lunes, 1 de octubre de 2012

LA RAÍZ DEL PROBLEMA


Por: Diego Sánchez
La Paz - Bolivia

En las calles de El Alto y de La Paz, cada vez se respira más violencia, asaltos, violaciones, peleas entre pandillas, etc. Haciendo un análisis de qué tipo de personas son las que delinquen encontramos un patrón en la mayoría de los casos: muchos de ellos vivieron situaciones de violencia física o psicológica en sus casas, falta del padre o madre en sus hogares que genera una pobreza, no de dinero, sino de principios y valores que hacen que una persona sea un aporte y no una carga o un mal para la sociedad.

Miguelito, de 8 años de edad, es el segundo de tres hermanos que vive con su madre soltera y que a estas alturas de su vida no muestra ninguna motivación por los estudios ni por nada: “sólo me quiero morir, no sé para qué vivo” es una reflexión pequeña pero dramática, cargada de frustración, tal vez por la burla de sus compañeros de colegio quienes le hacen ver que no tiene padre o que él se fue con otra mujer, lo cual humilla la dignidad que hasta un pequeño tiene.

Estos conflictos no hacen más que aumentar cuando un niño entra en la pubertad y adolescencia, donde se convierte en un ser tan vulnerable pero también tan crítico de su realidad. Kevin de 13 años nos cuenta: “Mi papá nos pega cada vez que se va a jugar y llega borracho, la golpea a mi mamá hasta romperle la nariz, sólo quisiera ser más fuerte para defenderla” a la vez que sus ojos se van llenando de un odio propio de una persona adulta, ese mismo odio al crecer se convierte en resentimiento hacia su entorno y puede ser causa de agresiones contra él mismo, contra su familia o contra la sociedad, tratando de acallar ese dolor interno ingresando en grupos donde sienta aceptado, pero también apoyado en poder desquitarse con los demás todo lo que vivió de niño o joven.

Esas son algunas de las muestras por las cuales hoy estamos como estamos, con personas sumergidas en el alcoholismo buscando una respuesta en el fondo del vaso a una vida llena de decepciones, todo porque su padre los abandonó a corta edad o, peor aún, porque se quedó en casa a transmitir su desilusión y depresión maltratando a sus seres que dice amar.

No podemos atacar la violencia en las calles buscando parches que indudablemente lejos de ser una solución, se convierte en coadyuvante de la destrucción de esas personas. La raíz de muchos de estos conflictos está por su puesto en el seno mismo de la familia y es ahí donde debemos empezar a unir nuestras fuerzas para generar un verdadero cambio.

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