lunes, 11 de febrero de 2013

Aquellos que hacen la diferencia

Guatemala, el país donde nací, es un lugar de muchas diferencias. Sería injusto creer y decir que todo es negativo en esta tierra de la eterna primavera. Hay gente trabajadora, luchadora, que ama lo que hace y se entrega totalmente. Personas que aun sin saberlo, han marcado la vida de muchos.

Me pregunto cuántos niños, jóvenes, adultos y aun ancianos, tienen en su mente el nombre de una maestra o maestro, o de cualquier persona a la que han conocido, a quien recuerdan porque fueron impactados positivamente por él o ella. Yo tengo el de una.

Era una mujer ya mayor, de canas, pero con una energía sorprendente. Además tenía paciencia, determinación, disciplina y amor hacia los niños. Era de las que no esperaba que otros actuaran, ella misma tenía iniciativa. No había preferencias para ninguno, todos eran tratados por igual. Llevaba veinticinco años de docencia, pero podía notar que tenía mucha fuerza aún.

Viajaba TODOS LOS DÍAS, de la ciudad capital hacia Escuintla, un departamento de Guatemala, que está a 59 km de distancia hacia el sur. Por lo menos debía tener dos horas disponibles para ir y otras dos o más para regresar. Era la que primero llegaba a la escuela y la que se iba por último. En su grado, cuarto año de primaria, habían ya casi jóvenes (algunos con 15-16 años), y otro con retraso mental; eran todos los chicos que los otros maestr@s no aceptaban. Esta mujer era Seño Flora Sazo, a quien conocí en mi primer contacto con la docencia. Una maestra con VOCACIÓN, con amor a la profesión que había escogido. Su inclinación y su interés por cada uno de sus alumnos la hizo para mí un ejemplo a seguir.

A través de los años, he llegado a entender que fue un privilegio haber conocido a esta mujer en el inicio de mi carrera docente, porque marcó mucho mi desempeño. Pero no solo ella, sino que he tenido la suerte de encontrar a otras más. Mujeres que me han enseñado el verdadero significado del servicio, del amor y la entrega por lo que uno hace. Personas que tienen muy claro el por qué están en un aula y que su estilo de vida dentro y fuera de la escuela es un ejemplo a seguir. Lo que más admiro de estas mujeres, es que no están buscando el protagonismo; no necesitan hacerlo.

Recordaba esto, cuando un padre de familia nos hablaba y nos decía con mucha seguridad: “a mi nieta le ayudó mucho el que ésta maestra se interesara por la niña, porque ahora las cosas en la escuela son diferentes”, refiriéndose a una maestra que la acompañó cuando tenía dificultades para avanzar en su aprendizaje. Como ella hay muchas.

Sé que en este país hay muchos y muchas como Flora, como Silvia, como Aracely, como Elsa…. por decir algunos nombres. Muchos que buscan un diálogo al mismo nivel con los padres de familia, que son capaces de sensibilizarse ante la realidad de lo que viven los niños y niñas y se interesan porque su futuro sea mejor. Que sueñan con un sistema educativo incluyente, participativo y de calidad.

El reto es que cada día más personas se unan, se sensibilicen, participen, actúen. ¿y tu compromiso cuál es?

Elda Nohemí García
Escuintla, Guatemala

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