El
fracaso de la conferencia de Copenhague (7 – 18/12/09) para frenar el
cambio climático es un duro golpe a la humanidad.
La
inscripción de más de 500 ONGs del mundo, la asistencia diaria de 10
mil activistas al Klimaforum (cumbre alternativa al encuentro oficial
en el centro de convenciones Bella Center), la atención de gran parte de
la humanidad al desarrollo del evento, demostró la expectativa
universal.
Se pensó que los países ricos (industrializados) otorgarían un
fondo mínimo de 200 mil millones de dólares, que permitiría mitigar la
reducción de contaminantes y ayudara a las naciones pobres a adaptarse
al cambio climático.
Se esperaba un acuerdo de parte de los
países industrializados de recortar sus emisiones de bióxido de carbono
menor de la mitad de lo que indica el Panel Intergubernamental sobre
Cambio Climático de la ONU: entre 20 y 40 % para 2020 en comparación con
los niveles de 1990. Sin embargo, muchos países a través de sus voceros
ofrecieron la misma cantidad de dinero ofrecida anteriormente para
apoyar el desarrollo. En el 2000 el ofrecimiento se retomó dentro de los
objetivos del Milenio de reducción de la pobreza en 2015 en 50 % que
hizo la ONU. Algunos analistas al escuchar a los representantes de la UE
que ofrecían 2 mil 400 millones de euros anuales, entre 2010 y 2012, en
ayuda a los países del sur para controlar el calentamiento global,
comentaron que lo que hicieron los “líderes” de la UE era volver a
etiquetar una ayuda que ya habían prometido…
El
Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo tenía la esperanza que las
decisiones alcanzadas no tuviesen consecuencias únicamente sobre el
control de los gases de efecto invernadero, sino que impactaran
directamente sobre la suerte de las personas más afectadas por el cambio
climático; incluso iba más allá, pedía una evaluación global de los
objetivos de desarrollo del milenio de la ONU, orientados a reducir a la
mitad la pobreza para el año 2015, realizada con la participación
directa de los más pobres, donde la economía y el respeto del planeta
tomen en cuenta la igual dignidad de cada pueblo y cada ser humano
Ninguna de
las expectativas - en lo más mínimo- fue tomada en cuenta, concluyeron
el fracaso de la cumbre con una declaración política y deseos para
“seguir con más de lo mismo”
La globalización de la economía, fruto
del dominio neoliberal, pretende hacernos concebir que el desarrollo
tecnológico puesto al servicio del mercado es la salvación frente a
todos los problemas que enfrenta la humanidad; desarrollando una
cultura de producción y consumismo ilimitados que nos está devorando.
Una muestra es que se está anteponiendo la producción industrial
incontrolada frente al calentamiento ambiental, la destrucción de
recursos naturales (bosques, ríos), la desocupación masiva de grandes
proporciones de la población mundial condenándolos a la miseria,
agudización de la desigualdad entre países ricos y pobres.
La
arrogancia demostrada por los “líderes” de los países ricos en la cumbre
de Copenhague, realizando acuerdos entre “bambalinas”, con reuniones
secretas seleccionando participantes, nos impulsa –a los que queremos un
mundo donde se pueda vivir sin contaminación, sin miseria ni exclusión y
en paz- a unirnos y sentar las bases para desconectarnos del dominio
neoliberal, que nos lleve a retomar una vida comunitaria, donde el
bienestar de uno sea el de todos, donde la solidaridad sea el sustento
de la sociedad, donde las transformaciones las realicemos en armonía y
no por la fuerza.
Retornemos a una economía de
subsistencia, de bienestar, donde la tecnología y la ciencia estén al
servicio del hombre y no en beneficio de unos cuantos, donde la moral
que es uno de los valores fundamentales, sea la piedra angular donde
descanse la construcción de una nueva civilización, donde no excluyamos a
nadie, aceptando las distintas formas de conocimiento dando un lugar al
conocimiento de las personas atrapadas por la extrema pobreza, quienes
por experiencia de vida tienen un conocimiento indispensable para el
desarrollo de la sociedad.
Se debe tomar en cuenta la resistencia de
comunidades campesinas en África, Asia, América Latina, que a pesar del
dominio y saqueo de que fueron y son objeto, hoy siguen de pie,
sustentando su reproducción y vigencia en una vida comunitaria, donde se
realizan trabajos colectivos en provecho del conjunto de la comunidad,
donde la reciprocidad (ayni - palabra quechua- está vigente en la región
andina) es un valor fundamental en que se sustenta la organización
social, política, económica, etc.
El llamado a unirnos por este
ideal no es nuevo, existen ONGs, instituciones, organizaciones,
personas, que desde hace años nos invitan a “nadar contra corriente”, a
asumir el reto de construir otra civilización; es verdad que el reto
será difícil, pero no imposible. Debemos concertar la unidad desde el
lugar en que nos encontremos, alrededor de mujeres y hombres: niños,
jóvenes, adultos, ancianos , dejando de lado concepciones políticas,
religiosas, económicas, sociales, etc. aprendiendo a forjar la unidad
dentro de lo diverso.
Que el fracaso de la cumbre de
Copenhague no nos desanime, ha sido una oportunidad más para ver de
“cuerpo entero” a los países industrializados, a quienes no les
interesa destruir nuestro planeta con tal de seguir acumulando
ganancias. Que el fracaso de la cumbre se convierta en el detonante para
que con nuevos bríos iniciemos el camino de la desconexión de la
economía neoliberal, rechazando el desmedido consumismo en que estamos
inmersos.
México, D.F. Enero, 2010
Marco
Aurelio Ugarte.
Antropólogo Social.
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