lunes, 31 de marzo de 2014

La "mayanización" en Guatemala.

Max Araujo
Guatemala Ciudad
 
La conquista y la colonización española para los indígenas de Guatemala significó el expolio de sus tierras,  esclavitud y el origen de sus males sociales contemporáneos, como la  extrema pobreza, la exclusión y el racismo, siendo que cuando se produjo la independencia política de España, en 1821, y el surgimiento de la república, esta situación no cambió, ya que los privilegios de los colonizadores fueron heredados, primero por los criollos, es decir los descendientes de éstos, y después por el pueblo mestizo y ladino,  que comparte su sangre y cultura con los pueblos originarios y con los conquistadores.

Sin embargo esta situación de los indígenas comenzó a cambiar a partir de 1944, cuando se produce la revolución de octubre, con las convenciones internacionales emitidas por Organismos del Sistema de Nacionales Unidas, por las leyes internas que se promulgan y por entidades de gobierno que se crean para atender esa problemática; pero ese  proceso ha sido lento, por lo que todavía, hoy,  personas de los pueblos mayas, garifuna y xinca, reclaman más oportunidades, más leyes y que se deje finalmente el modelo neocolonial y monocultural del Estado guatemalteco.   

La práctica del racismo y la discriminación sigue vigente en Guatemala, de los mestizos o ladinos hacia los indígenas, sin embargo estudiosos de la realidad nacional señalan que desde hace unos veinte años se está dando un  sólido proceso de “ mayanización” en la sociedad guatemalteca, por el que paso a paso, día a día, los indígenas de Guatemala avanzan en la conquista de sus derechos culturales, sociales, económicos y políticos, lo que promete, pasados algunos años más,  un mejor país, con mas justicia social. 

Lamentablemente  lo que no está cambiando  es el sistema de clases sociales del pueblo mestizo, en el que se mantiene, por ser la cultura dominante, a una población en todo el país, de casi el 17 por ciento,  sin distinciones del pueblo al que se pertenezca: maya, ladino, garífuna y xinca, viviendo en extrema pobreza, siendo que en su mayoría son hermanos mayas, pero también contingentes de población urbana, entre quienes se cuentas muchos mestizos  o ladinos.

De ahí que la"mayanización"del país no debe servir para perpetuar un sistema de clases sociales y económicas, en el que grupos  privilegiados de indígenas alcancen todos sus derechos, pero se mantenga a otros en condiciones difíciles sino para construir una sociedad en la que todos los guatemaltecos, sin excepción, tengamos acceso a una vida digna y decorosa. Hago mis votos para ello, para que Guatemala entre en un camino de justicia social, pero para ello el compromiso de quienes queremos un mejor país es fundamental..

lunes, 24 de marzo de 2014

Carmelo ¿derecho a existir?


Carmelo vive en una pequeña chabola hecha con tablones, cartones y plásticos, al pie de un árbol, en una pequeña bifurcación de caminos a las afueras de la ciudad.
Este lugar fue conocido en su día por albergar el mayor “supermercado de la droga” del sur de Madrid, pero de aquello sólo queda el recuerdo, la reputación, y algunas personas que aún se refugian allá huyendo de la gran ciudad, curando sus heridas, sobreviviendo.
Un compañero, rumbo a la casita de Carmelo, me decía: “esto parece Sarajevo”: escombros de casas derribadas y restos de una vida que quedó esparcida por todas partes tras el realojo y la destrucción del barrio hace años.
Y Carmelo está ahí, sentado en su silla de ruedas (tiene amputadas las dos piernas) de espaldas al camino. Está cerca de un fueguito en el que separa la chatarra que le ayuda a comer, de lo inservible. Los rescoldos también dan calorcito, lo que no viene mal en este descampado.
Nos ha pedido hace días que le ayudemos a sacarse su documento de identidad. Lo perdió hace tiempo en un recodo de su vida vapuleada por la pobreza y la exclusión. Con el documento en mano, espera poder tramitar alguna pensión por invalidez que le ayude a salir de este lugar al que llegó hace 10 años y del que no ha vuelto a salir.
Su cara surcada de arrugas nos recibe con una gran sonrisa. Sin embargo, venimos a contarle que de momento no logramos que los servicios competentes vengan a buscarle. Su caso les “chirría”. No es habitual. Según ellos Carmelo no debería estar allí. Ya se hizo lo necesario para que este asentamiento desapareciera, así que él o su compañera deberían movilizarse hasta los Servicios Sociales. Cuesta dinero hacer venir un equipo que responda a su pedido. Además, para el nuevo documento de identidad se necesitan datos que Carmelo no sabe dar. Así que los servicios competentes no quieren colaborar y darle la cita.
Mientras insistíamos por teléfono para lograr que un equipo de calle se desplace para verle en carne y hueso y no juzgar la situación desde su oficina, pensaba yo que la pobreza extrema siempre rebela los límites de la sociedad y nuestras instituciones. Las realidades humanas se cuelan entre las normas dictadas, los protocolos de intervención y los límites fijados a la responsabilidad de cada institución (que compartimentan y trocean la vida de la población como si no fuéramos un todo)
Y por esas fisuras se cuelan y quedan marginadas por años personas como Carmelo, que no cumplen los requisitos que justifican la intervención de las instituciones competentes para permitir a cada uno ser y existir con los demás.
Pero en las instituciones hay personas también. Dimos con una que se permitió ir más allá de normas, protocolos y límites institucionales, para bordearlos y ver a la persona. Su compromiso, quizás permita a Carmelo obtener de nuevo su documento. Aún nos quedan por sortear los “peros” de otros servicios competentes implicados.

19 de marzo de 2014, Álvaro Iniesta Pérez 
Madrid