martes, 1 de julio de 2014

¿Delincuencia y falta de valores siempre ligada a la pobreza?


Diego Sánchez
La Paz - Bolivia

Este afiche ha sido entregado a la población en una plaza pública durante todo un domingo, reforzando la idea que se tiene de que todo aquel que vive en pobreza es delincuente y violento. Lo más triste de este afiche es que fue producido por la Policía Nacional de Bolivia y el Gobierno Departamental de La Paz y uno al leerlo por supuesto entiende que si son dos autoridades a este nivel, deben tener la razón.
Muy pocas veces he visto campañas que demuestren que dentro de la lucha por la supervivencia en la pobreza, se generan otros valores en una sociedad cada vez más competitiva e individualista, valores como la búsqueda del bien común o el deseo de lucha comunitaria para salir de la exclusión.
En una conversación que iniciamos en una escuela pública de El Alto acerca de la educación y la falta de acceso pleno a ella por parte de las familias más pobres, una profesora nos decía “Estos padres de familia son negligentes por mandar sucios a sus hijos, luego ellos desaparecen y ya no vienen más, además siempre con la excusa de que tienen muchos hijos, pero no es mi culpa si una familia tiene diez hijos”.
Seguramente esta profesora como la gran mayoría de las personas en nuestra sociedad van alimentándose cada vez más con la idea de que el pobre es negligente y sucio, de que cuando lo vemos en la calle hay que cuidar la cartera gracias a panfletos como este que anuncian que “El pobre es violento y delincuente”.
Todo tiene como objetivo estigmatizar a las familias de la pobreza extrema, recordar sus múltiples «problemas». No vayamos a caer también nosotros en esta tentación. Si queremos evitar que una persona sea percibida de este modo, a través de esos estereotipos, recortado en pequeños pedazos de vida, estamos obligados a tener en cuenta permanentemente la globalidad de su propia historia, de la historia de su familia, de su grupo social y a reubicarlas en la globalidad de la historia de nuestra sociedad”1.


1 Extracto de las palabras del Padre Joseph Wresinski en 1975, publicado en la revista “Reveu Quart Monde Nº 188” en noviembre de 2003.

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