viernes, 5 de noviembre de 2010

Estoy hoy aquí, en la ONU, en nombre de todos los niños y jóvenes que ayudan a sus padres a ganarse la vida.

Es 17 de octubre, la ONU está cerrada. No ha olvidado que ha declarado esta fecha Día Internacional para la Eliminación de la Pobreza, pero es domingo y no trabaja. Sin embargo, en las calles de Nueva York toda un tropa de trabajadores escanean las basuras buscando latas y botellas para reciclar. El 18 de octubre, un pedazo de estos dos mundos, que se cruzan en las calles sin verse, que comparten papeleras (unos tiran las latas, otros las recogen y llevan a reciclar) se han encontrado. Verónica Jurado se ha acercado al micrófono para decir:


“Me llamo Verónica Jurado y soy alumna de secundaria. Estoy hoy aquí, en la ONU, en nombre de todos los niños y jóvenes que ayudan a sus padres a ganarse la vida.

Mis padres nacieron en México y vinieron a Estados Unidos en busca de una vida mejor. Aquí trabajan muy duro para poder ayudarnos a pagar nuestros estudios.

De pequeño mi padre ayudaba a su padre a cuidar de los animales de la granja. Mi abuela materna tenía una pequeña tienda de ultramarinos y mi madre le ayudaba. Mis padres aprendieron a trabajar cuando eran jóvenes. Yo también he aprendido a ayudar a mis padres, como ellos hicieron con sus padres. Empecé a recoger y reciclar las latas con mi madre cuando estaba en quinto de primaria. Cuando estaba en 4º mi padre tuvo un accidente que le hizo pasar una temporada en el hospital. Además de no poder trabajar, teníamos las facturas del hospital que pagar. Yo veía a mi madre muy preocupada.

Un día una amiga le propuso ir a recoger latas, le enseñó las latas que las máquinas aceptan para reciclar y las que no, también le mostró la zona en la que podía buscar.

Por problemas de salud mi madre no puede cargar peso, así que decidí ayudarla. Al principio me daba vergüenza, porque algunos amigos viven en la zona donde recogemos las latas. Así que solía vestirme con mi mejor ropa y si los veía fingía estar haciendo otra cosa.

Mi madre me dijo que no tenía por qué sentirme avergonzada de trabajar, trabajar no es vergonzoso, robar sí lo es. Espero que otros padres sean conscientes de esto y les digan a sus hijos lo orgullosos que están porque están aprendiendo el valor del trabajo.

Ahora ya no me da vergüenza porque recogiendo latas se hacen amigos y porque la gente dice: "Es muy bueno lo que estás haciendo". Sé que al reciclar estamos ayudando a la Tierra, si no lo hiciéramos, nadie lo haría y la Tierra se convertiría en un basurero.

Desde 2009 llevamos las latas a un almacén que se llama Sure we can.

Sure we can es un almacén al que puedes traer sus latas y no tienes que esperar. Cuando llevas tus botellas a la máquina de los supermercados tienes que hacer cola durante horas y sólo acepta un número reducido de latas. A veces la máquina no funciona y te tienes que llevar todas las latas a casa.

En Sure we can, te dejan un lugar donde puedes organizar tus latas. Te encuentras con otras personas y puedes hacer amigos y esto te ayuda y te anima a seguir reciclando. En la calle también te encuentras con personas que te ayudan, que te guardan las latas en casa y te las dan cuando te ven.

Yo no soy la única joven que ayuda a sus padres. Una amiga mía ayuda a su madre después de la escuela en la lavandería donde trabaja y otra en una tienda de comestibles.

Recoger latas no es sólo una manera de ayudar a mi familia, también me permite ganar dinero y ahorrar para ir a la universidad. Mi sueño para el futuro es llegar a ser abogada. Quiero defender los derechos de la gente. No soporto cuando alguien es acusado injustamente, quiero defender a estas personas. Pero también quiero ser abogada para devolver a mis padres algo de lo que me han dado, quiero ayudarles a tener una vida más fácil.

Voy a ser la segunda persona en mi familia que irá a la universidad. Uno de mis hermanastros empezó sus estudios, pero debido al costo no pudo terminarlos. Espero ser capaz de llegar hasta el final de la carrera para convertirme en abogada.

La escuela a la que voy es una de las mejores de Brooklyn, la elegimos porque en la escuela primaria mis profesores me la aconsejaron. Trabajo muy duro en la escuela, sé que para llegar a ser abogada tengo que trabajar muy duro”

Cristina Diez
Nueva York - Estados Unidos

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