lunes, 25 de febrero de 2013

DOBLEMENTE VULNERABLES

Diego Sánchez
La Paz - Bolivia
  
En el cotidiano encontramos muchos sectores poblacionales que se encuentran en situación de vulnerabilidad cuando se trata de respetar los derechos humanos. Por supuesto que uno de ellos es el de las mujeres. La realidad nos muestra que este sector, hablamos de todo tipo de mujeres, ve sus derechos violentados y su dignidad reducida a meras normas legales que en la realidad no se cumplen por falta de mecanismos de control de los mismos. Pero existe un grupo doblemente vulnerable: las mujeres que sufren estas situaciones de violencia y que además les toca vivir en un contexto de pobreza o pobreza extrema.
Solo para dar algunos datos, en los últimos 5 años se han reportado alrededor de medio millón de denuncias de violencia contra la mujer y familiar, es decir 100.000 denuncias por año, a pesar que en nuestra Constitución Política del Estado, en su artículo 15 reconoce que: “Todas las personas, en particular las mujeres, tienen derecho a no sufrir violencia física, sexual o psicológica, tanto en la familia como en la sociedad y que el Estado adoptará medidas necesarias para prevenir, eliminar y sancionar la violencia de género y generacional”. A pesar de ello, solo en diez meses del año 2012 hubieron 97 feminicidios.
Hace aproximadamente una semana, una periodista de un medio local boliviano fue brutalmente asesinada a manos de su cónyugue con una cantidad de puñaladas que excedía la decena. Este hecho rebasó la tolerancia, hasta cierto punto, de la sociedad civil, especialmente de activistas de lucha por los derechos de la mujer. Esto llevó al poder legislativo a aprobar el Proyecto denominado “Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia”, que entre otras cosas propone a los victimarios hasta 30 años de cárcel por feminicidio, pero también particularidades como solo algún monto de multa para aquellos que no reinciden en algún de los 18 delitos tipificados como violencia contra la mujer, o la creación de “casas de acogida” para que las víctimas de violencia puedan pasar ahí un tiempo lejos de sus agresores.
Por otra parte, hace más de medio año, una madre de familia fue degollada en su domicilio a manos de su celoso esposo ante la mirada aterrorizada de su hijo que no excede los 6 meses de edad. Lastimosamente esta mujer, como varias miles de otras, no tuvieron la suerte de ser ciudadanas tan conocidas como la periodista que conmovió a todo un país; estas mujeres que son consideradas apenas como sub-ciudadanas, no se atreven a denunciar ningún tipo de maltrato físico o psicológico que sufren dentro o fuera de sus hogares y no porque no tengan valor de hacerlo, sino porque en muchos casos ellas asumen que ese es el orden natural de las cosas o al menos es lo que dejaron de herencia sus padres y abuelos: “Si te pega tu marido tienes que aguantar, él tiene derecho”.
Sin embargo hay otro grupo de mujeres que viviendo en situación de exclusión se dan cuenta que estas situaciones no son normales, pero que lastimosamente cuando se arman de valor para hacer frente a estas situaciones de violencia no son escuchadas ¿Por qué? Porque no cuentan con mecanismos de verdadera protección ante sus reclamos, porque quienes normalmente tienen el poder de recibir sus denuncias son hombres insensibles a estas situaciones o, muy comúnmente entre la gente pobre, porque no tienen los medios suficientes para entrar en un campo de batalla dominada por aquellos que pueden pagar su protección y su misma dignidad.
No se trata de penalizar y culpabilizar a quienes tal vez sufrieron algún tipo de exclusión como normalmente ocurre en poblaciones de pobreza. Tal vez la solución no sea crear un abanico de leyes y normas penalizadoras que apacigüen una furibunda muchedumbre clamando justicia. Tal vez podemos prevenir un comportamiento de violencia dándonos la tarea de conocer al varón, de escucharlo.
Emma Poma, mujer de escasos recursos y militante de ATD Cuarto Mundo, durante una intervención en el Seminario sobre los ODM1, dijo: “Si el hombre aprendiera a expresar sus sentimientos, no se iría al alcohol o a la violencia contra su familia, pero desde pequeño se le enseñó al varón a no llorar, a no expresar sus sentimientos”.
Esta es una propuesta tan simple y tan concreta que casi ninguna autoridad, estudiosos ni profesionales sobre el tema de pobreza se han detenido a pensar ¿Podría ser esa la respuesta a esta doble vulnerabilidad?


1 Primer Seminario de Evaluación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en América Latina y El Caribe, organizado por el Movimiento ATD Cuarto Mundo en Bolivia en diciembre 2012.

1 comentario:

  1. Excelente artículo Diego, los datos y las situaciones descritas son muy preocupantes; sin embargo debemos recordar que en nuestro país Bolivia la mayoría de mujeres que sufren violencia física o sexual no llegar a realizar la denuncia precisamente por la inoperancia de la policía, por lo cual se puede deducir que están cifras en la vida real son mucho más altas.

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