Eduardo Simas
desde Brasil
Subiendo
la avenida central, calle principal del “morro do Alemão” (en la
zona norte de Río de Janeiro) vemos por supuesto los impactos de las
obras del PAC (Programa de Aceleración del Crecimiento). Por todo
el costado izquierdo hay desechos, sobras de casas mezcladas con la
basura. Agujeros por donde sale agua sucia y fétida. Los coches de
la policía suben y bajan las laderas con las puntas de los fusiles
por la ventana. ¡Pero han
dicho que ya no habían armas en las calles!
Más
arriba una escena tristemente curiosa, se llevaron la casa y dejaron
las gradas. 8, 9 gradas y dónde antes llegabas a la puerta, ahora es
un salto en el vacío, o mejor, llega sobre los destrozos de la misma
casa y de las vecinas. Siento que todavía se puede escuchar voces de
niños que llegan de la escuela, de vecinos en la ventana o en sus
sillas en la calle... Pero algo me trae a la realidad: miro hacia
arriba y veo los cables y los coches del teleférico. Grandioso,
lindo, digno de los alpes franceses de dónde viene la tecnología.
Algunos
momentos de duda... no, no es un sueño y tampoco estoy atrapado en
una novela surrealista. Los cochecitos rojos como el anuncio de
helados, están realmente ahí, con unos cuantos turistas que sacan
fotos. Abajo, los que siguen viviendo ahí, tienen que convivir
con la basura, con la falta de agua, con el alcantarillado abierto...
y con la memoria de los que se han ido, de cómo era su barrio.
Como
decía una amiga: “se siente que han destruido las casas pero
hay una vida que sigue. Se ve la tristeza en el lugar, en el fondo de
las miradas”. No se parece nada con lo que vemos en la
telenovela!
Alguién
podría pensar que están en pleno proceso de construcción, que
luego van a limpiar todo y listo. Pero hace más de dos años que
la obra se ha terminado. El teleférico ha sido inaugurado en
junio de 2011, con la presidenta, el gobernador, el acalde... Lo que
vemos en la calle son las sobras del teleférico. Obras de verdad
sólo se han hecho en las estaciones.
Llego
a la conclusión de que realmente hay dos países distintos: un país
grande, una potencia, el país del mundial y de los juegos olímpicos.
Un país donde todo se hace en grande: Hidroeléctricas, petrolíferas,
empresas mineras, estadios, programas sociales, teleféricos, en todo
se gastan millones de reales, millones de empleos generados, millones
de personas atendidas.
Todo
se justifica por lo “grandioso” que es. ¿Y qué son algunas
familias que han perdido sus casas por estar demasiado cerca de un
nuevo estadio? ¿Qué son algunos pueblos indígenas frente a la
necesidad energética de un país? ¿De qué reclaman unos cuantos
favelados que ahora tienen un teleférico y están en la tele? ¿Qué
quieren los miserables que ahora reciben la Bolsa Familia y pueden
ingresar en el mundo del consumo?
¿Derechos?
Pero eso es tan pequeño... no se gastan millones y no sale en la
televisión.
“A
veces vemos cosas tan grandes que hacen tan poco, y cosas así
chiquitas de las que nadie habla y que ayuda un montón”
Así nos ha contado una amiga,que tiene una vida muy difícil ella
misma, cuando ha encontrado a las compañeras y compañeros de
Alemão que luchan diariamente para mejorar sus vidas y la de sus
vecinos.
Todo
pequeño. Experiencia en permacultura para el alcantarillado y la
producción de alimentos, experiencias de diálogo y participación,
la persistencia en defender la naturaleza en un ambiente tan
degradado, y muchas otras pequeñas cosas... de donde salen pequeñas
risas de amistad, pequeñas miradas de esperanza, tan pequeñas que
pasan bajo los cables del teleférico contagiando a unos y a los
otros.
Cuando
miro a lo grande me viene el desespero, el desánimo y creo que todo
está perdido. Pero cuando veo a lo pequeño... Ah!!! mí corazón se
llena de esperanza y de valor y ya no hay espacio para dudas.
Si
alguna vez pasas por el Complejo do Alemão no te olvides detenerte y
buscar al pequeño.
La
semana pasada el billete del teleférico ha subido de precio de 1
real a 5 reales, la justificativa: “no son los vecinos que lo
utilizan sino los turistas”. Turistas que miran desde arriba lo
grandioso que es el complejo, suben otra vez en los coches y se van.
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