lunes, 13 de mayo de 2013

En desventaja


Linda García
Escuintla - Guatemala

Hace un tiempo me propuse no escribir sobre lo concreto de mi compromiso, sino algunas reflexiones a nivel del país. Así que me tocaría escribir sobre el juicio a un militar retirado acusado de genocidio, de los estados de sitio en las poblaciones que no se dejan vencer por la minería o sobre las interpelaciones a los Ministros de Estado ¡qué se yo! Pero al final la realidad inmediata me sobrepasa y escribo de lo que vivo a diario.

Hace unas semanas vino a nuestra puerta un grupo de niños de cuarto grado, del Asentamiento La Línea, en su mayoría. Era jueves por la tarde, el día que apoyamos a algunos con sus tareas. En estos tiempos hemos visto pasar tareas de todo tipo. Pero la tarea que traían los niños de cuarto grado esa tarde era de las peores que he escuchado: escribir los número del uno al diez mil en números romanos. ¡Del 1 al 10,000! Claro, los maestros tenían capacitación esa semana y necesitaban dejar una tarea que mantuviera ocupados a los niños.

A través de una amiga, que está haciendo sus prácticas de maestra en un colegio privado de una zona de dinero en la capital, me enteré de las técnicas que usan para impartir clases. Por ejemplo, en su grado de tercero primaria, animaron un debate sobre el “feminicidio en Guatemala”, los niños discutían sobre las mujeres que llevan un tiempo desaparecidas a causa de la violencia, las respuestas de los organismos judiciales, en fin, un debate intelectual.

Regresando a la escuela de Escuintla, hubo otra acción que me llamó la atención en estas semanas. Una maestra solicitó a los niños ir con zapatos “converse” (chapulines) a una actividad extracurricular. Sabemos, por la vida compartida con los niños de La Línea, que muchas veces les toca ir a la escuela con caites (sandalias), aun así, ellos van. Incluso hay quienes se sienten más cómodos descalzos. “Los que van a aprender son los niños, no el uniforme” como me decían las familias de Guatemala.

Supongo que la maestra en su momento no imaginó lo que significaba tal petición ¿ir a comprar zapatos y tal vez dejar de comprar las tortillas? (o más que las tortillas), ¿no ir a la actividad?, ¿llevar otros zapatos? Y la mayoría de las posibilidades van ligadas a la vergüenza de sentirte en desventaja frente al que tiene. El objetivo de la maestra era que los niños se sintieran “más cómodos”, sin conocer mucho la realidad de las familias. A un niño se le ocurrió algo, pidió prestado a un amigo el par de zapatos, que le quedaban pequeños y estaba de todo, menos cómodo. ¿Estaba en igualdad con los demás?

Los niños de las familias más vulnerables a la miseria, viven en desventaja. En desventaja con su compañero de clase que tiene más posibilidades, en desventaja con los niños de los colegios privados, en desventaja para en el futuro competir por un trabajo. Desde los años de la primaria son perfilados para acceder a trabajos de baja calidad, repitiendo sin sentido una lección o escribiendo números sin razonar. Y, desde luego, no son los niños con posibilidades económicas los culpables, los niños son niños y se encuentran unos a otros en igualdad, en amistad cuando el ambiente lo permite. Tampoco estoy en búsqueda de un culpable, creo que desde donde estamos, especialmente si somos maestros, tenemos que pensar en el más frágil, tener cuidado de que nadie se sienta en desventaja y que todos podamos caminar al mismo ritmo. ¡Sería este un mundo donde todos encontraran su lugar!

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