lunes, 4 de marzo de 2013

Hablar para nunca más callar


María Luisa Rojas
Guatemala Ciudad

La pobreza duele, aún cuando no se viva en ella. Tal vez por eso, en países como Guatemala, en los que hay tanta pobreza, empezar a hablar de esto es la de nunca acabar… Y no queremos hablar de ella. No queremos “complicarnos la vida” buscando soluciones que nos parecen inalcanzables. No queremos aceptar que somos parte del problema y mucho menos, aceptar una responsabilidad ante la misma.

La pobreza divide y aún sin darnos cuenta pasamos la vida levantando muros para proteger nuestros bienes, para crear círculos exclusivos, para marcar las diferencias. Sin darnos cuenta, excluimos al más pobre pero también nos excluimos de una vida armoniosa en sociedad.

Tal vez nuestro actuar no crea directamente pobreza, no trasgrede directamente los derechos humanos de los otros, pero como dice un refrán “Quien calla, otorga”.

Callamos mucho, nos habituamos a formas de vida injustas, no hacemos nada y dejamos que el abuso social se imponga. Nuestro silencio permite actos injustos, arrebata derechos a otros, no da oportunidad al vecino. Nuestro silencio nos vuelve cómplices de tanta injusticia.

CALLAMOS.
NO DECIMOS NADA.

Vivimos con el dolor de todo lo que vemos. Vivimos con el corazón oprimido por el silencio, por la impotencia, por la indiferencia.

¿Por qué no hablamos?...
¿Por qué dejamos vencer por el miedo a la denuncia?...

¿POR QUÉ?...

Quizá porque tememos a la burla, a la decepción, a la crítica inútil.

Pero la pobreza de los otros seguirá doliendo y nos hará sufrir, hasta que rompamos el silencio, hasta que hablemos claramente, hasta que encontremos a otros con quienes entablar un diálogo y juntos propongamos soluciones para ayudar a contrarrestar la pobreza, HASTA QUE HABLEMOS PARA NUNCA MÁS CALLAR...

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