lunes, 11 de agosto de 2014

REFLEXIONES SOBRE LA VIVIENDA



Por: Linda García
Ciudad de Guatemala

Hace unas semanas el tema de la vivienda volvió a surgir en la opinión pública en Guatemala. Casi mil agentes de la Policía Nacional Civil fueron a desalojar a las familias que vivían en el Asentamiento Linda Vista de la zona 7 de la capital. Este lugar se encuentra en la orilla de un barranco, donde también hay tres torres de alta tensión, desde luego no es un buen lugar para vivir.

Ahí en la orilla de una importante carretera de la ciudad, el Anillo Periférico, se podía ver a las familias con sus pertenencias, sillones, colchones… esperando quién los trasladara a casa de un amigo, un familiar o a la calle. Ahí a la vista de todos. Todos se permitían opinar sobre su vida.

El tema de la vivienda es mucho más profundo que uno de tantos desalojos violentos. Detrás, hay quienes aseguran, hay una red de crimen organizado que se dedica a la usurpación de tierra en lugares de riesgo, para luego revenderla, siempre a los más pobres.

Durante este proceso se hacían comentarios, el más recurrente era sobre el tráfico vehicular, pues las familias desalojadas taparon el Anillo Periférico durante días como medio para manifestar sobre el problema de la vivienda en el país. Esto desencadenó el caos y el rechazo de la medida por quienes necesitaban transitar por ahí. Aun cuando el asunto de la vivienda nos involucra a todos.

Hubo otro comentario recurrente, todavía más duro para aquellos que viven la miseria de la violencia “la tierra se gana con trabajo, no te la regalan”. Comentario fruto de la ignorancia y la falta de encuentro. Los terrenos, por más riesgosos que sea su ubicación, son cobradas por el Estado en caso de que les sea concedida. Y segundo, los más pobres sí trabajan, muchas veces aún más duro que muchos de nosotros y en trabajos que ponen en riesgo sus vidas. A pesar de esto, debido a la violación de sus derechos (tienen que pagar por la educación, por la salud, por todo…) y la vidas tan difíciles que cargan sobre sus hombros no logran juntar ni para lo más mínimo. Estas palabras las puede entender quién ha caminado a su lado o lo ha vivido en carne propia.

Finalmente, el problema no se soluciona. El gobierno no hizo análisis socioeconómicos para determinar qué familia necesitaba un hogar y quiénes se dedican a la red de usurpaciones. Nadie los realojó en ninguna parte. No existen proyectos de vivienda social estatal, no sólo para quienes viven la pobreza, sino que para todos. Tampoco fuentes de empleo digno, ni educación gratuita y de calidad, ni salud preventiva y un largo etcétera. Solo nos queda apostar por la empatía por aquellos quienes hoy duermen hacinados o bajo la lluvia y que tal vez nos haga movilizarnos a favor de ellos, y de nosotros.

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