Alberto Ugarte Delgado
Lima – Perú
Desde mi experiencia como
voluntario de ATD Cuarto Mundo, quisiera en esta ocasión centrarme
en aquellos niños y niñas que a causa de la pobreza viven
privaciones y situaciones intolerables para todo ser humano; niños y
niñas que esperan de nuestro amor, de nuestro coraje y de nuestra
creatividad para hacer posible una sociedad que los tome en cuenta y
haga de ellos su prioridad.
En todos estos años
nunca dejó de sorprenderme el coraje y la creatividad de los niños
que encuentro en los barrios que visito, en medio de grandes
carencias y adversidades nos reciben siempre con una sonrisa y una
luz de curiosidad en sus ojos. Cuando llegamos a sus barrios con los
libros y las actividades de la Biblioteca de Calle, es también
increíble descubrir su sed de aprender y su necesidad de afecto y de
atención.
Me impresiona asimismo la
fuerza de muchos de estos padres de familia, quienes día a día
luchan para mantener a su familia y sacar adelante a sus hijos, a
veces con la única esperanza, tal como me lo decía un papá de “que
la miseria se acabe en nosotros y ya no en nuestros hijos”. Al
escribir estas líneas pienso en estas familias y me vienen a la
memoria el recuerdo de dos mamás, una en Cusco y otra aquí en Lima,
quienes me hablaban de su impotencia al no poder apoyar a sus hijos
en el aprendizaje escolar por ser analfabetas ellas mismas. Pienso en
esta otra mamá que me compartía su pena por tener que dejar a sus
hijos encerrados para ir a trabajar: “Yo
tengo que salir de mi casa para ir a lavar ropa ajena y muchas veces
tengo que dejar a mis niños encerrados en mi casa. Mis vecinos me
dicen ‘pero ¿por qué tú dejas así a tus niños? ¿por qué los
tienes que abandonar así?, ¿por qué los descuidas?’ Y no es
porque uno quiera descuidarlos, es por la necesidad de trabajar”.
Estos niños de los
cuales hablo, hacen parte de una sociedad con altos índices de
desigualdad, en la que a la distancia de pocas cuadras encontramos
realidades extremas de pobreza y riqueza.
Algo que debiera ser
preocupación de todos, es que el crecimiento económico de los
últimos años no está teniendo un impacto significativo en la
reducción de la pobreza, mas al contrario, pues con el incremento de
las inequidades la pobreza misma parece acrecentarse y en este
contexto es importante ver las cifras relativas al impacto de la
pobreza en los niños.
Algunas cifras nos
permiten graficar este dramático panorama:
La desnutrición Crónica
en el país según la OMS es de 42.4% habiéndose dado, sin
embargo, una reducción de 11% con respecto al año 2002. El
infobarómetro de la primera infancia mostraba el año pasado que
los niños con desnutrición crónica infantil suman alrededor de
500,000 a nivel nacional, lo que representa el 15% del total de la
población infantil peruana.
Según indicadores de la
Mesa de Concertación y Lucha contra la Pobreza, que recoge los
indicadores de resultados de los Programas Estratégicos al 2011 en
el marco del Programa Juntos, la anemia entre niños de 6 a 36 meses
llega al 51.4% y el indicador de talla correspondiente para la edad,
muestra que de cada 100 niños y niñas, 37 tienen retraso en su
ritmo de crecimiento.
Al nivel de la educación
los últimos años se ha dado una fuerte inversión en
infraestructura y se ha reducido considerablemente los índices de
niños y niñas que no eran matriculados a la escuela, así como los
índices de deserción escolar; sin embargo, aún es deficiente la
calidad de la educación pública, lo cual genera enormes diferencias
al nivel del aprendizaje entre los niños y niñas de las áreas
urbanas y los de las áreas rurales, así como entre niños y niñas
de familias pobres y en extrema pobreza y otros no pobres que pueden
optar por la educación privada. Asimismo y sin ir muy lejos, sólo
aquí en Lima provincia 30.3% de niños y niñas de entre 3 y 6 años
respectivamente no asisten a servicios de educación inicial.
Estas cifras nos dan un
panorama del estado de una parte considerable de la infancia en
nuestro país y nos muestran el enorme reto que tenemos para
responder a las necesidades y brindar las oportunidades que todo
niño necesita para el desarrollo pleno de sus capacidades.
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