lunes, 12 de marzo de 2012

Al otro lado del continente, al otro lado de una pequeña ciudad

Un día de estos, camino a la Universidad, me subí al bus y como ya es (mala) costumbre eché un vistazo a quienes iban sentados para ver al lado de quién me sentaba (Sueña muy extraño, pero la inseguridad nos ha ido obligando), vi a un hombre y pensé “este tiene cara de buena onda1” y me senté a su lado. Me preguntó si ese bus iba a “la Parroquia, zona 6” le dije que no sabía si a la Parroquia, pero sí iba a la zona 6. Como en Guatemala solemos conversar en el bus sobre nuestras vidas, aún cuando no nos conocemos, este hombre me contó que había sido deportado, ese mismo día, de Estados Unidos a Guatemala. No llevaba más que una bolsa negra con muchos papeles de colores explicando algunas cosas, una de ellas decía claramente que ya no podía volver al norte.

Nunca antes había yo estado frente a frente con alguien que haya vivido una deportación. Así que empecé a hacer preguntas, venía él de Colorado, ahí por esta época hay nieve “y aquí hace calor como para irse a la playa” me dijo. Era la quinta vez que lo deportaban y antes de venir había estado dos años en la prisión. Ya no piensa volver, porque si vuelve la pena sería de siete a ocho años en prisión. Vivía en Estados Unidos desde hace siete años. En el avión en donde le mandaron venían al menos 35 mujeres deportadas y una minoría de hombres.

Él es originario de Huehuetenango, al norte del país, frontera con México, pero hoy no podía volver a su ciudad natal entonces iba a casa de un primo, al otro lado de la ciudad. Su primo le dio algunas indicaciones para llegar en varios buses, pero esta Ciudad Capital le era totalmente ajena. “Solo sé ir al Obelisco, porque ahí trabajé de mesero”. Se quedaba viendo por la ventana de la camioneta 96, roja, vieja y maltrecha, me dijo “parece que aquí hay security, hay un policía en cada esquina”, le dije que no se lo crea, que hoy mismo vi cómo asaltaban a alguien y si hablamos de seguridad depende de para quién.

En conclusión, él había tomado el bus correcto, pero en dirección contraria. Yo ya me bajaba, con la pena de no haber podido explicar propiamente el camino a su destino. Luego pensé que él ya había llegado tantísimas veces a un país extranjero, atravesándose otro ¡y yo con pena de que no llegara al otro lado de una pequeña ciudad! El piloto del bus se ofreció a llevarlo a su destino, de forma gratuita, así que este hombre tuvo la mala suerte de venir a Guatemala, un país incapaz de ofrecerle un trabajo justamente remunerado, pero tuvo la gran dicha de volver al país de gente solidaria.

En enero y febrero se han deportado un total de 5,212 guatemaltecos que intentaban quedarse en Estados Unidos. Esta cifra aumentó un 29% en comparación al año pasado. Son muchos otros los que se quedan en el camino víctimas de trata de personas y el narcotráfico. Esta cuestión social, que nace de la falta de empleo y oportunidades, es compartida en Centroamérica, además de Guatemala, por El Salvador, Honduras y Nicaragua.

Linda Aura García Arenas
Guatemala


1 Buena vibra. Buena persona.

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