viernes, 29 de enero de 2010

FRACASO DE LA CUMBRE DE COPENHAGUE EXIGE RETORNAR AL MODELO ECONÓMICO COMUNITARIO

El fracaso de la conferencia de Copenhague (7 – 18/12/09) para frenar el cambio climático es un duro golpe a la humanidad.

La inscripción de más de 500 ONGs del mundo, la asistencia diaria de 10 mil activistas al Klimaforum (cumbre alternativa al encuentro oficial en el centro de convenciones Bella Center), la atención de gran parte de la humanidad al desarrollo del evento, demostró la expectativa universal.

Se pensó que los países ricos (industrializados) otorgarían un fondo mínimo de 200 mil millones de dólares, que permitiría mitigar la reducción de contaminantes y ayudara a las naciones pobres a adaptarse al cambio climático.

Se esperaba un acuerdo de parte de los países industrializados de recortar sus emisiones de bióxido de carbono menor de la mitad de lo que indica el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU: entre 20 y 40 % para 2020 en comparación con los niveles de 1990. Sin embargo, muchos países a través de sus voceros ofrecieron la misma cantidad de dinero ofrecida anteriormente para apoyar el desarrollo. En el 2000 el ofrecimiento se retomó dentro de los objetivos del Milenio de reducción de la pobreza en 2015 en 50 % que hizo la ONU. Algunos analistas al escuchar a los representantes de la UE que ofrecían 2 mil 400 millones de euros anuales, entre 2010 y 2012, en ayuda a los países del sur para controlar el calentamiento global, comentaron que lo que hicieron los “líderes” de la UE era volver a etiquetar una ayuda que ya habían prometido…

El Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo tenía la esperanza que las decisiones alcanzadas no tuviesen consecuencias únicamente sobre el control de los gases de efecto invernadero, sino que impactaran directamente sobre la suerte de las personas más afectadas por el cambio climático; incluso iba más allá, pedía una evaluación global de los objetivos de desarrollo del milenio de la ONU, orientados a reducir a la mitad la pobreza para el año 2015, realizada con la participación directa de los más pobres, donde la economía y el respeto del planeta tomen en cuenta la igual dignidad de cada pueblo y cada ser humano
Ninguna de las expectativas - en lo más mínimo- fue tomada en cuenta, concluyeron el fracaso de la cumbre con una declaración política y deseos para “seguir con más de lo mismo”

La globalización de la economía, fruto del dominio neoliberal, pretende hacernos concebir que el desarrollo tecnológico puesto al servicio del mercado es la salvación frente a todos los problemas que enfrenta la humanidad; desarrollando una cultura de producción y consumismo ilimitados que nos está devorando. Una muestra es que se está anteponiendo la producción industrial incontrolada frente al calentamiento ambiental, la destrucción de recursos naturales (bosques, ríos), la desocupación masiva de grandes proporciones de la población mundial condenándolos a la miseria, agudización de la desigualdad entre países ricos y pobres.
La arrogancia demostrada por los “líderes” de los países ricos en la cumbre de Copenhague, realizando acuerdos entre “bambalinas”, con reuniones secretas seleccionando participantes, nos impulsa –a los que queremos un mundo donde se pueda vivir sin contaminación, sin miseria ni exclusión y en paz- a unirnos y sentar las bases para desconectarnos del dominio neoliberal, que nos lleve a retomar una vida comunitaria, donde el bienestar de uno sea el de todos, donde la solidaridad sea el sustento de la sociedad, donde las transformaciones las realicemos en armonía y no por la fuerza.

Retornemos a una economía de subsistencia, de bienestar, donde la tecnología y la ciencia estén al servicio del hombre y no en beneficio de unos cuantos, donde la moral que es uno de los valores fundamentales, sea la piedra angular donde descanse la construcción de una nueva civilización, donde no excluyamos a nadie, aceptando las distintas formas de conocimiento dando un lugar al conocimiento de las personas atrapadas por la extrema pobreza, quienes por experiencia de vida tienen un conocimiento indispensable para el desarrollo de la sociedad.

Se debe tomar en cuenta la resistencia de comunidades campesinas en África, Asia, América Latina, que a pesar del dominio y saqueo de que fueron y son objeto, hoy siguen de pie, sustentando su reproducción y vigencia en una vida comunitaria, donde se realizan trabajos colectivos en provecho del conjunto de la comunidad, donde la reciprocidad (ayni - palabra quechua- está vigente en la región andina) es un valor fundamental en que se sustenta la organización social, política, económica, etc.

El llamado a unirnos por este ideal no es nuevo, existen ONGs, instituciones, organizaciones, personas, que desde hace años nos invitan a “nadar contra corriente”, a asumir el reto de construir otra civilización; es verdad que el reto será difícil, pero no imposible. Debemos concertar la unidad desde el lugar en que nos encontremos, alrededor de mujeres y hombres: niños, jóvenes, adultos, ancianos , dejando de lado concepciones políticas, religiosas, económicas, sociales, etc. aprendiendo a forjar la unidad dentro de lo diverso.

Que el fracaso de la cumbre de Copenhague no nos desanime, ha sido una oportunidad más para ver de “cuerpo entero” a los países industrializados, a quienes no les interesa destruir nuestro planeta con tal de seguir acumulando ganancias. Que el fracaso de la cumbre se convierta en el detonante para que con nuevos bríos iniciemos el camino de la desconexión de la economía neoliberal, rechazando el desmedido consumismo en que estamos inmersos.

México, D.F. Enero, 2010
Marco Aurelio Ugarte.
Antropólogo Social.

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