lunes, 3 de junio de 2013

Un proceso legal de genocidio en Guatemala.

Max Araujo
Guatemala Ciudad


Desde hace dos meses se abrió, procesalmente, en Guatemala un juicio por genocidio, y otros delitos de lesa humanidad, contra dos altos militares que tuvieron una participación destacada en la contrainsurgencia que combatió a la guerrilla, de inclinación marxista, durante los treinta y tres años del enfrentamiento armado que sufrimos desde 1960 y que terminó oficialmente con la firma de la paz, en diciembre de 1996.

E independientemente de cual sea el resultado del proceso, el caso es que por primera vez se escuchó de manera contundente, y pública, a algunas de las víctimas  que sufrieron los excesos que cometió en ese periodo el ejercito de Guatemala, como violaciones colectivas y asesinatos de mujeres (incluyendo niñas pequeñas), asesinatos a niños y ancianos,  masacres, quemas de aldeas,  y muchas atrocidades más, inenarrables. El caso es que el juicio se sigue por lo que se hizo a la etnia Ixil, una de las 22 del pueblo maya; etnias que también padecieron en la misma forma. Se calcula que fueron asesinadas doscientas mil personas y que se dio un millón de desplazados.

A partir de ahora, con ese juicio habrá un antes y un después en Guatemala, porque se escuchó oficialmente a los sin voz, y porque  muchas personas, citadinas principalmente, se enteraron que  con los hechos denunciados se violó la ética de la guerra en la que se respeta a no combatientes,  y que aún a los combatientes, cuando son capturados, se les debe respetar la vida. Se enteraron también de las condiciones indignas en las que han vivido la mayoría de los indígenas de Guatemala, que engrosan la lista de quienes viven en extrema pobreza. Muchas personas, entre ellas jóvenes que aún no habían nacido cuando se firmó la paz, saben ahora que la guerrilla tenía colaboradores y combatientes que tomaron ese camino porque querían una vida mejor, una Guatemala con justicia social.

Esto está generando una conciencia para que no vivamos otro enfrentamiento armado, y que para construir una verdadera paz se necesita justicia, pero también modificar las estructuras sociales, económicas y políticas que se tienen actualmente,  para que todos y todas, sin excepción, tengan  una vida decorosa y digna, por lo que debe desaparecer la extrema pobreza y otros males ancestrales que han caracterizado la vida de Guatemala durante un poco más de cinco siglos.

El juicio también es histórico porque es la primera vez en el mundo en el que se juzga a unos acusados por delito de genocidio y otros delitos de lesa humanidad, que según Convenciones internacionales sobre la Mater, ratificadas por el país, nunca prescriben aunque se hayan emitido leyes de amnistía, por jueces nacionales, en un tribunal nacional y con abogados litigantes del país. Esto abrió una puerta para situaciones parecidas en otras partes del mundo.

En lo personal espero de todo corazón que este juicio sirva efectivamente para construir la Guatemala que queremos las personas de bien, en paz y con justicia social.

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