miércoles, 15 de julio de 2009

Sí, la miseria se puede destruir.

Es común escuchar que: “la miseria siempre existirá”, “que muchas personas se encuentran en la miseria porque así es su destino”. Joseph Wresinski (1917-1988) decía: “La miseria no es una fatalidad. La miseria es creación de los hombres, sólo hombres pueden destruirla”.

Para hacer realidad dicha afirmación, tiene que haber una decisión social, política y económica de la humanidad, de las instituciones públicas y privadas, de los organismos internacionales y de las transnacionales; que son instancias donde se deciden el destino de los hombres.

Esta decisión tiene que aceptar como premisa que las personas atrapadas en la miseria tienen un conocimiento imprescindible para el desarrollo de la sociedad. Deepa Narayan y otros, en un estudio “Los pobres tienen la palabra ¡escuchémoslos!”, publicado el 2000 por el Banco Mundial, sostienen: “Hay 2800 millones de expertos en pobreza, es decir los propios pobres: Sin embargo, los puntos de vista de los que no son pobres (profesionales, hombres políticos y oficiales) han dominado continuamente el discurso sobre el desarrollo y la pobreza.”

Es a éstos expertos que debemos interrogarles: ¿Qué piensan del desarrollo y cómo debe ser éste?, ¿de qué conocimiento tienen necesidad los más pobres para salir del hoyo en que se encuentran?; la experiencia cotidiana de cada uno de estos expertos nos darán luces para sentar las bases para la construcción de una sociedad sin miseria ni exclusión y hacerlos verdaderos protagonistas del cambio, participando desde la elección de los temas, el diseño de los proyectos, su ejecución y desde luego la evaluación.

Conseguir que éstos expertos compartan sus conocimientos, requiere de todo un acompañamiento paciente y sistemático, brindándoles ambientes adecuados para expresar con libertad sus puntos de vista. En esta preocupación a partir de 1980 el Movimiento ATD Cuarto Mundo organiza y desarrolla en Europa “universidades populares”; de acuerdo a los distintos países recibe deferentes denominaciones, por ejemplo en Guatemala se las denomina “encuentro de familias”, en Perú “uyarinakusunchis”, palabra quechua que significa “escuchémonos”. En estos espacios las personas atrapadas en la miseria comparten sus conocimientos, sus sufrimientos y esperanzas.

Cuando hablamos del conocimiento de los más pobres entre los pobres, éste no es el único conocimiento, pues existen otros, como el conocimiento de las personas que dedican su vida o parte de ella a caminar junto a personas en situación de miseria y exclusión; el conocimiento académico o universitario y el conocimiento denominado “Sabiduría” o espiritualidad. Estos tipos de conocimiento deben desarrollarse de manera autónoma, puesto que todos son importantes y cada uno de ellos presentará una verdad parcial; del esfuerzo que se realice para el encuentro de estas distintas formas de conocimiento podrá surgir una verdad que nos permita destruir la miseria.

Marco Aurelio Ugarte
Antropólogo Social; ex profesor de la Universidad Nacional del Cusco, Perú; actualmente radica en México.


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