lunes, 17 de junio de 2013

El campo y la sustentabilidad

Por: Mariana Guerra, Brasil

Esta mañana me desperté con esta frase en los parlantes de la ciudad donde vivimos: “Buenos días! Que lindo día esta haciendo esta mañana”. Inmediatamente al escuchar estas palabras, salí afuera a ver el día. Un sentimiento de paz y armonía me invadió. Pensé en todas las personas que se despertaron de la misma manera este domingo.

Desde que nos hemos instalado en el campo, notamos que el ritmo de vida es otro. Al inicio me parecía demasiado lento. Todo era lento! salir para dejar los niños en la escuela (que está a 5 minutos de la casa) tardaba una hora. Todos están en la calle esperando el rayo de sol y hablando con las personas que pasan. Las personas tienen tiempo para hablarse, para conocerse, visitarse o para preparar un poco más de comida pensando en los vecinos... Qué mundo es ese? Parecía que vivían en otro mundo, en otro tiempo, con otros valores.

Un amigo vino de la ciudad a visitarnos y pedí que me acompañase al carpintero, pues tenía que hablar sobre un mueble. Lo que era 1 minutito para entregar las medidas, se volvió una hora y media de charla. Mi amigo se fue solito a la casa a los 40 minutos, pues ya estaba impaciente. El señor me dijo que haría el mueble en una semana. Bueno, 9 meses después llegó el mueble y más: hasta ahora ni sé cuánto costó! Entregó el mueble en la casa y me dijo, hace 10 días, que después hablábamos sobre el precio. Él no tiene prisa.

En todo este proceso de 9 meses, lo mismo que un embarazo, pasé por muchas etapas: impaciencia, ganas de hacer por mi cuenta una parte, rabia, desesperanza, hasta que por fin, cuando ya no esperaba que lo haría, estaba listo. Detrás del tiempo de este señor, había un inmenso conocimiento sobre la madera, el corte, la calidad, el tiempo para secar la madera, el diseño del mueble... lo ha hecho con tanta sabiduría, cuidado y cariño que me ha hecho pensar en todo lo que hay detrás de la otra persona y que ni podemos imaginar que existe. Nunca había pensado que había tanta ciencia en la carpintería!

Pero, de qué vale todo este saber en los días de hoy? Qué hacer de este conocimiento en un mundo donde la producción y el consumo está todo basado en poder entrar en una tienda y comprar el mismo modelo que has visto en la televisión? Donde las empresas están interesadas en producir cosas de mala calidad, para que se malogren rápido y uno tenga que volver a comprar? Por qué esperar 9 meses para tener un armario si hubiera podido entrar en una tienda y tenerlo al mismo momento y pagar en 9 meses?

Ando pensando mucho en los mecanismos de producción y consumo que nos son impuestos en los días de hoy. Nuestra sociedad está marcada por el consumo y todo gira al rededor de eso. Si miramos la cadena de producción y consumo, solo somos capaces de ver una pequeña parte del proceso y nos damos cuenta que el precio que pagamos en una mercancía no siempre paga la materia prima. Entonces, quienes pagan por el resto? Las personas que han sido desplazadas en la extracción de la materia prima? Los trabajadores ilegales (o esclavos) de la industrialización? Los que no pueden pagar por algo y entran en deudas para poder sentirse parte de la sociedad consumista? Quiénes?

Sin embargo todos ellos han pagado algo para que un producto de mala calidad llegue a precio bajo en nuestras manos. Si pensamos en el proceso, vemos que los gobiernos están más a servicio de empresas que de las personas y todos sabemos el porqué de eso. Todo eso no es sostenible, explota! Y quienes son los primeros a sentir esta explosión? Los mismos que ya han pagado con sus vidas.


Pienso que valorar la producción local es mucho más que cuestión económica. Es recrear una manera de hacer sociedad. Es valorar las relaciones y los saberes de las personas. Es luchar por un mundo con menos desigualdad, basado en el respeto a las personas y a la vida. En cuanto al ritmo de vida, el campo nos enseña: caminemos más lento, pero conociendo a las personas que nos cruzamos y el camino por donde vamos.

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