Y llegó el 2011, cargado de ilusiones y esperanzas. Durante el fin del año nos dimos una tregua. En Guatemala país de la eterna primavera (slogan), pero que tiende a convertirse en el país de la eterna violencia, disfrutamos con intensidad las fiestas de navidad y de año nuevo.
Durante varios días soñamos con la paz, la fraternidad, la solidaridad y la justicia. Nos dimos abrazos, nos deseamos paz y jugamos un juego que todos jugamos “el de la falsa tolerancia”. Vimos luces de bengala en los cielos, practicamos tradiciones e intercambiamos regalos.
Ellos soñaron también con la paz, la solidaridad y la justicia, se dieron abrazos, se alegraron. Hubo menos luces de bengala en sus cielos, casi no hubo regalos...
A inicios de enero vino la resaca y nos encontramos con que todo sigue igual y que durante esos dichosos días hubo muchas muertes violentas, robos y asaltos, pero estábamos eufóricos y felices. Por eso no nos dimos cuenta.
Ellos sabían ya que todo seguiría igual, la violencia en sus barrios no les deja olvidar. No fue necesario darse cuenta, lo saben, lo viven a diario...
Como para mantener las fiestas, los políticos comenzaron su alegre campaña para ofrecernos el oro y el moro. Este año elegimos nuevas autoridades. Desde la presidencia hasta las alcaldías, todos los candidatos tienen la llave mágica para resolver nuestros problemas. Y nosotros ingenuos lo creeremos, votaremos y elegiremos.
Ellos también elegirán a las autoridades. No todos, sólo los que hayan podido pasar la barrera de la indocumentación, elegirán con esperanza, creyendo en un futuro...
Y es que en el fondo somos un pueblo de ilusos, que no queremos enterarnos que vivimos una injusticia generalizada, que las reformas estructurales y profundas son necesarias, pero que éstas no se hacen de la noche a la mañana.
Ellos saben muy bien que los cambios no se hacen de la noche a la mañana, se levantan cada día, salen a trabajar y la vida continúa a pesar de todo...
Ellos, los más pobres, y nosotros, los menos pobres, somos parte del mismo país. Esa es nuestra realidad, la que debemos cambiar; por la que todos, sin excepciones, o por lo menos los que estamos conscientes tenemos que luchar. Por eso cada día ellos y nosotros seguimos levantándonos cada día, salimos a trabajar... y la vida continúa a pesar de todo. No debemos darnos tregua aunque estemos en fiestas tan hermosas como la navidad.
Max Araujo
Guatemala de la Ciudad
Durante varios días soñamos con la paz, la fraternidad, la solidaridad y la justicia. Nos dimos abrazos, nos deseamos paz y jugamos un juego que todos jugamos “el de la falsa tolerancia”. Vimos luces de bengala en los cielos, practicamos tradiciones e intercambiamos regalos.
Ellos soñaron también con la paz, la solidaridad y la justicia, se dieron abrazos, se alegraron. Hubo menos luces de bengala en sus cielos, casi no hubo regalos...
A inicios de enero vino la resaca y nos encontramos con que todo sigue igual y que durante esos dichosos días hubo muchas muertes violentas, robos y asaltos, pero estábamos eufóricos y felices. Por eso no nos dimos cuenta.
Ellos sabían ya que todo seguiría igual, la violencia en sus barrios no les deja olvidar. No fue necesario darse cuenta, lo saben, lo viven a diario...
Como para mantener las fiestas, los políticos comenzaron su alegre campaña para ofrecernos el oro y el moro. Este año elegimos nuevas autoridades. Desde la presidencia hasta las alcaldías, todos los candidatos tienen la llave mágica para resolver nuestros problemas. Y nosotros ingenuos lo creeremos, votaremos y elegiremos.
Ellos también elegirán a las autoridades. No todos, sólo los que hayan podido pasar la barrera de la indocumentación, elegirán con esperanza, creyendo en un futuro...
Y es que en el fondo somos un pueblo de ilusos, que no queremos enterarnos que vivimos una injusticia generalizada, que las reformas estructurales y profundas son necesarias, pero que éstas no se hacen de la noche a la mañana.
Ellos saben muy bien que los cambios no se hacen de la noche a la mañana, se levantan cada día, salen a trabajar y la vida continúa a pesar de todo...
Ellos, los más pobres, y nosotros, los menos pobres, somos parte del mismo país. Esa es nuestra realidad, la que debemos cambiar; por la que todos, sin excepciones, o por lo menos los que estamos conscientes tenemos que luchar. Por eso cada día ellos y nosotros seguimos levantándonos cada día, salimos a trabajar... y la vida continúa a pesar de todo. No debemos darnos tregua aunque estemos en fiestas tan hermosas como la navidad.
Max Araujo
Guatemala de la Ciudad
Gracias Max por este texto donde nos compartes tu meditación y tu compromiso. Hablas de Guatemala, pero, con matices, lo que dices es verdadero en muchas partes del mundo.
ResponderEliminarHola Max.
ResponderEliminarGracias por tu artículos, a menudo las fiestas de fin de año nos ponen sensibles a muchos y a menudo también lo vivimos en contradicción. Esos tiempos de dar y recibir pueden ser marcados de muchas maneras, y necesitamos decírnoslo como, como nos marca, como nos afecta, como lo vivimos.
Como sabrás en el Perú estamos próximos a vivir la elecciones presidenciales, y yo "casi" estoy feliz porque este año , tengo el suerte de no votar, pero "casi" no soy infeliz, porque el que calla otorga, pero si tuviera que votar por quien lo haría, tampoco lo se. Ningún candidato vale la pena. La resaca de un futuro mejor, la viviéremos los peruanos otra vez muy pronto.
Cuidate
Charo
Claro estoy de acuerdo con Max, porque todo continúa igual o peor en esta Guatelinda, Guatelinda para los que soñamos por ver un país distinto. En un año electoral que empieza a presentar una y mil promesas, esperamos que las decisiones que tomen las autoridades sea en bien de TODOS y no solo de un sector.
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