lunes, 10 de noviembre de 2014

Hacer caer los muros que nos separan


Philippe Hamel
Francia 

Este año "celebramos" el 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín y la valentía de todos aquellos que lucharon y siguen luchando para reconstruir la fraternidad, la justicia, la democracia. Este aniversario es un estímulo para hacer caer todos aquellos muros que aún separan a las comunidades y países; muros que encierran a algunas poblaciones en el desprecio o las apartan de la vista de otros ciudadanos; pero sobre todo es un estímulo para dejar caer los muros que aún conservamos en nuestras mentes.

Cuando era niño, el muro que se me imponía era el estadio de fútbol. Por falta de dinero para pagar una entrada, teníamos que quedarnos detrás del estadio para ver los partidos a través de un agujero. Esta escena la he visto muy a menudo en varios países durante eventos culturales y deportivos.

A pesar de que el Muro de Berlín cayó, todavía restan cientos en todo el mundo. Todos sabemos de aquel que separa las dos Coreas, el que existe entre México y los Estados Unidos para luchar particularmente contra la inmigración ilegal. De igual forma están lo muros electrificados con alta tensión en los enclaves españoles en el norte de Marruecos para proteger la inmigración africana a Europa. También existe una "barrera de separación" entre Israel y Palestina, una valla tres veces más alta y dos veces más ancha que el Muro de Berlín.

El fotógrafo Gaël Turine dio a conocer otro muro muy poco conocido, aquel construido entre la India y Bangladesh. Es el muro más largo del mundo: 3.200 kilometros con un costo de 4 mil millones de dólares. 220.000 hombres se encargan de su supervisión. Este muro mata a un hombre cada cinco días desde hace diez años, según estadísticas oficiales. Entre ellos, muchos bangladesíes que quieren cruzar el muro para huir de la pobreza o los sucesivos desastres naturales.

Recientemente, el gobierno de Ucrania decidió construir un muro de 1920 km en la frontera con Rusia para evitar la infiltración de rebeldes rusos y separarse definitivamente de su hermano mayor.

Todos estos muros son construidos entre las naciones en conflicto, por los países que se creen superiores a los demás o que quieren poner fin así a la trata de seres humanos, drogas o contrabando, etc. Algunos muros pueden tener varias funciones: defenderse contra cualquier invasión física, ideológica o cultural; a veces evitar el paso de aquellos que 'ir más lejos" ir a un mundo "más libre". El Muro de Berlín fue uno de esos. Fue construido con sistemas sofisticados de monitoreo de 14.000 guardias. Cerca de 1.200 personas fueron asesinadas, 60.000 capturados y puestos en prisión y 5.000 cruzaron hacia el Oeste. En Alemania del Este le llamaban "el muro de la paz" (o "muro de protección antifascista") y el "muro de la vergüenza" en Alemania Occidental.

Están también todos esos muros que se erigen entre vecinos o comunidades que no logran entenderse y hablar, tal como los habitantes de un barrio suburbano en Francia que construyeron un muro para no ver más a las familias gitanas que vivían justo al lado. De igual forma los brasileños de una zona residencial que no quieren que los habitantes de la favela cercana pasen a través de su vecindario. Y todavía más radical la medida que toman las personas más ricas en los Estados Unidos o Europa, que se encierran a sí mismos en barrios de alta seguridad con muros y rejas para “tener paz”.

Existen también esos muros provisorios que se construyen rápidamente cuando un presidente es invitado a visitar un país amigo. Además de las redadas que envían a los niños de la calle y a los mendigos a cientos de kilómetros, se construyen vallas para ocultar algunos barrios marginales a lo largo de la ruta del visitante, como si estos lugares fueran una vergüenza para el país. ¿Pero vergüenza por qué?

Esta es una de las razones por las que Joseph Wresinski, fundador de ATD Cuarto Mundo, quiso que representantes de personas muy pobres de todo el mundo puedan dialogar con el Papa, en Roma, en 1989, ya que no pudieron encontrarle cuando él estuvo de visita en sus países de origen.
Finalmente, están todos esos muros de prejuicios que provoca que las personas muy pobres queden encerradas en la vergüenza, el desprecio o inutilidad. Algunas familias, expulsadas de todas partes, se esconden detrás de las paredes o en los edificios en construcción, protegiéndose de las miradas, para tener un poco de intimidad, a falta de tener un verdadero techo.

Durante mis primeros años como voluntario de ATD Cuarto Mundo, vivíamos en un barrio de realojamiento que “acogía” a una parte de la gente expulsada de los HLM1 de una gran ciudad en el este de Francia. Me las arreglé para convencer a algunas familias para que sus hijos vayan a la escuela de rugby que yo animaba en el otro extremo de la ciudad. Entonces descubrí que estas familias nunca habían “entrado” a la ciudad ubicada tan solo a 2 kms. Tenían miedo de perderse y los padres hacían creer a sus hijos que ese no era un lugar para ellos. ¡Esta gente no conocía más que su barrio!

A pesar de todo esto, hombres y mujeres en todo el mundo actúan para hacer caer esos muros que separan y dividen, e inventan otras maneras de vivir juntos. Recuerdo un espectáculo que organizamos en Quebec con varios artistas reconocido, el tema fue: "El derecho a la música para todos”. Cada quien, ya sea que vivía en la calle o en un “buen barrio”, pagó su entrada con anticipación según sus posibilidades. Durante el intermedio, los artistas se acercaron para tomar café con las personas que entraban por primera vez en su vida a un salón de espectáculos. Para estas personas aisladas, esta oportunidad sirvió como un 'click' que les permitió animarse a visitar a algunas asociaciones cercanas.

También pienso en los que están involucrados en las asociaciones de padres de familias, no sólo para defender los "intereses" de sus hijos que por lo general tienen éxito, sino también para permitir que los padres muy pobres puedan atreverse a venir escuela, conocer a los maestros, a la dirección y compartir sus ideas para el futuro de todos.

Además fui también parte de campañas de solidaridad, especialmente en Ruanda, para construir una casa para una familia sin techo. Lo que más me impresionó fue la manera en que estos proyectos fueron diseñados, lo primordial era renovar los vínculos entre la familia casi siempre aislada y toda la comunidad.

Por último, pienso en todos los que actúan en el anonimato con el fin alzar la voz de los más olvidados ya sea en su asociación, su sindicato, su iglesia, etc. y hacer caer estos muros de silencio detrás de los cuales muchas familias muy pobres están condenadas a callarse.



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 1HLM: Habitations à loyer modéré (viviendas de interés social)

martes, 4 de noviembre de 2014

Gestos de solidaridad: pistas de un futuro digno para todos



Un año más, la conmemoración del 17 de octubre, Jornada mundial por la erradicación de la pobreza, nos permitió juntarnos, motivados por la convicción de que si queremos ser capaces de construir sociedades justas, solidarias y en paz, tenemos que unirnos tomando en cuenta las fuerzas e inteligencia de todos.

Esta jornada nos invita especialmente cada año a descubrir a aquellos que viven en situaciones de pobreza como los principales actores con los que asociarse en esta lucha. Sin embargo, no es habitual que se tome en cuenta a estas personas para buscar soluciones a lo que viven o que se les escuche en los grandes eventos sobre solidaridad. Es una verdadera pena, porque en su día a día, entrelazando vida y actos concretos, ellas realizan gestos de reconocimiento y apoyo hacia otros en situaciones también muy difíciles, llenando de contenido la palabra esperanza y mostrando posibilidades de vida digna para todos.

Demasiadas veces ignorados e invisibles para el resto de la sociedad, estos gestos muestran mejor que todos nuestros discursos, que nadie es tan pobre que no tenga nada que dar y confirma que los primeros en sostener a otros que lo pasan mal por culpa de la pobreza son aquellos que la viven en carne propia.

Estos son algunos de estos actos de los que he sido testigo en los últimos meses. Los nombres son inventados, pero las historias son reales:


  • Gracias a Cándida, que le visita regularmente y está pendiente de él, Manuel pudo ser hospitalizado y ser tratado de urgencia como consecuencia de un paro cardiaco. Ambos viven en chabolas, en una gran precariedad, apartados de la ciudad. Si no es por Cándida, Manuel no hubiera sobrevivido.
  • Miguel apoyó a María y a sus hijos durante una temporada muy dura para ella en la que su marido estaba en la cárcel y ella fue desahuciada del piso en el que vivían. Miguel la apoyó, entre otras cosas, a encontrar una casa en la que poder entrar a vivir para no quedarse en la calle.
  • La señora Marisa acogió a su hijo en su piso de realojo durante varios meses para que él y su mujer pudieran recibir en mejores condiciones a su bebé recién nacido, ya que en ese momento estaban viviendo en un camión, en una zona industrial a las afueras de la ciudad. Al mismo tiempo, la señora Marisa acoge y cría a tres nietos ante la situación de vida difícil de varios de sus hijos.
  • Un grupo de señoras de clanes enfrentados, superan sus diferencias y se reúnen una vez a la semana para elaborar jabones juntas. Además de generar recursos propios, demuestran que es posible ir más allá de sus conflictos y potenciar una economía de paz en un barrio secuestrado por el tráfico de drogas.
  • Ana María conoce a sus compañeros de albergue en el que viven muchas personas en situación de abandono. Ella sabe que tienen cosas importantes que aportar, por lo que cada vez que se acercan encuentros y reuniones del Movimiento Cuarto Mundo lleva varias cartas de preparación y les pregunta, anota sus respuestas y se las entrega al equipo para que su saber sea tomado en cuenta.
  • Alfredo sabe que Ramón ha tenido un conflicto que le impide participar en una asociación. En vez de desentenderse, Alfredo se implica y motiva a otros responsables de dicha asociación para que hablen con Ramón, entiendan la raíz del problema y encuentren juntos una solución.
  • Concepción ha sacado a su hermana pequeña del basurero en el que vivía, acogiéndola, ofreciéndole un lugar en el que vivir y ayudándola a salir de la droga.
  • Antonio es un jubilado que acaba de salir de la cárcel. Estaba cobrando una pensión no contributiva que recibía en el Banco de prisiones y a la que había dejado de tener acceso. José le está acompañando a diferentes citas en Servicios sociales para que pueda arreglar su situación administrativa y pueda seguir accediendo a su pensión.
  • Ernesto acoge en su casa a Eva después de que ella se hubiera quedado a la intemperie tras una pelea con su familia. Ernesto ha vivido una temporada en la calle y consciente de los riesgos, se aprieta en su nueva casa para encargarse de Eva como si fuera su padre.
Álvaro Iniesta Pérez, 3 de noviembre de 2014

“NO DEJAR DE LADO A NADIE”


Diego Sánchez Sánchez
La Paz - Bolivia



Ahora en Bolivia estamos tomándonos el tiempo y las energías para intentar iniciar una actividad significativa con los jóvenes de uno de los barrios alejados y más pobres de El Alto, como es Senkata. Ahí vamos a la búsqueda de muchachos y muchachas que cuando eran más pequeños formaban parte de nuestras Bibliotecas de Calle o de nuestras Salas de Lectura y Bienestar, pero que ahora ya son adolescentes.

Antes de proponer cualquier actividad “recreativa” que los “aleje del alcohol y las pandillas”, queremos construir con ellos mismos un espacio que los haga sentir libres para soñar y libres de comprometerse. Es en esta realidad donde encontramos a Fabiola, una adolescente de 14 años, que además de vivir en pobreza es sordo-muda. Ella ya no va a clases hace dos años porque una escuela especial para estas personas es muy cara para su familia. Sin embargo todo ello no le impide a Faby querer ser parte de “algo”, de un grupo de amigos, aunque encuentre en su comunidad muy pocas personas que la entienden cuando ella habla con las manos.

Tuvimos un paseo por el campo con Faby y otra joven que participa en nuestro proyecto. Ha sido una salida muy relajante. En el camino Faby se detenía a recolectar plantas de varios tipos para que las oliésemos. El camino estaba lleno de flores y Faby se maravillaba y nos maravillaba por la manera en la que daba rienda suelta a sus sentidos.

Nosotros los animadores estábamos concentrados en nuestras conversaciones pero Faby lograba percatarse de todo un mundo que nosotros pasamos por alto. Un mundo de aromas, de brisa en la piel de pájaros haciendo nidos en los cerros.

La otra joven que participó de esta actividad es su amiga y logra traducirnos un poco de lo que Faby quiere que entendamos. Como su amiga, hay pocas personas, además de su familia, con las que Faby puede comunicarse y pienso que ese mundo es muy cruel para alguien como ella, un mundo que más allá de la situación de pobreza, la rechaza o no se toma el tiempo para entenderla y decide simplemente no tomarla en cuenta.

Todo lo que vivimos con Faby y con los jóvenes me hace pensar mucho en el tema para este año del 17 de octubre , Día Internacional para laErradicación de la Pobreza Extrema, que habla precisamente de “No dejar de lado a nadie”.

¿Qué tal si en lugar de hacer una actividad que guste o entretenga a la mayoría de los jóvenes, nos damos la tarea de aprender un lenguaje básico de señas para permitir que Faby pueda ser parte de lo que hacemos?

Así, el éxito de los esfuerzos de una comunidad podría ser el permitir que alguien como Fabiola pueda ser parte activa de lo que hacen día a día.

Fabiola, es tan solo un rostro de muchas personas que dejamos de lado solamente porque no hay tiempo de comunicarnos con ellas. Dejar de lado a alguien es no crear las condiciones necesarias para que una persona haga uso pleno de su derecho de ser parte de una comunidad: “comunicarse con los demás”.

lunes, 20 de octubre de 2014

Un día de libertad

María Luisa Rojas
Ciudad de Guatemala, 15 de Septiembre de 2014


Cada quince de septiembre, día de la libertad,  siento una gran nostalgia. Ese día se celebra la independencia de mi país.

Es fiesta nacional; nadie puede pasar por alto este día pues desde principios del mes las calles se van vistiendo de azul y blanco, con banderas en las ventanas, las puertas, los carros… Todo se viste de esperanza, de fiesta. Esperamos con alegría un cumpleaños más de nuestra vida independiente, de nuestra libertad.

¿Qué celebramos si no existe libertad? Celebramos las palabras. Celebramos la ilusión. Celebramos a lo grande “el día de hoy”. Celebramos, sin motivo, creo yo.

Los jóvenes participan en la banda de su establecimiento educativo; niños y jóvenes con sus mejores galas desfilan por las calles con alegría. Un desfile preparado con muchos días de anterioridad, un desfile tan concurrido y tan criticado… ¡Es una pérdida de tiempo! , ¡Es un gasto innecesario!,  ¡Es ridículo!, ¡Son prácticas militares y ya se firmó la paz…!

Aún así, hay desfiles en toda la nación: dos o tres días antes hay pequeños desfiles en los barrios y el gran desfile el mero día frente al palacio y las autoridades.

Cada quince de septiembre trato de entender el por qué la gente participa tan entusiasta en esta manifestación que implica gasto, cansancio, sacrificio. Existe una invitación del Ministerio de Educación a los establecimientos educativos para que motiven a los niños y jóvenes y les inculquen hábitos de civismo; existe una presión social a hacerlo, se ha vuelto una tradición… No es una obligación y los niños, las niñas, los jóvenes, la gente participa con ganas. ¿Por qué?...

En un desfile, los que participan en él se sienten por un momento protagonistas de la actividad: no hay desfile sin ellos. Los niños pequeños se muestran ante la sociedad y todos los admiran y aplauden; los familiares salen a las calles para verlos ser el centro de atención. Por un día, las calles son suyas, paran el tráfico, se imponen…

Este día la gente siente que pertenece a un país, porque a todos se les permite caminar “con libertad” por las calles, se les permite correr kilómetros de pueblo en pueblo, llevando la antorcha encendida con el fuego de “la libertad”.
El desfile es una actividad en la que se olvidan las diferencias: todos desfilan, a su manera; se unen en la plaza central alumnos de colegios privados, de institutos públicos, con uniformes caros, con trajes indígenas, con música marcial y con música latina popular.

Ese día nos une una gran algarabía, en la que por un momento olvidamos toda la violencia, la inseguridad, la injusticia. Nos sentimos identificados con la bandera azul y blanco; todos nos sentimos guatemaltecos pues todos celebramos de la misma manera: un desfile nacional que con tanta bulla nos impide reflexionar más sobre nuestra realidad, pero que en el silencio, nos deja la nostalgia de un país soñado que quizá el próximo año viva “en libertad”.

jueves, 16 de octubre de 2014

17 de Octubre: Día Mundial para la Erradicación de la Extrema Pobreza.


Mensaje de la Delegación General del Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo
17 de Octubre de 2014


APRENDEMOS CON AQUELLOS QUE REFLEXIONAN DÍA Y NOCHE SOBRE LA MISERIA


Durante siglos y en todo el mundo, la sociedad ha construido monumentos en memoria de tanto sufrimiento y heroísmo. Llevamos a cabo ceremonias para honrar a aquellos que han sufrido injusticia o han muerto luchando contra ella. A través de esto, recordamos a quienes han padecido y resistido a la guerra, esclavitud, opresión y genocidio con la esperanza de “nunca más”.

Pero, ¿cuándo recordamos el sufrimiento y la injusticia que la extrema pobreza impone a las personas cuya resistencia es ignorada? Están enterrados en tumbas anónimas. Sus barrios son borrados de nuestros mapas. Sus palabras han sido olvidadas.

El 17 de Octubre, Día Internacional para la erradicación de la extrema pobreza, es un tiempo para rechazar la opresión y conmemorar el valor de las personas en situación de pobreza extrema. Este día se expresa la esperanza de poner fin a la brutalidad y el desprecio impuesto a las personas más vulnerables en todas partes.

Conmemorar este día demuestra nuestra convicción de que estas personas, despreciadas e ignoradas, son de vital importancia para nuestras comunidades y nuestras naciones. Esto demuestra que juntos queremos poner fin a la discriminación y construir un futuro mejor.

Fatimata, de Burkina Faso, África, escribe: Más allá del sufrimiento, hay humillación, eso es lo peor. [...] Incluso en la pobreza más profunda, una persona necesita compartir con los demás [...] Me pregunto ¿quienes son los verdaderos actores de la lucha contra la pobreza? Hay tantos proyectos, tantos textos y libros, tantos investigadores. Creo que entendemos todos esos textos y libros, de la A a la Z. Sin embargo, a pesar de todo eso, la pobreza persiste. Entonces ¿es necesario inventar un nuevo alfabeto para re-expresar nuestra lucha?”.

Esta pregunta refleja las palabras grabadas en la placa conmemorativa, inaugurada el 17 de Octubre de 1987, que proclama “en homenaje a las víctimas del hambre, la ignorancia y la violencia”. Rara vez, se toma conciencia de la ignorancia sobre lo que se vive en la extrema pobreza. Historiadores, investigadores y periodistas suelen escribir sobre la pobreza, mientras que las personas que luchan cada día, tienen poca oportunidad de compartir sus propias ideas y comprensión sobre ella. El 17 de Octubre, queremos reconocer los conocimientos adquiridos por estas personas.

Thérèse, en Senegal, África, añade: "La gente dice "los pobres esto" y "los pobres aquello...”. Pero son los pobres los que piensan día y noche. Alguien sin problemas puede acostarse pensando sólo en dormir. Pero alguien que no sabe cómo alimentar a su familia mañana, incluso cuando se acueste por la noche, seguirá pensando y reflexionando."

El mundo no conoce de los valerosos riesgos que corre la gente muy pobre buscando la paz, pero se deja guiar por la ignorancia de los estereotipos. Jean en los Estados Unidos dice: "En Ferguson, Missouri, los medios de comunicación hablaban de las protestas y saqueos después de que un joven fue baleado por la policía. ¿Por qué los medios de comunicación no muestran la valentía de los hombres, de bajos ingresos, que se arriesgaron en medio de la violencia para proteger a su comunidad del saqueo? Sus actos nacen del corazón, ¡tendrían que publicar eso también!".


¿A que nos comprometen estas reflexiones hoy en día?

"Un hombre acaba de empezar a trabajar aquí. Está teniendo dificultades para trabajar. Otros se quejan de él. Pero sé que necesita el trabajo y el dinero. Si no ¿qué habría sido de él? Si tengo que dar de mi tiempo para que él tenga la oportunidad de aprender este trabajo, lo haré ". Claude trabaja como leñador en Francia. Su determinación para aumentar su propio trabajo para asegurarse de que su colega no sea despedido, nos llama a pensar en esfuerzos similares. El profesor en un barrio marginal que inventa, con todos los niños y adultos, un nueva forma de acoger y apoyar a un alumno que falta mucho al colegio. O los habitantes de viviendas populares que se atreven a pintar sobre el graffiti que humilla a una familia del vecindario.

El 17 de Octubre es un momento para reconocer a todos aquellos que se arriesgan y hacen enormes esfuerzos para acabar con la pobreza. Este nuevo alfabeto que nos propone Fatimata, ¿son todos estos gestos y compromisos que ya escriben, en las sombras, una historia nueva de fraternidad?


Aprender de aquellos que reflexionan día y noche sobre la miseria y buscan el sentido profundo de la vida, la justicia y la paz es construir la confianza y avanzar juntos hacia un mundo del cual estaremos todos orgullosos. Un mundo donde “todos los seres humanos tendrán la libertad de hablar y creer, liberados del terror y de la miseria1”.








Isabelle Pypaert Perrin
por la Delegación General.

1 Declaración Universal de los Derechos del Hombre



lunes, 13 de octubre de 2014

Enredados sí se puede


Dani García
Madrid 

Este verano, durante el Festival del Saber, tuvimos la oportunidad de visitar y conocer mejor tres barrios diferentes en los que desde hace poco más de un año realizamos la Biblioteca de Calle. La propuesta del Festival era recoger las “Historias de Barrio” de cada lugar, rescatar no sólo sus sombras, que son las que más fácilmente aparecen en un primer contacto, sino también sus luces, los esfuerzos y compromisos de sus vecinos, aquellas cosas de las que unos y otras pueden sentirse orgullosos, aunque a veces no se atrevan a decirlo en voz alta.

El resultado de esta propuesta de recoger las historias que atraviesan cada barrio fue muy curioso. En el lugar donde la condiciones físicas eran más difíciles, ya que las familias habitan en viviendas que tienen más de cincuenta años, autoconstruidas, con muchas goteras y deficiencias varias, sin embargo los relatos de la vida en el barrio eran mucho amables, luminosos. Mientras tanto, en el barrio donde las viviendas eran de mayor calidad, con espacios comunes bastante agradables, las quejas sobre el desencuentro entre vecinos eran constantes, y parecía como que nadie estaba a gusto en ese lugar. Algunas personas hablaban con añoranza de cómo era el barrio antes de que se levantaran los bloques de pisos donde ahora viven tantas familias, cuando eran tan solo 40 o 50 en casas bajas o chabolas. ¿Por qué esa añoranza de un tiempo en el que las condiciones de vida se nos presentan como mucho más duras? La respuesta aparecía evidente en labios de quienes nos contaban esas historias: allí la gente se conocía, se apoyaba cuando hacía falta, la solidaridad era posible. Lo mismo que pasaba en el primer barrio que comentaba, donde en medio de esas viviendas avejentadas, algunas medio derruidas, aún son evidentes los lazos que unen a las diferentes familias. Allí no hay lugar para esconderse, así que los encuentros (los desencuentros también, claro) son inevitables pero, sobre todo, cuando surgen necesidades no se puede mirar hacia otro lado y no queda otra opción que extender la mano para apoyar al vecino.

Estas redes de apoyo son las que han construido los barrios de nuestras ciudades, esos barrios conquistados por las familias que a través de la autoconstrucción y la lucha vecinal consiguieron ir viendo reconocidos algunos de sus derechos por parte de las administraciones. Quizás por ese poder que demostraron en su momento los movimientos vecinales, los planes de desarrollo urbanístico diseñados en las últimas décadas por las autoridades parecen empeñados en hacer cada vez más difícil el encuentro, la solidaridad y el apoyo mutuo, a través de dinámicas que generan aislamiento y la división en los barrios, dentro de la dinámica de cada vez mayor incomunicación que se da en nuestra sociedad.

Sin embargo, no es posible hacer desaparecer del todo ese ímpetu solidario, de encuentro, y resurge con fuerza cuando la situación se pone más difícil. Esta semana pasada tuve la oportunidad de acercarme y conocer a uno de los grupos locales de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca que tanto están luchando por el reconocimiento del derecho a una vivienda digna. Personas que se compraron su casa según el modelo de aislamiento y comodidad individual imperante, y que de repente se vieron en la calle, sin dinero y con muchas deudas, pero sobre todo muy solos. Personas que, a través de la lucha colectiva de esta Plataforma, descubrieron una dinámica de apoyo mutuo que les ayudó a salir de su problema individual y comprometerse en la lucha por otras también. Esta lucha colectiva la colocan siempre como eje fundamental en todo lo que hacen, el “nos tenemos que apoyar entre todos, ahora estamos contigo y luego tú estará con otros”. Pero sobre todo me impactó el constatar como esta solidaridad puesta en marcha les lanza mucho más lejos de lo que me esperaba, posiblemente mucho más lejos de lo que ellos hubieran imaginado antes de encontrarse luchando juntos.

Llegamos a la Plataforma para pedir apoyo para una familia que desde hace años vive en una nave de la que ahora el Ayuntamiento les quiere expulsar sin ofrecerles ninguna alternativa de vivienda a cambio. Nuestra duda era si esa situación tendría eco y sería entendida y bien acogida en una asamblea donde todos los participantes eran personas que habían tenido un trabajo, una hipoteca, una vida “dentro del sistema”, por así decirlo, aunque ahora estén en una situación difícil. Nos temíamos que la distancia respecto a esta familia que ha vivido siempre en condiciones de pobreza y exclusión, siendo además gitana, pudiese ser excesiva.

Nada de eso ocurrió. Desde el primer momento se señaló que la situación de esta familia era diferente a la de todas los demás participantes, pero eso no fue impedimento para que se analizase la situación conjuntamente y salieran diversas personas voluntarias dispuestas a movilizarse al lado de la familia para hacer presión al Ayuntamiento y que asumiera su responsabilidad en cuanto a poner todos los medios a su alcance para que esta familia pudea tener a acceso a unas condiciones de vida dignas. “Estamos con vosotros”, “Contad con nuestro apoyo”, “Buscaremos juntos una solución”, fueron algunas de las frases que hemos escuchado en diversos momentos de esta semana.

Parece cómo que tras haber sentido la parálisis de la impotencia en una situación crítica y desde ahí haber conseguido trabar redes de solidaridad y apoyo mutuo con otras personas dispuestas a acompañar, pase lo que pase, se han abierto nuevos horizontes a quienes han experimentado este proceso en carne propia. De repente la clave ya no está en señalar nuestras diferencias, sino en encontrar los puntos comunes que nos unen, especialmente a partir de la experiencia de injusticia vivida en primera persona, para poder hace frente a las dificultades confiados en la fuerza del sentirse acompañado.

Ahora que se acerca el 17 de Octubre, Día Mundial para la Erradicación de la Extrema Pobreza, me ronda todo el día por la cabeza esta cuestión: ¿cómo generar procesos de apoyo mutuo que nos permitan experimentar y construir estas redes que no solo nos aseguren el no caer al vacío, sino que también nos permitan tomar impulso para saltar más alto de lo que jamás imaginamos?

Al mismo tiempo, quienes desde siempre han vivido en la pobreza conocen muy bien la importancia de este tipo de redes y apoyos, aunque en muchas ocasiones no son reconocidos como validos: la acogida de familiares que están sin vivienda en la propia casa es señalado como hacinamiento y perseguido como una mala práctica que hay que evitar, la reconciliación tras episodios de violencia se marca como debilidad o falta de inteligencia, sin asomarse a la puerta que se vuelve a abrir para seguir construyendo un proyecto compartido... Son redes precarias, llenas de remiendos, pero situadas tan a ras de suelo que no dejan a nadie por debajo, que permiten que todos puedan participar y entretejer.

Ojalá este próximo 17 de Octubre nos permita descubrir y nos lance de lleno a enredarnos unos con otros, partiendo de lo más abajo posible, dejándonos sorprender, como muchas da las personas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, al ir descubriendo la potencia y la esperanza que somos capaces de generar en colectivo.

lunes, 6 de octubre de 2014

“Historias más allá del solvente y la basura”


A mi amigo Cristóbal,
que vive en nuestro compromiso

Cuando tenía 17 años llegué por primera vez a los alrededores del Relleno Sanitario1. Años más tarde acompañaría a personas que viven o trabajan en la calle, para ser testigo de su vida, de su historia, de sus luchas.

No es nada fácil. Nada. Muchas veces las condiciones del lugar, es decir, el ruido, el olor, el polvo, la basura, no me permitían relacionarme con facilidad. Una vez adaptada a las condiciones, siendo perseverante y dejándome enseñar por sus vidas, pude establecer lazos de amistad.

Toca ver lo más crudo de la realidad. Cuestionarse sobre la humanidad. Nunca se me olvida cuando los niños de Piedra Santa2 me contaron de cómo vieron morir a Alberto, por intoxicarse con unas salchichas. Ahí en la calle, a la vista de todos. ¿Quién merece morir así? Nadie. La lista es larga, la muerte acecha a quienes viven en la calle. Recientemente Cristóbal Ruano, con quien teníamos una historia de años, murió. Ahora lejos de las visitas a la zona 3, en mi silla, frente a la computadora, pienso en él y en su vida. Sus bromas, su memoria, la búsqueda de su hermano (que desapareció hace algunos años) y en su amistad.

No hay forma en que podamos dar vuelta atrás, pero sí hay mucho por hacer. Hoy después de muchos meses de trabajo y de muchos años de presencia a los alrededores del Relleno Sanitario, está lista la publicación “Espejismo o realidad. Historias más allá del solvente y la basura.” Una recopilación de historias, testimonios, poemas, fotos y dibujos, que nos permite entrar en la vida de las personas que viven o trabajan en la calle. No solamente su miseria, sino sus historias y su dignidad.

Los siguientes pasos, los construiremos juntos, con nuestros compromisos. Con mantenernos de pie para que un mundo más justo sea posible. 

Linda García Arenas
Ciudad de Guatemala

 
 
1 El basurero de la Ciudad de Guatemala.
2 Colonia situada a un costado del Relleno Sanitario, en donde tiene presencia el Movimiento Cuarto Mundo

martes, 30 de septiembre de 2014

¿Será cierto que los vientos favorables ya soplan en Latinoamérica?

Max Araujo

Casi todos los países de América Latina tenemos muchas cosas en común, entre ellas el uso del idioma español y un pasado de quinientos años y fracción muy parecido, pero también, lamentablemente, cuestiones negativas como el racismo, la exclusión, las desigualdades y la extrema pobreza. Es por ello que me alegran las noticias que dicen que en los últimos años Bolivia y Ecuador han reducido de manera significativa sus índices de extrema pobreza. Estos dos países, al igual que Guatemala, tienen un porcentaje alto de su población compuesta por personas indígenas y su mestizaje es similar. 

Sin embargo las noticias que nos llegan también nos indican que los presidentes de esas dos naciones, Evo Morales y Rafael Correa, son muy cuestionados, no solo por las formas de dirigir sus gobiernos sino también porque basan parte del éxito económico y de sus programas sociales en industrias extractivistas de recursos naturales y de mineras a cielo abierto, sin atender los derechos de los pueblos indígenas en cuanto la tenencia de su tierra y el respeto a la naturaleza. Las noticias nos dicen además que parte de la oposición que tienen se relaciona con que han afectado los intereses de quienes han detentado tradicionalmente los poderes sociales, económicos y políticos, y que son estos los que han difundido lo negativo. Tuve el privilegio de asistir a una conferencia que en Guatemala recientemente dio Correa y confieso que me causó buen impresión, no solo porque enumeró los logros de su gobierno sino también por la lucidez con la que abordó los problemas de la región.

En lo personal creo que si lo que se dice del éxito que se ha tenido en Bolivia y en Ecuador es cierto, en cuanto al combate a la extrema pobreza y en otros aspectos sociales y económicos, entonces Latinoamérica ya encontró el camino correcto para salir de sus atrasos y de sus males ancestrales y hago votos para que mas temprano que tarde Guatemala se suba a ese tren del progreso, siguiendo el ejemplo de esos dos países hermanos, pero tomando en cuenta el respeto al ambiente y los derechos de los pueblos indígenas. 

Pero si las noticias que nos llegan de Bolivia y Ecuador no son ciertas espero entonces que estos dos países y los otros de América latina sigan en la búsqueda del camino correcto para reconstruir esta región para bien de todos sus habitantes, en paz y con justicia social, lo que debe suceder antes de la mitad del siglo 21. Ya no podemos esperar otros quinientos años, como los que han pasado cuando fuimos conquistados y colonizados por Europa.
La justicia debe llegar. 
 

jueves, 11 de septiembre de 2014

Reconocer la inteligencia de los más vulnerables, una oportunidad para erradicar la miseria


Es fácil aceptar que no lo sabemos todo y que siempre podemos aprender algo de los demás. Esto lo experimentamos todos los días cuando escuchamos o leemos artículos de personas que son especialistas en los temas más diversos permitiéndonos entender más y mejor sobre dichas cuestiones. A menudo se acude a ellas para que aporten su conocimiento en un debate o en un trabajo de investigación y así ser capaces de tomar las decisiones más adecuadas. Los reconocemos como expertos.

Cuando se trata de abordar cuestiones relacionadas con la pobreza y la exclusión social también acudimos a expertos. Generalmente son considerados como tales profesionales de las más diversas áreas como sociólogos, economistas, pedagogos, trabajadores sociales, políticos, etc. Y es verdad que aportan un saber fundamental a la hora de abordar un tema tan complejo como este. Pero faltan otros saberes igual de importantes.

Las personas que viven y resisten día a día situaciones de pobreza y exclusión desarrollan un conocimiento y una comprensión sobre su propia vida, las relaciones y los mecanismos que les encierran en dichas situaciones, que son fundamentales. Pero generalmente lo que conocemos de ellas son sus carencias y dificultades. Se les aborda principalmente desde ahí y por eso sus conocimientos y potencialidades, suelen ser desconocidas, o peor aún, despreciadas. Como consecuencia de ello funcionamos como si no tuviéramos nada que aprender de esta población. En general se les reduce a la condición de asistidos y no nos planteamos contar con ellos para buscar soluciones. Así es imposible acabar con la pobreza extrema.

Hace unos días participé en una formación sobre el “Cruce de saberes”. Durante tres días unas cincuenta personas, entre las que había profesionales, voluntarios y personas en situación de pobreza (auténticos militantes por el reconocimiento de la dignidad de todos), nos formamos juntos para ser capaces de escucharnos, entendernos y generar las condiciones para que el saber del otro emergiera de manera construida, para así poder entrar en diálogo.

Hay muchas enseñanzas que saco de esta formación, pero me gustaría resaltar tres o cuatro ideas que me parecen fundamentales para favorecer la participación y la construcción colectiva de conocimiento entre personas de medios y experiencias diferentes:

  • Buena parte de los ejercicios que practicamos juntos fueron para tomar conciencia de que si no tenemos cuidado sólo creemos estar entendiéndonos. Las palabras, las cuestiones abordadas representan cosas diferentes para unos y otros. Usamos las mismas palabras para decir cosas diferentes y si no tomamos el tiempo suficiente, podemos pasar demasiado rápido sobre ellas y quedarnos cada uno en nuestra propia comprensión del tema. 

  • La necesidad de trabajar por “grupos de actores o de iguales”: el saber de cada uno se construye a partir de la interacción con otros y principalmente con aquellos que tienen una experiencia similar a la propia. Este saber construido de manera colectiva y autónoma es liberador y permite entrar en diálogo. Es fundamental que aquellos más vulnerables por culpa de la pobreza puedan desarrollar como grupo su propio saber.
  • No solemos estar cómodos cuando hay desacuerdos y tendemos a señalar demasiado rápido acuerdos o puntos que consideramos comunes aunque no nos hayamos dado el tiempo necesario para asegurarnos de que realmente lo son. Sin embargo, no evitar los puntos divergentes, nos permite ir más lejos, haciendo aparecer sensibilidades y comprensiones diferentes de aspectos que aparentemente parecen iguales, para que sean tomados en cuenta. 
  • Ejercitarnos en buscar qué parte de verdad hay en la argumentación del otro nos permite salir de nuestras propias lógicas y cuestionar nuestras certezas. Entonces es posible vivir un autentico “cruce de saberes”.
Reconocer que nuestras inteligencias y saberes compartidos son complementarios, y aprender a cruzarlos, me parece que es el camino necesario para construir un conocimiento sobre el que apoyarnos para acabar con la extrema pobreza.
9 de septiembre de 2014, Álvaro Iniesta Pérez

lunes, 25 de agosto de 2014

Sueños de infancia, sueños de humanidad

Maria Luisa Rojas 
Ciudad de Guatemala

¡Hay que soñar! Aunque sea tan difícil realizar los sueños hay que soñar…
Los sueños nos animan a actuar buscando algo mejor, nos empujan a cambiar, nos inspiran a ser mejores… Pareciera que sin sueños no hay acción, no nos movemos.

Nacemos con sueños de vida, de bienestar, de paz…

Todos tenemos sueños de niño que llevamos en el corazón. Guardamos como tesoros aquellas ideas locas que en nuestra infancia nos dieron tanta ilusión. Eran sueños tan sencillos que muchas veces se hicieron realidad: recibir de regalo la pelota que vimos en la vitrina, la muñeca que se podía bañar, un gran helado, un día en la playa, un abrazo de papá, ver a todos felices, … Pasan los años y algunos sueños se van realizando, otros se van quedando por ser más complicados o porque la vida no nos ha dado la oportunidad de realizarlos.

Pero qué pasa si desde pequeños la vida es tan dura, el bienestar no existe, la paz es violentada… Estos primeros sueños no se realizan nunca, van siendo opacados, van quedando en lo oscuridad de una covacha, escondidos en un alma infantil, porque sólo ahí encuentran luz.

Cuando hablas con un niño o niña que vive en la pobreza extrema  ¡con cuánta frecuencia escuchas palabras animadoras llenas de esperanza! Palabras que vienen de un corazón soñador que sobrevive en un cuerpo desnutrido, sucio, harapiento… Palabras incongruentes con la vida, pues te hablan de cariño, de igualdad, de armonía que esperan encontrar alrededor. Cuando te falta tanto, sueñas con mayor razón, sueñas todo aquello que debiera ser una realidad; tener alimento, aprecio de los demás, una vivienda, un tiempo para descansar. Todos estos sueños sin realizar se van acumulando, siendo ahora sueños de la humanidad: queremos un mundo justo, queremos un mundo en paz, un mundo mejor… queremos, como estos niños, ver tantos de estos sueños hechos realidad.

lunes, 18 de agosto de 2014

Pasado y Futuro


Daniel García
Madrid-España

Este verano, tras unos años de ausencia, el Festival del Saber ha vuelto a las calles de Madrid. Ha sido el colofón a un intenso año de presencia en diferentes barrios marcados por la realidad de la pobreza en Madrid a través de las Bibliotecas de Calle.Este tiempo de Festival del Saber es una oportunidad para ir más allá de los encuentros semanales en torno a los libros, la posibilidad de ir hasta el final de un proyecto haciendo confluir nuestros talentos y capacidades para ver qué es lo que somos capaces de construir juntos entre quienes viven en estos barrios y otras personas, artistas, profesionales y voluntarios, dispuestos a compartir lo que saben y aprender también de otros.

La propuesta del Festival giraba en torno a la recuperación, en positivo, de la memoria colectiva de los barrios. Porque para recordar los problemas y dificultades siempre hay gente dispuesta, pero los pequeños y grandes esfuerzos que buscan el apoyo mutuo para hacer posible una vida digna muchas veces caen en el olvido.

Para mí, en concreto, este Festival fue la oportunidad para profundizar en la relación con algunas de las personas que hemos ido conociendo a lo largo de nuestra trayectoria en la Biblioteca de Calle del distrito de Tetuán. Esto se ha dado de manera especial con dos personas a las cuales cuanto más conozco más me maravillan, aunque son de esas cuya valía es invisible para tantos y tantas, incluso entre quienes les rodean. Sus historias merecen ser rescatadas de este olvido.

"He estado muerto muchos años, ellos han estado vivos". Eso me decía J., un hombre gitano, cuando le preguntaba sobre la historia de su barrio, un asentamiento de casas bajas levantadas hace ya décadas por emigrantes de diferentes lugares de España. No conozco su pasado, ni sé las causas que le han llevado a sentirse de esta manera durante tanto tiempo. En seguida la imaginación se dispara, y las opciones que aparecen son múltiples. Pero en el fondo esos detalles no son importantes. Lo fundamental es que volvió de esa muerte, que de nuevo está entre nosotros, y que quiere compartir lo aprendido en ese tránsito con quién le quiera escuchar. Sobre todo le preocupan los jóvenes que ve a su alrededor: "las cosas parecen ahora diferentes para el pueblo gitano, ahora ves a unos y otros con móviles y esas cosas, pero ¿qué ha cambiado en realidad? ¿Qué oportunidades, qué futuro tienen estos chavales diferente al que yo tenía con su edad? Van al colegio, sí, pero no aprenden allí, y aunque aprendan luego no les va a servir de nada, porque el único trabajo que podrán hacer será el mismo que sus padres, vender en mercadillos. ¿Para qué van a estudiar entonces? ¿Cómo van a encontrar motivación?"

M.A. es madre de dos hijas, a las que trajo a participar en el Festival del Saber pese a que tenían una caminata de 20 minutos andando hasta donde hacíamos las actividades. Así fue también durante el curso con la Biblioteca de Calle. Nos ve como una oportunidad para que sus hijas aprendan, descubran cosas, disfruten de oportunidades de jugar y crear como cualquier otra niña de su edad. Ella sueña con que sus hijas puedan tener un futuro diferente, y se deja la vida en ello. Cada tarde que tenemos oportunidad de hablar me cuenta sus peregrinaciones por todos los dispositivos de ayuda para conseguir cuadrar las cuentas a final de mes sin que les falte nada esencial, los esfuerzos por conseguir hacerse con los libros del colegio pese a no poder pagarlos, su inquietud y preocupación ante las dificultades de aprendizaje que muestran en algunas ocasiones sus hijas... Pero lo cuenta no como queja, ni para dar lástima, simplemente comparte su caminar: sueña, cuida, ama...

Es curioso descubrir, tras estos días volcados en recoger retazos de historias pasadas, como las que más me conmueven son las que buscan como sostener un horizonte de esperanza, las que dirigen su palabra y su mirada a quienes vienen detrás de nosotros.

Así son las historias de J. y M.A. Historias que sueñan una vida posible en la que nadie quede al margen, de lado, muerto para la sociedad. Historias que quieren construir un futuro que no repita los errores del pasado.

Historias en marcha.