lunes, 19 de mayo de 2014

“Nacemos para sufrir y morir, para otra cosa, no creo”


Nuestra Universidad Popular Cuarto Mundo de mayo tiene como tema: “¿Protección Social? Pobreza, Renta básica y Trabajo” (*).
Como siempre, durante las reuniones de preparación con aquellos que resisten día a día a la pobreza y la exclusión, emerge un conocimiento que proviene de una experiencia vivida y analizada por estos expertos insustituibles sobre lo que la miseria significa en términos de sufrimiento y cambios necesarios.
Varias de las aportaciones que han realizado son muy críticas con el sistema de protección social que existe actualmente:
Las ayudas sociales, más que ayudas son limosnas, con toda la carga negativa que la palabra limosna tiene. Y están para que sigas dependiendo de los Servicios Sociales”.

Si no haces lo que te dicen te quitan las ayudas. O sea que te institucionalizan y te hacen pasar la vergüenza de tener que ir a los sitios. Ayudan como ellos quieren, no como necesita la gente”.

Aunque algunos han apuntado aspectos positivos de las mismas:

Esta paguilla (pensión no contributiva de 360€ mensuales), de no tener nada a tenerla, me permite, por ejemplo, ayudar a mi madre con el piso”.

Sin embargo, más allá de si las ayudas sirven o te hacen dependiente, lo que más me impactó fue constatar los efectos que tiene este modelo de sociedad sobre los más fragilizados por la pobreza.

Preparé con un joven de veintiséis años, que conocí cuando era niño y vivía en un barrio de chabolas a las afueras de Madrid. Hoy vive en un barrio donde su familia fue realojada hace 13 años. Para aportar dinero a casa, busca y vende chatarra, igual que hacía siendo niño.

Varias veces me comentó que no sabe ni leer ni escribir y que por eso ha perdido algún trabajo. Pero algo que me sorprendió, por lo inesperado del ejemplo, fue cuando me dijo que sería incapaz de aprovechar un viaje que podría ganar en un sorteo, porque a cualquier lugar al que fuera, se perdería. Y concluyó: ¿Para qué van a necesitar a los pobres? Toda la vida con la chatarra, de ahí no se sale. Los países no nos necesitan. Y nos tiran, nos abandonan”.

Wresinski, el fundador del Movimiento ATD Cuarto Mundo, decía: la miseria empieza donde empieza la vergüenza. Este joven es una persona extraordinaria: cuida de su madre, enferma y debilitada por años de miseria; apoya a su padre y a su hermano sosteniendo la economía familiar; sus amigos saben que pueden contar con él, siempre dispuesto a echar una mano en lo que necesiten.

Pero el peso de años de precariedad, humillaciones y ayudas mal planteadas le han terminado convenciendo de que no tiene nada que aportar. Su experiencia le hace sentir que la sociedad no lo necesita para nada, y se siente abandonado. La vergüenza debería ser nuestra por aceptar que demasiadas personas terminen convencidos de que sólo nacieron para sufrir y morir, como me dijo al final de la conversación.

Otro amigo con el que preparé esta Universidad me dijo:

Tenemos un desarrollo muy destructivo. Es hora de que la humanidad pueda vivir mejor.”

Efectivamente, ya va siendo hora de que nos pongamos a construir sociedades donde reconozcamos con hechos que todos tenemos algo único que aportar, que todos somos necesarios, que no nos podemos privar de la inteligencia y las capacidades de nadie.


19 de mayo de 2014, Álvaro Iniesta Pérez


(*) Las Universidades Populares Cuarto Mundo parten de la base de que todo ser humano piensa y tiene algo que aportar. Son reuniones en las que nos formamos en la toma de la palabra, la escucha y la construcción de un pensamiento que toma en cuenta el saber, la experiencia y el conocimiento de aquellos que están en situación de pobreza y exclusión. Es un lugar privilegiado de ciudadanía y formación para la militancia, en el sentido de que proporciona ganas y fuerzas para que cada uno vaya al encuentro de otros y defienda día a día a personas en situación de extrema pobreza

2 comentarios:

  1. A mi juicio, hay que avanzar en base a conseguir derechos (no limosnas) invocables e iguales para tod@s. Tom.

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  2. Hola Tom, gracias por comentar esta entrada. Lo que dices coincide con la aspiración más profunda expresada por todos los participantes de esta ultima Universidad Popular. Efectivamente creo que hay algo clave en el reconocimiento de la miseria como una violación de los Derechos Humanos, y en la busqueda del restablecimiento de los derechos para todos como medio para lograr un día erradicar un dia la pobreza extrema. Ojalá cada vez más gente tome concienca de esto, al igual que tu, y sepamos ponernos manos a la obra, junto a aquellos que sufren en primera persona los estragos de la pobreza y la exclusión, para hacer avanzar la sociedad en este sentido. Alvaro

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