miércoles, 7 de marzo de 2012

LA MUERTE DE OTRO MARTIR

Wilson fue asesinado hace unas semanas en Escuintla, su ciudad, en la rica costa sur de Guatemala. Aún no había cumplido los veinte años.

Lo conocí por medio de doña Auri, su madre, con ocasión de un proyecto de desarrollo social con el que colaboro. Era un joven alegre, risueño, lleno de esperanzas. Con timidez se acercó de niño al trabajo que desarrollan mis compañeros de institución. Antes que su vida tomara caminos abruptos apoyó las Bibliotecas de calle, primero participando de ella y luego como animador.

Por qué lo mataron? El delito de Wilson fue nacer y vivir en un sistema que no le dio ninguna oportunidad, que le negó el derecho a la educación, a una vida digna y decorosa. Un sistema que lo condenó a morir en la forma como sucedió.

Como él, son miles de jóvenes a los que les espera el mismo destino. Para ellos la vida es una lucha diaria por un pan, por un plato de frijoles, por una tortilla, y si para ello tienen que mentir o cometer pequeñas fechorías, no tienen otra alternativa que hacerlo. Y si es necesario entrar a una “ mara” no lo dudan. El sistema les cobra la factura.

Doña Auri sufre en silencio. Ella es testimonio de fe y de lucha, una heroína en una sociedad en donde los valores como la solidaridad, la tolerancia y el respeto a la vida se perdieron hace mucho tiempo. Ella cree en los demás y sueña con un futuro mejor. Esa fe la llevó a nuestra institución, pero la impotencia se atraganta en sus palabras cuando habla de su hijo, de ése para el que siempre quiso un futuro mejor, para que no pasara las penas que ella ha tenido. Un futuro en el que tuviera una vida digna y decorosa. Futuro que desea para sus otros hijos, por eso no deja de luchar y sigue adelante con sus mismos sueños.

Wilson es otro mártir, otro símbolo de Guatemala. Me niego y nos negamos a que sea un número más de una estadística que cada día crece, por eso escribo este texto, para que otros sepan del dolor de doña Auri y de otro asesinato más. Doña Auri existe, su vida y de la Wilson no son una ficción. Son una realidad que nos pega con fuerza en la cara para que despertemos, para que digamos “basta”, para que cambiemos un sistema que no es para todos, que solo es para quienes heredamos muchos privilegios, inaceptables en cualquier época y más en este siglo 21 de tantos avances tecnológicos y de difusión de muchas doctrinas sociales.

Wilson no ha muerto, vive en el corazón de quienes le recuerdan y de aquellos que luchan por construir un mundo mejor, sin extrema pobreza, sin exclusiones y racismos.

Max Araujo
Guatemala

1 comentario:

  1. Gracias Max, por este lindo articulo es evidente esta vida dura de muchos jóvenes, recientemente tuvimos la triste noticia también de Orlando hijo de doña Blanca, que vida tan dura.

    Alejandro A.

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