de su situación al no querer buscar empleo, reduciendo las prestaciones sobre todo en el largo plazo bajo la idea de que de esta manera se estimulaba que las personas en paro se movilizasen, o estimulando las políticas de control por encima de las de promoción del empleo.

¿No tienes ingresos suficientes? Culpable ¿No tienes vivienda digna? Culpable ¿No tienes un trabajo estable y reconocido como tal? Culpable.

¿Puede haber mayor injusticia e hipocresía?

Un nuevo Rayo de Luz


¿Sabes cómo es? Es así: al inicio necesitamos pasar por un camino que empieza en una gran oscuridad. Algunos incluso van a desistir, pero otros dirán: - Vamos, sigamos! Porque en aquel camino hay una luz. Y es así como nosotros podemos caminar y encontrar la luz”.

Es así como Tatiane J. ve la creación de un nuevo grupo en su comunidad para reflexionar sobre la participación de personas viviendo en situación de pobreza extrema en la evaluación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU. El grupo al que ella nombró Rayo de Luz. Tatiane completa su pensamiento diciendo: “Todos tenemos derechos y, aunque estemos lejos, en la oscuridad, alejados de todo, tenemos nuestros derechos. Y cuando le hablamos a otra persona, podemos ser también un rayo de luz”.

Para Raquel F., que también participa en el grupo, está claro: “Somos seres humanos y debemos ser tratados como tal. Para recibir una ayuda del gobierno no tendríamos que someternos a tales humillaciones. La miseria sólo podrá terminar cuando miren hacia los miserables”. 
 
Los programas implementados por el gobierno para acabar con la miseria en Brasil todavía no pueden ser considerados como políticas públicas que garantizan derechos. Tampoco son tomadas en cuenta las inteligencias y experiencias de las personas que más conocen sobre el tema de la miseria: las mismas que viven en ella y la combaten a cada día. ¿Cómo podemos privar a personas como Tatiane o Raquel de participar de la elaboración de las políticas de combate a la extrema pobreza? ¿Cómo apoyar al Estado a cumplir su rol de proteger a las personas? ¿Cómo hacer entender que lo que se necesita son las garantías de los derechos y no la caridad?

Esperar que los gobiernos creen políticas para erradicar la pobreza extrema enfocándose solamente en los que viven en ella no es suficiente. Tenemos que empezar a vivir de otra manera, pues la sociedad en general tiene que estar involucrada en ese objetivo, como nos enseña D. Cristina: “Nadie puede cambiar la miseria solo. Hay que tener la unión de todas las personas para que actuemos todos con un sólo pensamiento: levantar ésta clase necesitada, pues necesitado es aquél que esta caído y no ve cómo levantarse solo, como yo. Tenemos que juntarnos y luchar con un solo objetivo. Tu vas a usar tu sabiduría y yo la mía, uno apoyando al otro. Y es con este conocimiento nuevo, aprendiendo uno con el otro, que podremos cambiar una situación. Sólo así cambiaremos la sociedad. De otro modo nada va funcionar.”

Y, para que todas las personas puedan unirse con respeto, rescatando lo mejor de cada uno, un joven nos llama la atención: “Para mí el prejuicio más grande que existe es pensar que todos somos iguales. Nadie es igual a nadie y no tenemos que ser iguales. Tenemos que aprender a respetar las diferencias de cada uno”.

Desde junio de 2012 el Movimiento ATD Cuarto Mundo está presente en Brasil con un equipo de voluntarios permanentes. En este nuevo camino que empezamos en Brasil, cada persona que vamos encontrando nos llena de esperanza y nos enseña que estos espacios de encuentros, los cuales nos permiten conocernos los unos a los otros, con respeto y dignidad, son la clave para que seamos capaces de mirar en cada ser humano un nuevo rayo de luz.


Mariana Guerra
Voluntaria Permanente
Movimiento ATD Cuarto Mundo - Brasil

lunes, 4 de marzo de 2013

Una noche en un campamento de Puerto Príncipe

Saint Jean Lhérissaint
Puerto Príncipe - Haití
Hace ya tres años que un terrible terremoto golpeó a Haití causando la muerte de más de 300.000 personas y enormes daños materiales. Todavía hoy más de medio millón de personas siguen viviendo en carpas y toldos, refugios improvisados en campamentos casi invisibles. Aquellos que cuentan con algunos medios buscan soluciones personales. Aquellos que no tienen nada están ahí sin saber cuándo podrán salir de esos lugares. Uno de los damnificados, Lucien, me recibió en su carpa para pasar una noche en el campamento «Parc Pelé» en Bicentenario, Puerto Príncipe.


Siete de la noche. Lucien y yo estamos sentados en la mitad de una carpa blanca que está dividida en dos partes; una familia vive en la otra mitad. A las siete y media cenamos. Después tomamos un baño justo al lado de la carpa usando un galón de agua; se puede ver cómo el agua atraviesa nuestra tienda y la de nuestros vecinos; finalmente nos acostamos. Como no hay espacio suficiente para poner una cama, nos servimos de algunos harapos.

Acostarse es una cosa, lograr dormir es otra. A las ocho la gente comienza a correr por todos lados en el campamento. ¿Qué ocurre? Tres bravucones entraron en el campamento y comenzaron a moler a palos a unos jóvenes que bromeaban y jugaban a la entrada.

Son ya las once de la noche y a lado derecho de la carpa un hombre todavía charlotea con sus hijos; a la izquierda dos mujeres bromean en voz alta y justo en frente cuatro hombres juegan al dominó. Aquellos ruidos, diferentes unos de otros, impiden que el sueño reparador cierre nuestros párpados.

Una de la mañana, la carpa se mueve. Una mano se mete por la parte inferior de la carpa buscando una bolsa de plástico. «¿quién está ahí?» dice Lucien. Alguien huye con la bolsa. Lamentablemente para él fugitivo, dentro de la bolsa no había más que los platos desechables que usamos para comer.

Dos y media. Una mujer grita «auxilio, auxilio!», su marido la está golpeando. Ella llamará a los guardias de seguridad y los miembros del comité de gestiones del campamento. Ellos vienen y se llevarán al marido.

Cinco de la mañana. Se escucha ya el ruido de la gente que comienza a levantarse. Yo también me preparo para salir. Pero cuidado... todavía no hay que salir, algunos disparos se oyen en inmediaciones del campamento.

Son las seis de la mañana. Finalmente podré decir adiós al campamento y «buenos días» a la calle. Más tarde... una noche más sin saber todavía cuánto tiempo deberán quedarse viviendo en esta infrahumana situación...

Hablar para nunca más callar


María Luisa Rojas
Guatemala Ciudad

La pobreza duele, aún cuando no se viva en ella. Tal vez por eso, en países como Guatemala, en los que hay tanta pobreza, empezar a hablar de esto es la de nunca acabar… Y no queremos hablar de ella. No queremos “complicarnos la vida” buscando soluciones que nos parecen inalcanzables. No queremos aceptar que somos parte del problema y mucho menos, aceptar una responsabilidad ante la misma.

La pobreza divide y aún sin darnos cuenta pasamos la vida levantando muros para proteger nuestros bienes, para crear círculos exclusivos, para marcar las diferencias. Sin darnos cuenta, excluimos al más pobre pero también nos excluimos de una vida armoniosa en sociedad.

Tal vez nuestro actuar no crea directamente pobreza, no trasgrede directamente los derechos humanos de los otros, pero como dice un refrán “Quien calla, otorga”.

Callamos mucho, nos habituamos a formas de vida injustas, no hacemos nada y dejamos que el abuso social se imponga. Nuestro silencio permite actos injustos, arrebata derechos a otros, no da oportunidad al vecino. Nuestro silencio nos vuelve cómplices de tanta injusticia.

CALLAMOS.
NO DECIMOS NADA.

Vivimos con el dolor de todo lo que vemos. Vivimos con el corazón oprimido por el silencio, por la impotencia, por la indiferencia.

¿Por qué no hablamos?...
¿Por qué dejamos vencer por el miedo a la denuncia?...

¿POR QUÉ?...

Quizá porque tememos a la burla, a la decepción, a la crítica inútil.

Pero la pobreza de los otros seguirá doliendo y nos hará sufrir, hasta que rompamos el silencio, hasta que hablemos claramente, hasta que encontremos a otros con quienes entablar un diálogo y juntos propongamos soluciones para ayudar a contrarrestar la pobreza, HASTA QUE HABLEMOS PARA NUNCA MÁS CALLAR...