martes, 26 de junio de 2012

EL MOVIMIENTO DEL VOLUNTARIADO.


Por Max Araujo, desde Guatemala Ciudad.

Desde hace varios meses, en Guatemala, mi país,  he venido observando con atención el surgimiento de voluntarios para diversos proyectos relacionados con el combate a la  pobreza, entre ellos “Un techo para mi país”, del que tengo un buen concepto,  no solo porque muchos jóvenes dedican sus fines de semana para construir viviendas mínimas para familias que viven en condiciones infra humanas, sino porque  estos  han comenzado un proceso de compromiso con ellos mismos, para con Guatemala y para sumarse  con decisión a la lucha contra la extrema pobreza.
Es el caso que con mucha publicidad y encabezada por un exitoso joven empresario surgió un movimiento denominado “Tengo algo que dar”  que está contagiando a muchas personas. Su primera gran iniciativa fue la de hacer una cadena  humana en las faldas del Volcán de Agua y la segunda el compartir una noche con una familia que vive en extrema pobreza en el interior del país.
Este movimiento ha generado una polémica  que me lleva a  aportar algo sobre la misma en este texto:
En un enfrentamiento verbal están los que dicen que fue un show, una llamarada “de tuza”, una visita de zoológico y que lo que hace este tipo de acciones es crear frustración y más odio en las personas que recibieron la visita, y que, en conclusión, no sirve de nada.
Y  están  también los que consideran que es un primer paso positivo aún con los errores  que se pudieron cometer; porque  muchas personas, pero principalmente  jóvenes, descubrieron una realidad que no conocían: “La Guatemala que vive en extrema pobreza y sus necesidades”.
Así también muchos de ellos encontraron amistad, cariño, una buena recepción y comprobaron que en ese medio social la solidaridad existe y que las personas visitadas son seres humanos con sueños, esperanzas y dignidad. Y que lo que les ha faltado son oportunidades. En lo personal creo que muchos jóvenes  que participaron en los dos eventos indicados son personas sanas y con deseos de cambiar la situación del país.
Por eso mi postura es ésta: Creo que es el momento preciso para que  a estos “aspirantes al voluntariado” se les haga un seguimiento para que se les forme adecuadamente y que entiendan que el paternalismo no resuelve nada, que lo que hace falta es un cambio de estructuras  para construir una Guatemala con justicia social.
El Movimiento del Voluntariado en Guatemala, que aglutina a muchas instituciones y programas, debe pues fortalecerse para que  a través de este movimiento estos jóvenes asuman un verdadero compromiso de luchar contra la extrema pobreza y otros males que nos afectan a los países del tercer mundo.
Hay que tomar en cuenta que la mayoría de estos jóvenes son universitarios y dentro de poco tendrán responsabilidades y que, incluso, algunos de ellos serán los que tomen las riendas de la economía y de la política del país. Estos aspirantes al voluntariado deben comprender que pueden ser agentes de cambio, de ahí que en lugar de criticar esas iniciativas lo mejor es que tratemos de sumarnos a ellas y que con nuestra capacidad y con nuestro compromiso incidamos para que sean debidamente encausadas y así se cumpla con los objetivos de sus enunciados.
NO creo que la indiferencia o la oposición sean la mejor solución. Debemos pensar siempre en un gana-gana y que nosotros, los ya comprometidos, podemos aportar mucho.

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