lunes, 16 de diciembre de 2013

Emilio


Linda García Arenas
Guatemala Ciudad

Otra vez este viejo pidiendo limosna ¡que se ponga a trabajar! Que todavía le quedan manos. Ahora anda con otro niño, ¡a saber cuántos ishtos shucos[1] tendrá! Me pregunto por qué esta gente insiste en tener tantos hijos, si no tiene “money” para mantenerlos. Seguramente todos van a parar como él, haciéndose el inválido para no trabajar.

Me imagino a la esposa, echadota, dándose la grande. Viviendo del dinero de otros. Resulta que no sólo hay que pagarles la educación y la salud con nuestros impuestos, sino que encima hay que darles para vivir. Qué asco de gente. Los deberían de exterminar, total, no tienen ganas de aprender…

Vi a Emilio. Lo vi correr y entrar al restaurante para que no lo viera. Cuando salió, se escondió tras un bote de basura. Pero lo vi. Y me vio. Me quedé platicando con su papá, que sostenía el vaso vacío para pedir limosna. Estaba en la silla de ruedas.

A Emilio no le gusta que lo miremos pedir dinero. ¿Tendrá 11 años tal vez? Pienso que siente vergüenza, yo también la tendría. Creo que todos la tendrían. Pedir limosna es algo indigno. Pero para muchos necesario. A veces lo llego a considerar casi un trabajo. Estar ahí temprano, buscar un buen lugar, buscar algo para comer, recibir unas monedas, a cambio de una bendición. No es fácil pedir dinero.

Siempre vi a la gente pedir dinero en las calles, desde que soy niña. Pero nunca había conocido a uno de ellos. En carne propia, conocer su casa, su barrio, su familia, así como conozco a Emilio. A él también lo conozco, desde pequeño, pero ahora más que antes. Emilio, se guarda sus silencios, muy en lo profundo. El día del velorio de su hermano, Emilio lloraba en una esquina. Lo vi, lo consolé. En el resto de la noche y el día siguiente no lloró más. El dolor lo llevaba por dentro. ¡Con diez años que tenía en aquel tiempo!

A su papá, lo conozco poco, sé que está en silla de ruedas por una enfermedad que requiere de muchos medicamentos. Que no hay tratamiento en el hospital público, mucho menos la medicina. Total, no hay nada. De su madre, sé que desde siempre ha trabajado, pero que desde su esposo está en silla de ruedas, le toca más duro. Sale a vender aguacate, camina mucho, bajo el sol y el calor.

Su hermano, que murió asesinado, fue pionero en ir a la escuela ¡el primero de toda la familia! No fue fácil. La escuela no es muy comprensiva con los pobres. Los pagos, el material, los maestros que desconocen la vida de sus alumnos y piden cosas fuera de su alcance. Son muchos los motivos por los que la escuela no es un lugar agradable.

Pero Emilio, Emilio si va a la escuela. Está en cuarto grado. El otro día le dejaron como tarea buscar recortes de animales. En todo el asentamiento no encontramos ni un solo recorte, solo periódicos viejos. Le dije a Emilio que buscara un sobre de consomé. Estos sobres tienen un pollito afuera. Lo buscó entre la basura y fue el único recorte de animalito que pudo encontrar en su casa. ¡Bastante ingenioso! Pero faltaban muchos otros recortes.

Emilio tiene otros hermanos, como Mau, al inicio de año estaba entusiasmado con aprender a leer y escribir. Ahora no tanto. Parece que hay algo con la maestra, o quizás sean los montones de planas[2] a las que no le encontrará mucho sentido. Ni siquiera yo entiendo el sentido de tanta plana. Con unas cuantas repeticiones, bien hechas, bastaría.

Luego está la chica, Vale, ¡gran lectora! Ya hace años que a pesar de ser tan joven, unos años más que Emilio, se devora los libros, los comprende y los recuerda. Es una chica tan inteligente, que espero siga avanzando en la escuela, a pesar de las adversidades. Bueno, la escuela no es gran garantía. La escuela de los pobres es la más mediocre. No se compara en nada con los colegios[3]. Pero parece que algo es algo, al fin y al cabo, es lo que hay.

Emilio tiene muchos hermanos. Luego dicen que la sobre población y eso. Como si alguien supiera cuántos hijos tienen los ricos. Yo ni idea. Pero a los pobres, a ellos si les cuentan los hijos. Y son muchos, parece. Todos opinan, muy pocos rompen tabúes sobre el rol de la mujer o se dedican a educar en sexualidad. De todas formas, eso de juzgar al otro por los hijos que tiene, o deja de tener, no me gusta.

Pero estábamos con Emilio. Un día antes de su cumpleaños le dije que le llevaría un regalo. El mismo día del cumpleaños, se me escurrió. No se lo di. A la semana, se escondió, no se lo di. Total, me quedé el regalito. Creo que no lo veía con buenos ojos. Quizás como una limosna más, no le gustan las cosas regaladas.

Por cierto, nunca le he preguntado a Emilio que quiere ser de grande. La próxima vez que lo vea, se lo pregunto.




[1] Niños sucios
[2] Hojas donde se repiten tareas.
[3] En Guatemala los ‘Colegios’ se refieren a la educación privada

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Pobreza extrema: La violación más grave de los derechos humanos


[Artículo de opinión de Daisaku Ikeda, publicado en el diario The Japan Times, el 14 de diciembre de 2006.]

El 10 de diciembre fue el Día de los Derechos Humanos. Creo que la cuestión más apremiante que se plantea en el mundo de hoy es la pobreza extrema. La indigencia pone en absoluto riesgo el derecho a la vida de todo individuo y hace que sea imposible transcurrir una existencia basada en los atributos y libertades esenciales de la condición humana.
La realidad es que casi veinticuatro mil personas mueren cada día a causa de la pobreza, víctimas de la consecuente desnutrición, la imposibilidad de acceder al agua potable y de contar con la asistencia médica básica. En la próxima hora, otras mil vidas se perderán.
Si hiciéramos una comparación descarnada, esa cantidad de víctimas sería el equivalente a las que habría a bordo de aviones con quinientos pasajeros cada uno –la mayoría de ellos, niños de cinco años o menos— que se estrellaran uno tras otro, cada treinta minutos.
En setiembre de 2001, dirigentes mundiales se reunieron en las Naciones Unidas y adoptaron una serie de objetivos que luego se formalizaron como los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Los puntos consignados que deberían concretarse hacia el 2015 incluyeron la reducción a la mitad el porcentaje de habitantes del planeta cuyos ingresos sean inferiores a un dólar por día o que fueran víctimas del hambre. Pese a los solemnes votos que se hicieron en aquel momento, si se sigue avanzando a un paso tan lento, esas metas se tornarán inalcanzables.
Kemal Dervis, administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), advierte enérgicamente acerca del altísimo costo de no poder disminuir la pobreza: “Sería una tragedia, sobre todo, para los pobres del mundo; pero los países ricos tampoco quedarían indemnes. En un sistema global interdependiente, nuestra prosperidad y seguridad colectivas dependen decisivamente del éxito que obtengamos en la guerra contra la pobreza”.
A la sombra de quienes viven en la abundancia y el confort, agotando enormes cantidades de recursos, incontables habitantes de la Tierra padecen los tormentos del hambre y la devastación de su dignidad humana. Es necesario comprender cabalmente cómo juega esa terrible e injusta desigualdad en las reacciones en cadena de odio y de violencia que se generan en el mundo.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos esclarece esa conexión en su preámbulo: “Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad…”.
El principio de la interdependencia es crucial dentro del budismo, filosofía que sostiene que todas las cosas adquieren entidad a través de la acción recíproca de diversas causas y condiciones.
Nadie puede vivir absolutamente desconectado de los demás, y ningún país o sociedad existen en aislamiento. El budismo ilustra esa interdependencia mediante el ejemplo de dos haces de juncos. Si se apoya uno en el otro, ambos se sostienen erguidos; del mismo modo, el colapso de uno cualquiera hará que los dos se desplomen.
Es imperativo que adquiramos una verdadera conciencia, como ciudadanos de la Tierra que están unidos por lazos indisolubles. Cuando somos capaces de reconocer claramente esa realidad y actuar a partir de ella, nos vemos obligados a reconsiderar estrictamente nuestro modo de vida.
Bien podría afirmarse que las personas cuya vida y dignidad están bajo constante amenaza, a causa de todos los males que trae consigo la pobreza, son víctimas de la “violencia de la apatía” impuesta por la comunidad internacional. No hacer nada al respecto, aun cuando existe una clara conciencia de ese horrible sufrimiento, solo se puede llamar cobardía.
Recordemos las palabras de Martin Luther King (h): “La justicia que se posterga es justicia que se niega”.
Sin embargo, hay esperanza. Existen formas de acción. Muchas organizaciones no gubernamentales, instituciones y gente de buena voluntad están librando una batalla contra la pobreza. Los microcréditos, préstamos en pequeños montos a personas de escasos recursos para que puedan financiar proyectos laborales, han tenido un gran éxito bajo la conducción de Muhammad Yunus, laureado este año con el Premio Nobel de la Paz. La labor llevada a cabo por tanta gente ha permitido que muchas personas salgan por sí mismas del estado de pobreza. Todo ello constituye un modelo para nuevos modos de acción.
Sigue siendo una cruda realidad, no obstante, que los pueblos de las regiones más pobres del planeta están tan exhaustos, que los peldaños iniciales dentro de la escala de desarrollo quedarán siempre fuera de su alcance, a menos que se cuente con la ayuda de la comunidad internacional. Una respuesta adecuada al problema requiere una acción imaginativa y cuidadosa por parte de las agencias gubernamentales, para lo cual dichas entidades deberán movilizar recursos a una escala solo accesible para ellas y trabajar junto con las agencias de las Naciones Unidas y las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales de cada zona.
De acuerdo con el PNUD, el costo de eliminar la pobreza en todo el mundo sería menor que el uno por ciento de los ingresos mundiales. En franco contraste, los gastos militares globales alcanzan actualmente a un billón de dólares. Mediante la corrección de ese grotesco desequilibrio, comenzaremos a satisfacer las verdaderas necesidades que otorguen seguridad a la familia humana.
La ayuda que se brinda a los países pobres no debe tener el sello de la piedad o la conmiseración. Se trata de asistir a hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, que mantienen su orgullo como individuos y luchan con todas sus fuerzas para vivir en medio de las más atroces circunstancias que podamos imaginar. Son personas que se ven forzadas a subsistir en el miedo y en la inseguridad, lo que significa una violación a sus derechos más esenciales.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios”.
El segundo secretario general de las Naciones Unidas, Dag Hammarskjöld, lo expresó de la siguiente manera: “Se podría afirmar que la ‘liberación del temor’ resume completamente la filosofía de los derechos humanos”.
Los procesos de globalización económica han profundizado aun más los lazos indisolubles que nos unen al resto del mundo. Tal cosa, por un lado, nos exige reconsiderar nuestro modo de vida diario en el marco de ese contexto más vasto y, además, nos brinda mayores oportunidades de hacerlo. ¿Cuál es la influencia, el impacto de nuestras acciones sobre la gente que vive en países distantes? ¿No existe nada que podamos aprender del modo de vida de los demás? Si comenzamos a reflexionar sobre esas cuestiones, nos será fácil darnos cuenta de que podemos hacer mucho para resolver la crisis de la pobreza.
La historia del hombre ha esperado por largo tiempo el momento en que una nueva esperanza y creatividad emerjan de entre los más subyugados y oprimidos. Cuando los pueblos que han experimentado toda clase de abusos recobren su energía y poder, y ocupen su lugar en el corazón de la sociedad internacional, cuando su bienestar se convierta en el centro de nuevas ideas y de un nuevo pensamiento, lograremos enriquecer nuestro mundo con un inmensurable caudal de bienes, tanto materiales como espirituales.

Artículo publicado en:
http://www.daisakuikeda.org/es/La-violacin-ms-grave-de-los-derechos-humanos.html

martes, 10 de diciembre de 2013

No te dejan vivir

Dani García 
Madrid - España

"La pobreza la llevamos soportando sobre nuestras espaldas desde que nacimos. Y con eso vivíamos. Pero ahora es que no te dejan vivir".
Esto es lo que me comentaba hace poco un padre de familia tras haber tenido una entrevista con su trabajadora social. Estaba agotado, pues desde hace meses desde Servicios Sociales no hacen más que pedirle justificaciones y comprobantes: le piden que demuestre que su hija está bien vacunada, no sea que no tenga todas las vacunas puestas; le piden que traiga comprobantes de las entrevistas de trabajo a las que acude, no sea que no quiera encontrar un empleo; le piden que muestre los movimientos de su cuenta bancaria, no sea que con la Renta Mínima que cobra, y cuyo importe se sitúa muy por debajo del umbral de la pobreza, se dedique a gastárselo en cosas superfluas.
Este padre, que ahora tiene poco más de 30 años, nació en un barrio de chabolas de los más excluidos de Madrid. Por eso dice que ha soportado la pobreza desde siempre. Alejado de la ciudad, durante muchos años allí no llegaron los servicios municipales, lo que dificultó, por ejemplo, la escolarización de los niños y niñas. Pero al mismo tiempo, estas familias, que vivían en condiciones muy difíciles pero que conseguían ganar algún dinero para subsistir con la recogida de chatarra y los portes, eran dueñas de ese poco que ganaban, podían decidir cómo administrarlo a partir de lo que consideraban que podía ser mejor para su familia.
Está claro que esta autogestión de los bienes no era garantía de que se utilizara siempre de manera adecuada. Pero desde un despacho, sin conocer la realidad de la vida de estas personas, se corre mucho mayor riesgo de errar a la hora de pensar qué es lo que puede ser más adecuado para una familia que vive en condiciones muy difíciles.
Una de las principales dificultades que tenemos quiénes no hemos experimentado en carne propia la pobreza para entender a quienes la sufren en el día a día es el desconocimiento de nuestra propia ignorancia. Así me paso a mí una vez, hace ya unos cuantos años, cuando un niño me contaba tal día como hoy, a principios de diciembre, que le había llegado ya el regalo navideño, un abrigo que lucía orgulloso. Yo enseguida pensé que era una pena que esta familia, por ignorancia o desidia, no esperara para que sus hijos pudieran celebrar estos regalos al mismo tiempo que los demás niños, en los días de Navidad. Sin embargo, al poco rato la madre me ofreció una explicación que iluminó mi ignorancia: cobrando la pensión que recibían a principio de mes, era el momento de comprar los regalos, y en la casa el único sitio en el que se podía guardar el abrigo a salvo de las ratas era colgado de la lámpara en medio del salón. Así que no quedaba otra que dar el regalo inmediatamente.
Muchas veces, ante realidades de extrema pobreza que nos duelen y nos indignan, surge rápida la necesidad de dar una respuesta, de aportar soluciones, en un esfuerzo por tratar de alejar una situación que nos quema entre las manos y en el corazón. Pero si esto es lo único que hacemos, la frustración de estas iniciativas no nos dejará más salida que la huida, mientras culpabilizamos a quien dejamos abandonado por no haberse esforzado lo suficiente. Pero es necesario que nos dejemos transformar por estas realidades. Como decía Joseph Wresinski, fundador del Movimiento ATD Cuarto Mundo: “¿Para qué les sirve a las familias nuestra presencia, si ésta no ayuda a tener una mirada nueva?”.
La necesidad, sobre todo cuando es grande, parece imponer la urgencia. Pero cuando se está encerrado en el laberinto de la pobreza, la velocidad solo lleva al agotamiento en una carrera desquiciada que no encuentra salida. Por eso, aunque es fundamental ir tanteando a ver si hay rendijas por las que sea posible escapar, la única apuesta segura es la de apoyarnos mutuamente, aprovechando la experiencia y los conocimientos de cada uno, para así ir recogiendo las pistas que entre unos y otros podamos aportar para buscar la salida. Por eso, más importante que nuestra respuesta es el silencio. El silencio que permite escuchar al otro, que permite mirarle a los ojos, que permite reconocer también la incertidumbre y los miedos, que permite buscar lo que tenemos en común. El silencio que abre la puerta a un encuentro posible, a un proyecto compartido. 

lunes, 2 de diciembre de 2013

El año pasó volando…

María Luisa Rojas
Guatemala Ciudad

Las fiestas de fin de año nos invitan a reflexionar: pensamos en nosotros mismos, pensamos en los demás…

Generalmente nos asombra lo rápido que pasó el tiempo y es frecuente saludarnos diciendo: - “El año pasó volando”, -“El tiempo pasó corriendo…“

En este correr, el fin de año nos permite hacer de alguna manera un alto en la rutina y reflexionar. Nos permite valorar los logros alcanzados por nosotros o por los que están cerca y nos permite proponernos nuevas metas a alcanzar. Nos permite, al vernos en el espejo, ver reflejada nuestra imagen juntamente con la de los demás, ver los rostros de todas aquellas personas que han estado cerca en nuestra vida diaria: familiares, colegas, compañeros de trabajo, vecinos, vendedores en el mercado, personas con quienes hemos compartido la calle, el bus, la rutina… y no todos los rostros se muestran satisfechos o felices; quizá nuestro propio rostro refleja frustración.

El año pasó volando”… y muchos realizaron el vuelo junto a él. Pero para otros el tiempo pasó volando muy por encima de sus sueños, muy alto en cielos azules, muy lejos de su tierra, de su vecindario, de su casa; tan lejos, que no pudieron alcanzarlo, que no pudieron más que observar cómo la vida se desarrollaba en el tiempo de los demás.

El tiempo pasó corriendo, tan rápido, que muchos no pudieron, tan siquiera un minuto, aferrarse a él para vivir una vida digna. El tiempo simplemente pasó. Pasó sin dejar espacio a la más mínima realización, oportunidad de estudio, de trabajo o de distracción.

Un año termina y muchas vidas siguen con la esperanza de un nuevo año mejor. Un año en el que ese tiempo eterno de insatisfacción, se llene por un minuto de una oportunidad para volar. Así, después de doce meses poder decir con cansancio: -“El año pasó volando”, pero yo volé con él…


Fondo de la muerte: una mina de arena que da miedo

Saint Jean Lhérissaint
Puerto Príncipe - Haití

'Fondo de la muerte' es una enorme mina de arena que está ubicada en Descaillettes, un barrio pobre de Puerto Príncipe. La mina lleva el nombre de 'Fondo de la muerte' porque es un lugar donde mucha gente ya ha perdido la vida debido a los frecuentes deslizamientos de terreno gracias a la manera de explotar la arena. Hace algunos años, habían pequeñas minas distintas en la zona. Los años pasaron, la explotación se intensificó, las minas se juntaron y formaron una sola mina grande. Actualmente la mina se extiende sobre una gran superficie y continúa creciendo. Según los habitantes de la zona, la mina crece a la velocidad de la explotación. A medida que se cava, las huellas se dibujan en el barrio y algunos días después toda la parte marcada cae. Esto sucedió ya varias veces y siempre causó la muerte de varios trabajadores.

Cuando llegamos a 'Fondo de la muerte', según dónde nos ubiquemos, podemos oír la voz de los trabajadores y el ruido de las palas y picos debajo de sus pies. Los trabajadores son gente pobre que necesita una actividad y un ingreso económico que les permita vivir el día a día. Realizan este trabajo a pesar de que son conscientes del peligro que corre sus vidas. « Si pudiéramos elegir, no elegiríamos este trabajo, pero como no tenemos elección, estamos obligados a hacerlo ». Son decenas de trabajadores que cada día afrontan el peligro que representa esta mina que puede aplastarlos en cualquier momento. Además de que murieron personas durante los deslizamientos, la mina arrasa en su camino algunas viviendas cuando ésta debe caer. Lástima por las cosas que habían dentro de las viviendas y por los trabajadores que estaban debajo de la mina. Cuando esto ocurre, si los propietarios de la vivienda han logrado sobrevivir, ellos la reconstruirán más lejos. Pero atención : se trata de un recomenzar permanente porque hay que retroceder de nuevo algunos metros la construcción más o menos un año más tarde.

Por el momento, muchas viviendas están amenazadas por la mina, están ubicadas al interior del espacio marcado, quiere decir que el próximo deslizamiento se los llevará. « No podemos decirles que no puesto que ellos están buscando un sustento. Nosotros también trabajamos a veces », declara un vecino. Incluso gran parte del camino que lleva a la mina está marcado. Los camiones pasan de todos modos esperando que no llegue el mal día. 'Fondo de la muerte' da la impresión de una gran gruta. A veces, la mina hace un ruido estruendoso y todos los habitantes de la zona sienten una especie de sacudida.

Alrededor de la mina, hay viviendas que ya están destruidas y otras que todavía están intactas, pero los propietarios ya se han llevado las cosas que pueden trasladarse y han vaciado el lugar para no ser parte de las próximas víctimas. Mirando el tamaño de la mina, debe ser útil a la gente, sin duda. Pero eso no quita que una espada de Damoclès esté suspendida sobre la cabeza de la población. Al observar el ritmo de la explotación, no podemos dejar de estar preocupados por los trabajadores, los chóferes de camiones y toda la zona de Descaillettes.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Privadas de libertad, sin libertad de expresión

Diego Sánchez
La Paz - Bolivia

En este último tiempo he visitado el Centro de Orientación Femenina en Obrajes, ciudad de La Paz. Es un penal que alberga a una gran cantidad de mujeres, en muchos casos madres que viven con sus pequeños hijos recluidos, pagando condena por una variedad de delitos mayores o menores.

Parece ser un pequeño barrio, con calles angostas donde transitan día a día sueños y esperanzas por justicia, una que no retrase sus aspiraciones de recibir un juicio justo. En la actualidad más del 60% de su población no cuenta con condena, en muchos casos llevan más de tres años sin ver luces sobre sus casos.

Mi casual visita me dejó conocer una realidad que muchos no nos imaginamos cuando pasamos delante de esas paredes altas y alambradas. Al interior se vive la misma pobreza, como lo relatan algunas madres de familia con quien el Movimiento ATD Cuarto Mundo tuvo la oportunidad de conversar: “Estamos aquí no porque hemos cometido un delito, estamos aquí porque somos pobres, porque los ricos pueden pagar abogados y jueces, pero a nosotras nadie nos escucha, por más de que seamos inocentes o no”.

Lo cierto es que muchas de estas personas privadas de libertad están recluidas por defensa propia, es decir que sufrieron pasiva y silenciosamente violencia intrafamiliar de sus cónyuges durante mucho tiempo, al punto de buscar justicia por sus propias manos ya que en este país, como en muchos otros, la justicia definitivamente no tiene rostro de mujer, mucho menos de mujer pobre.

Por supuesto hay de las otras, quienes están encerradas en este centro penitenciario por narcotráfico. Aunque durante un debate promovido por el Movimiento, se desnudaron situaciones que pocas veces se tiene el valor de decirlo: “Estamos aquí porque hemos sido empujadas a delinquir, a falta de condiciones dignas de trabajo…”

El tema no es justificar los delitos, es entender lo que hay por detrás de ellos y las consecuencias que acarrea, incluso a extremos más allá de lo esperado. Esto lo he evidenciado por ejemplo en nuestros debates con estas mujeres, es decir, al intentar conocer la realidad de alguna de ellas, respondían con voz casi imperceptible: “No me pregunte a mí, pregunte a la señoras de atrás”, con temor en sus cabezas agachadas y miradas que nos hablan más de lo que las mismas palabras nos dicen: “Hay grupos de poder que generan control sobre nosotras”. En otras palabras, además de la privación de libertad también se vive falta de libertad de expresión, un doble encierro que muchas mujeres sufren.

Es un sufrimiento que lastimosamente no termina en sus vidas, es un sufrimiento que es heredado a sus hijos, los mismos que viven con ellas hasta los 13 años y que luego son destinados a albergues u hogares adoptivos al interior del país. El dedo señalador, acusador y discriminador de la sociedad ya no apunta solo a ellas, apunta también a sus hijos: “Nosotras estamos encerradas aquí, pero nuestros hijos tienen que enfrentar el mundo, cuando van al colegio son señalados y discriminados por tener una madre en la cárcel”.

Es necesario conocer toda esta serie de causas y efectos de la vida en los penales para entender la humanidad que habita en todas las personas privadas de libertad, ya que al ser recluidas, no termina su vida, al contrario, comienza otra, diferente, matizada por injusticias, violencia y discriminación.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Yo ya no quiero ser pobre, necesito una oportunidad

Este fue el llamado de Juan Carlos Baltazar ante miembros de la ONU en un seminario que organizó el Movimiento ATD Cuarto Mundo en Nueva York en junio pasado. Dicho seminario presentó las conclusiones de un proceso de evaluación del impacto de los Objetivos del Milenio en la vida de los más pobres; en él participaron, como Juan Carlos, más de dos mil personas de distintas partes del mundo viviendo en esa situación. 

El siguiente vídeo rescata algunos momentos fuertes de ese evento. Les invito a verlo, discutirlo, compartirlo, en fin...

Susana Huarachi Quispe
El Alto - Bolivia.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Voces de enseñanza


Desde Bolivia, en el marco de la evaluación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, les compartimos este video que muestra el análisis de la educación en Bolivia desde la realidad y experiencia de los más pobres. Es resultado de un proceso de investigación participativa que fue realizado por el Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Bolivia (PNUD).


Esperamos sus críticas y comentarios.

martes, 5 de noviembre de 2013

UN CAMINO HACIA EL RECONOCIMIENTO.

Elda García
Escuintla - Guatemala


Un monumento en el  Patio de la Paz, en el Palacio Nacional de la Cultura ha sido colocado desde el año 1997. El monumento fue develado un año después de haberse firmado el Acuerdo de Paz Firme y Duradera entre el Gobierno de la República y la URNG (Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca). Como símbolo de este acuerdo, cada mes, en el palacio nacional de la cultura, se cambia la Rosa de la Paz que lleva el monumento. A través de un Acuerdo Ministerial publicado en el Diario Oficial, se establece que este cambio debe otorgarse a personas o instituciones, nacionales y extranjeras que han jugado un papel importante en la promoción de la cultura de la paz.

Este 17 de octubre, a Loida Ramos, una joven de 19 años procedente de Guatelinda Escuintla, se le concedió la oportunidad de sentarse en la mesa principal para realizar el cambio de la Rosa. Y es que no es nada fácil obtener esto. Y no es la primera vez.  El Movimiento Cuarto Mundo en Guatemala, desde hace 10 años consecutivos, sigue buscando el reconocimiento y la visibilización de los esfuerzos de las familias más pobres. Es a partir de este acto significativo que seguimos en este camino.

En su intervención Loida nos decía: “Me considero una persona amigable.  Cuando vamos a chatarrear, a buscar leña o a recoger purina (comida para los perros) que tiran cerca de donde vivo, junto a otras personas de la comunidad,  siento que la mente se me desaloja…… es así como ayudo a mi papá y a mi mamá y cuando recibo el dinero “es alivio para la vida”. 

Muchas veces nos repartimos lo que juntamos. Siempre les digo: hay que unirnos. No me gusta cuando se ponen a pelear.  Me gusta estar con los jóvenes para apoyarlos…… A veces se me salta la voz y los regaño para que no pierdan lo que yo no he podido ganar. A los adultos los apoyo, animándolos  para que sigan adelante. No me gusta verlos desanimados”.

Estas son algunas de sus palabras, dando a conocer la lucha diaria que  muchas familias en nuestro país realizan. Como ella, sabemos de los miles de guatemaltecos que hacen esfuerzos para mantener vivo el espíritu de la paz, pero más allá, aún en medio de la miseria, siguen teniendo gestos de amistad, de fraternidad y de bondad unos con otros. Gestos que claramente nos dan a conocer el valor que todo ser humano posee.

Al igual que Loida, Vivi Luis también parte de familias muy pobres, nos compartía: …“Tenemos esta manía: Juzgamos mucho sin ver más allá de la situación.  Cada familia tiene una historia y una realidad diferente: ¿Cómo lograr que nuestros jóvenes puedan seguir adelante? De mi punto de vista, la respuesta es en el acceso pleno al conjunto de sus Derechos y no solamente “oportunidades” que una mínima parte de los guatemaltecos pueden agarrar. Así permitimos a cada ciudadano y especialmente a los más excluidos de aquí, de Escuintla, del interior,  construir un futuro mejor.

Este día quedará grabado en la mente de las familias, de los niños, de los jóvenes, como una oportunidad más de hacerse ver, de hacerse escuchar, de encontrarse con otros, no importando sus condiciones de vida, su posición. Porque en este Patio de la Paz, en este lugar donde no “cualquiera” entra, las familias del Movimiento Cuarto Mundo se han parado una vez más para dar a conocer su lucha, sus sueños y sobre todo de lo que son: portadores de paz.


lunes, 28 de octubre de 2013

La historia de América Latina, es una sola


Linda García Arenas
Guatemala ciudad

En los últimos años he tenido la oportunidad de ver algunas películas o documentales que me han dejado un nudo en la garganta, algunas lágrimas en los ojos y mucho coraje.

No importa si su origen es peruano, argentino, salvadoreño, chileno o guatemalteco. La historia siempre se repite. La guerra, las historias de la guerra ¿la misma guerra? La del poder, la de la izquierda, la derecha y los yanquis de fondo. El dolor, siempre el mismo dolor, la separación de las familias, las desapariciones, los asesinatos y la miseria. Finalmente, los mismos llevan sobre la espalda todo el peso de la historia: los más pobres.

Pasados los años, parece que el destino se sigue ensañando con nosotros. Vuelven las ansias de poder, de dinero, de oro. La minería a cielo abierto, la nueva forma de amenazar a las poblaciones ¡y al ambiente! Nuevamente empieza la persecución de quienes defienden su territorio, su agua, sus árboles ¡su vida!

Llevo atravesada en el corazón, la historia de doña Diodora, ahí en la punta de un cerro al norte de Guatemala. El español no es su lengua materna, pero aun así cuenta su historia de lucha en soledad contra una minera canadiense ¿Quién es ella, sola en su lucha, frente a una empresa transnacional? ¿Quiénes somos nosotros frente a la explotación de nuestros recursos para el enriquecimiento de otros y la miseria de los mismos?

Les dejo los links de algunas películas o documentales. Algunos están completos y otros son trailers o sinopsis. ¿En sus países la historia es la misma? Puedes aportar otros links. No importa, si no eres latinoamericano, porque seguramente en muchos rincones del mundo hay muchas injusticias por contar y compromisos por vivir.

Sobre conflictos armados:
Con mi corazón en Yambo (Ecuador)
Nostalgia de la luz (Chile)
Voces inocentes (El Salvador)
La isla (Guatemala)
Machuca (Chile)

Sobre la minería:
Operación diablo (Perú)
El oro o la vida (Guatemala)
Fiebre del oro (Guatemala)

LA CULTURA Y LA LUCHA CONTRA LA POBREZA EXTREMA


Alberto Ugarte Delgado

El jueves  17 de octubre, a iniciativa del “Colectivo por la Igualdad y Defensa de los Derechos Humanos”  y como parte de la conmemoración del “Día Mundial para la erradicación de la Pobreza Extrema”,  la actriz Delfina  Paredes presentó en Cusco el monólogo: “¿Florecerá mi Nombre?”, fruto del encuentro con familias del cuarto mundo de la ciudad del Cusco y de la Comunidad Campesina de Cuyo Grande.

Delfina Paredes,   una de las actrices más populares del Perú, con una gran trayectoria en el teatro y la televisión, supo con mucha sensibilidad y respeto, recoger los testimonios y las experiencias de estas familias, quienes desde lo más profundo de ellos mismos expresaban su sed de reconocimiento, como ciudadanos de  pleno derecho y como personas con una dignidad que respetar. Con su gran talento Delfina construyó un personaje, Rudecinda, que sintetiza la vida y el combate de miles de  madres de familia de nuestra sociedad, que en medio de la adversidad y las dificultades,  luchan a diario por sostener  a su familia unida y mantener encendida la esperanza  de un mañana mejor para los suyos.

Me parece significativo que en el marco del 17 de Octubre se realice un evento cultural como el que nos presentó la actriz Delfina Paredes,  pues la lucha contra la pobreza no debe reducirse a la lucha contra la pobreza del hambre, del frío y del desamparo, todas esas expresiones materiales de la pobreza que tanto nos conmueven e indignan; sino también contra todas esas otras formas, quizás más sutiles, pero no por eso menos perversas y destructivas, como el hecho de privar a una persona de la posibilidad de acceder al patrimonio cultural que a lo largo de siglos y desde  lugares distintos de nuestro planeta el hombre ha ido creando.  Pero es tal vez más injusto, privarlo de las posibilidades y los medios para construirse él mismo como un actor cultural, capaz de enriquecer su propia cultura y la cultura universal.

No en vano el Padre Joseph Wresinski, iniciador del 17 de octubre,  señalaba a  la pobreza extrema como un despilfarro enorme de humanidad. Ante ello,  tuvo  siempre una preocupación central en torno a la cultura y desde un inicio sus acciones estuvieron marcadas por esta preocupación; es así que cuando estaba sobre el barro de la miseria en un barrio de chabolas a las afueras de París, con familias que carecían de lo indispensable,  lo primero que hizo fue un jardín de infancia para los más pequeños, un centro cultural para los adolescentes y jóvenes, un “foyer”  comunal para los adultos, en el cual pudieran aprender  la música, el teatro, el arte y hacer cosas bellas con las manos. Años más tarde reflexionando sobre esta relación entre cultura y pobreza extrema, afirmaría: “…la acción cultural es efectivamente primordial. Permite plantearse la cuestión de la exclusión humana de una manera más radical que cuando se trata del acceso al derecho a una vivienda, a un trabajo, a los recursos o a la sanidad. Podríamos pensar que el acceso a estos otros derechos se hace ineludible cuando es reconocido el derecho a la cultura. Transmitir un patrimonio cultural significa integrar a aquellos que lo reciben en ese mismo patrimonio del que se convierten en herederos. Significa crear una misma historia, identificarse cada uno con la voluntad de crear un destino común entre todos los creadores de ese patrimonio.[1]

Si tal como afirmamos la cultura debe ser un fin en sí mismo, debemos reconocer que es también un medio inigualable para desarrollar nuestra sensibilidad, para enriquecer nuestra visión del mundo, para permitir el encuentro, el diálogo y la comprensión entre los hombres; en fin,  un medio para hacer de nosotros mejores seres humanos.

Queremos pues, en el marco del 17 de octubre,  insistir en que la lucha contra la pobreza y la lucha por el acceso de todos a la cultura, hacen parte de un mismo combate, que es el de forjar una sociedad en la que toda persona tenga las posibilidades y los medios para desarrollarse plenamente.
Lima, octubre del 2013