lunes, 16 de septiembre de 2013

El Sentido de la Presencia del Movimiento ATD Cuarto Mundo en Lima

Alberto Ugarte Delgado

Estos últimos 5 años con el Movimiento en Lima, hemos podido conocer mejor la realidad que viven las familias que acumulan mayores precariedades e inseguridades. Muchas familias empiezan aquí a tomar contacto con el Movimiento, a conocer y comprender el sentido de nuestra presencia y acción junto a ellas. Se trata de un camino que empezamos con las primeras visitas a las familias del Asentamiento Humano de Vista Alegre en Valdiviezo, un barrio cercano al centro de la ciudad en el que en medio de grandes carencias viven una centena de familias.

Romper la desconfianza y la distancia de los primeros contactos fue un largo camino. No llegamos solos, la hermana Bernadette Boudou, de la Congregación de la Compañía de María y aliada del Movimiento en Francia desde hace más de 25 años, fue quien nos introdujo. Ella venía semanalmente para visitar a Sarita, una joven que desde la infancia y a raíz de un accidente quedó invalida y postrada en una cama; Bernadette venía para conversar con ella, hacer manualidades y jugar, pero sobretodo para que no se sintiera sola. Fue así como llegamos y al ver a los pequeños sobrinos de Sarita empezamos a subir con cuentos en la mochila, cada semana los niños nos esperaban y cada vez eran más, pues si bien empezamos con los sobrinos de Sarita poco a poco otros niños se nos iban uniendo. Así es como nació la Biblioteca de Calle, que reúne hoy a casi todos los niños del barrio.

Dos años más tarde tomamos contacto con otro barrio, la Comunidad de La Vizcachera, anexo N°2 del distrito de Huarochiri, en el que conocimos nuevas familias y de su lucha por por acceder al agua y defender sus viviendas de los traficantes de terrenos; fue este también otro espacio para el desarrollo de la Biblioteca de Calle.

Esta construcción del Movimiento en la que hoy estamos comprometidos, se desarrolla en el contexto de una ciudad que en las últimas décadas tuvo un crecimiento desbordante, pues de los 700 mil habitantes que tenía en la década de los años 40 pasó en el lapso de unas 7 décadas a los 8 millones que hoy la ciudad concentra. Como es de comprender, esto significó la multiplicación de barrios en la periferia de la ciudad, en los que se concentraron miles de familia provenientes de todos los rincones del Perú. Un crecimiento como tal hizo colapsar las capacidades del estado para responder a las enormes necesidades de esta población, la misma que venía de una historia secular de pobreza y abandono en sus pueblos de origen.

Hoy la mayoría de la población de Lima se concentra en los barrios de estos distritos emergentes, que en la continuidad y al ritmo de las diferentes olas migratorias han ido redibujando el rostro de una ciudad como Lima; que se recuerda hoy como una ciudad mayoritariamente blanca y señorial allá por los años 30 y 40, para ser hoy la síntesis de un país diverso y pluricultural en el que se reúnen todas las sangres.

El Perú es uno de los países de América Latina que en la última década tiene uno los indices más altos de crecimiento económico, esto se refleja hoy en un mayor dinamismo económico en la vida de una ciudad como Lima; lamentablemente y como ya se viene señalando desde hace tiempo atrás, este crecimiento no contribuye a reducir las brechas económicas y sociales; más por el contrario, podemos ver cómo hoy la riqueza se concentra cada véz más en menos manos y una inmensa mayoría queda condenada al rol de mano de obra barata y otra a la de reserva laboral.

Nuestro contacto con las familias de Vista Alegre y Vizcachera nos permite ver como toda una población queda al margen del desarrollo, desarrollo que se construye a sus espaldas y sobre sus fuerzas.

Una realidad como ésta genera una situación de impase que hace que el desarrollo económico no sea sólido, genera enormes contradicciones y conflictos, que nos llevan a preguntarnos: sobre la viabilidad de una sociedad que se construye dejando al margen a una parte mayoritaria de su población, sobre todo a aquellos que acumulan mayores precariedades e inseguridades.

Encuentro en esta contradicción el sentido de nuestra presencia como Movimiento, de llamar la atención sobre la inviabilidad de una sociedad que se construye generando más desigualdad y exclusión, pero hacerlo brindando a los más pobres los medios y las posibilidades que les permitan aportar su propio conocimiento y experiencia a la construcción de una sociedad para todos.
Lima, septiembre del 2013

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