lunes, 8 de julio de 2013

LA MISERIA DE LA MÚSICA

Un aporte de Pierluigi Toso
Italia

¿Qué significa la miseria con referencia a la música y la música con referencia a la miseria?
Por mi experiencia esta pregunta toca un tema considerado muy secundario en comparación con la economía, la cual parece una palabra mágica que gana sobre todo el resto en la cabeza de la mayoría de la gente y de la política, por lo menos en mi país, Italia, y quizá en toda Europa.

Es una evidencia que la música es algo que toca a cada hombre y es también evidente, sobre todo a los ojos de quien ha estudiado seriamente cualquier instrumento o el sistema mismo de la composición musical, cómo el sistema escolástico no ha asumido la importancia social, cultural y económica, de formar por lo menos “las orejas” de los estudiantes. Esa falta es aún más grave en países donde la tradición cristiana, de cualquier confesión sea1, tendría que haber puesto la música como recurso fundamental por la fe, ya que las Escrituras están llenas de música y tienen indicaciones precisas de entonación y de instrumentos utilizados.

Recientes investigaciones científicas demostraron que los músicos pueden encontrar soluciones a los problemas que otros no pueden, porque la música hace desarrollar una parte del cerebro que ninguna otra disciplina toca. A partir de esas consideraciones iniciales y antes de abordar el tema de los que viven en miseria es bueno entender cómo la música misma está tratada miserablemente y esa es la primera razón de la miseria humana con referencia a la misma música.

Es muy evidente que una familia que no tiene recursos para juntar el almuerzo de cada día está excluida de la posibilidad de poner un hijo a estudiar seriamente música2 si eso no está planeado por el Estado y la Educación Pública. Pero todo eso viene de la miseria musical que está en la cabeza de los que podrían introducir la posibilidad del estudio de la música, empezando en la escuela primaria, siendo consciente que la música necesita también de un compromiso de voluntad importante de parte de los niños, porque es cierto que no a todos les gusta estudiar o ir a la escuela, pero es también cierto que si hay buenos profesores es difícil rechazar el aprender.

En ese sentido estoy consciente que necesita una revolución copérnica, porque se necesita cambiar un orden de valor que parece intocable; orden que es una ventaja para pocos y una desventaja para todos, ya que los mismos que piensan en “ganar” pierden en principio, porque ellos mismos se cierran la posibilidad de entrar en un mundo diferente. Y ese discurso no está tan lejos de lo que está escrito en los evangelios cuando Jesús critica duramente a quien no deja entrar a los demás en el reino de Dios cerrando o impidiendo su entrada misma.

A parte de lo negativo que parece surgir de la introducción que acabo de escribir hay también que reconocer cosas positivas con referencia a la música. Por ejemplo: Un proyecto de construcción de instrumentos musicales con material de reciclaje y a partir de eso el nacimiento de una orquesta hecha por gente que vive cerca de basureros. También artistas que utilizaron pistolas, convirtiéndolas en flautas. O miles de músicos, también en mi país, que tocan gratuitamente, o casi sin pensar, en todo el tiempo que cuesta preparar un concierto. Además es cierto que la música no tiene precio, y creo que por eso, cuando uno se sumerge en la música ya no mira el dinero y ese es el mismo mecanismo que uno vive cuando tiene una fe auténtica de cualquier confesión o religión.
Para un europeo como yo, que tuve la posibilidad y la voluntad de estudiar seriamente la música, es casi automático reconocer en los grandes compositores la fe que los empujaba a sobrepasar las dificultades económicas que tuvieron. La música misma tiene el espíritu que mueve la misma fe. Puedo dar el ejemplo de J.S. Bach, para muchos considerado el más grande músico desde siempre, por lo menos en Europa, pero también otros como Beethoven llegando hasta Schömberg, han mostrado claramente su fe.

Está claro a mis ojos que la miseria se puede destruir con la música, porque eso cambia la visión económica de la humanidad y no creo que sea por casualidad que uno de los hombres que afirmó cómo la miseria tiene que ser destruida, fue un literato de nombre Victor Hugo. Las Escrituras dicen que los pobres siempre existirán, así como afirman que el reino de los cielos pertenece a ellos, ese es el punto crítico, saber distinguir entre miseria y pobreza y saber que la pobreza de la que habla el evangelio con referencia a lo ser dichoso, es una pobreza sea material sea de espíritu, una pobreza que pone al hombre libre de una visión económica que lo rinde esclavo. Una pobreza que abre al tiempo de la música. Para destruir la miseria sería “suficiente” convertirla en pobreza. Eso creo, sería un verdadero milagro de humanidad, que está dentro de las posibilidades del hombre.

El cómo destruir la miseria dentro de la realidad de cada país, necesita del aporte libre de todos, los hechos concretos hay que pensarlo en el tiempo y en el espacio que cada uno vive en total libertad, porque la música como la fe no puede ser impuesta para nadie si no que solamente elegida. Seguramente lo que ayudaría mucho es una educación musical, a empezar desde pequeños, por lo menos de todos los que lo desean, y en los niños ese deseo empieza por los padres. Así que se vuelve al principio, al problema de poner personas de cultura musical en plazas públicas que tengan la sensibilidad de universalizar el acceso al estudio de la música, explicando con una obra de divulgación la importancia, también económica, de algo que no está limitado como cualquier recurso material y que al contrario es tan potencialmente indefinido, en cuanto se tenga la voluntad de profundizar en el tema. Además la música enseña también a tocar juntos y ese es el más grande recurso de un pueblo o sea la unidad que puedan alcanzar. No por nada cada país tiene su himno nacional, porque quizá sin saberlo conscientemente cada hombre busca esa unidad en la comunidad de la cual hace parte.

Continuará....


1 Ese tema es muy complejo porque en realidad confesiones como la evangélica luterana tienen la música en seria consideración a la par de la Teología.


2 A pesar de todo, cualquier padre o madre de familia está muy ilusionado de hacer aprender a tocar un instrumento a su hijo. Esa fue también mi experiencia personal a pesar de las condiciones económicas, pero con la posibilidad de una escuela pública, aunque seleccionada.

1 comentario:

  1. Cuando la sociedad enaltece la obra de Bach, Beethoven o Mozart lo hace a partir de las grandes capacidades de estas personas, esta lógica busca el máximo desarrollo de las aptitudes musicales. Es así que el mundo reconoce a los mejores músicos como personas dotadas.
    Sin duda la música es vital para el desarrollo del humano, pero bajo el criterio actual de nuestras sociedades la música busca el desarrollo individual del artista. Esta lógica del talentoso y dotado músico no nos permite una construcción colectiva.
    En este mundo solo se valora al mejor guitarrista, al mejor pianista, al mejor compositor; sin embargo en nuestros pueblos indígenas la música es una construcción colectiva, donde tú no puedes hacer música sin tu comunidad, donde el concepto de artiste no existe. Ahí no importa quién es el mejor soplando los sikus o golpeando los bombos.
    Me parece bien valorizar la música, pero a la vez debemos trabajar en cambiar esa lógica individualista que solo reconoce a los mejores.

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