lunes, 28 de octubre de 2013

LA CULTURA Y LA LUCHA CONTRA LA POBREZA EXTREMA


Alberto Ugarte Delgado

El jueves  17 de octubre, a iniciativa del “Colectivo por la Igualdad y Defensa de los Derechos Humanos”  y como parte de la conmemoración del “Día Mundial para la erradicación de la Pobreza Extrema”,  la actriz Delfina  Paredes presentó en Cusco el monólogo: “¿Florecerá mi Nombre?”, fruto del encuentro con familias del cuarto mundo de la ciudad del Cusco y de la Comunidad Campesina de Cuyo Grande.

Delfina Paredes,   una de las actrices más populares del Perú, con una gran trayectoria en el teatro y la televisión, supo con mucha sensibilidad y respeto, recoger los testimonios y las experiencias de estas familias, quienes desde lo más profundo de ellos mismos expresaban su sed de reconocimiento, como ciudadanos de  pleno derecho y como personas con una dignidad que respetar. Con su gran talento Delfina construyó un personaje, Rudecinda, que sintetiza la vida y el combate de miles de  madres de familia de nuestra sociedad, que en medio de la adversidad y las dificultades,  luchan a diario por sostener  a su familia unida y mantener encendida la esperanza  de un mañana mejor para los suyos.

Me parece significativo que en el marco del 17 de Octubre se realice un evento cultural como el que nos presentó la actriz Delfina Paredes,  pues la lucha contra la pobreza no debe reducirse a la lucha contra la pobreza del hambre, del frío y del desamparo, todas esas expresiones materiales de la pobreza que tanto nos conmueven e indignan; sino también contra todas esas otras formas, quizás más sutiles, pero no por eso menos perversas y destructivas, como el hecho de privar a una persona de la posibilidad de acceder al patrimonio cultural que a lo largo de siglos y desde  lugares distintos de nuestro planeta el hombre ha ido creando.  Pero es tal vez más injusto, privarlo de las posibilidades y los medios para construirse él mismo como un actor cultural, capaz de enriquecer su propia cultura y la cultura universal.

No en vano el Padre Joseph Wresinski, iniciador del 17 de octubre,  señalaba a  la pobreza extrema como un despilfarro enorme de humanidad. Ante ello,  tuvo  siempre una preocupación central en torno a la cultura y desde un inicio sus acciones estuvieron marcadas por esta preocupación; es así que cuando estaba sobre el barro de la miseria en un barrio de chabolas a las afueras de París, con familias que carecían de lo indispensable,  lo primero que hizo fue un jardín de infancia para los más pequeños, un centro cultural para los adolescentes y jóvenes, un “foyer”  comunal para los adultos, en el cual pudieran aprender  la música, el teatro, el arte y hacer cosas bellas con las manos. Años más tarde reflexionando sobre esta relación entre cultura y pobreza extrema, afirmaría: “…la acción cultural es efectivamente primordial. Permite plantearse la cuestión de la exclusión humana de una manera más radical que cuando se trata del acceso al derecho a una vivienda, a un trabajo, a los recursos o a la sanidad. Podríamos pensar que el acceso a estos otros derechos se hace ineludible cuando es reconocido el derecho a la cultura. Transmitir un patrimonio cultural significa integrar a aquellos que lo reciben en ese mismo patrimonio del que se convierten en herederos. Significa crear una misma historia, identificarse cada uno con la voluntad de crear un destino común entre todos los creadores de ese patrimonio.[1]

Si tal como afirmamos la cultura debe ser un fin en sí mismo, debemos reconocer que es también un medio inigualable para desarrollar nuestra sensibilidad, para enriquecer nuestra visión del mundo, para permitir el encuentro, el diálogo y la comprensión entre los hombres; en fin,  un medio para hacer de nosotros mejores seres humanos.

Queremos pues, en el marco del 17 de octubre,  insistir en que la lucha contra la pobreza y la lucha por el acceso de todos a la cultura, hacen parte de un mismo combate, que es el de forjar una sociedad en la que toda persona tenga las posibilidades y los medios para desarrollarse plenamente.
Lima, octubre del 2013


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