Por:
Mariana Guerra, Brasil
Esta
mañana me desperté con esta frase en los parlantes de la ciudad
donde vivimos: “Buenos días! Que lindo día esta haciendo esta
mañana”. Inmediatamente al escuchar estas palabras, salí afuera a
ver el día. Un sentimiento de paz y armonía me invadió. Pensé en
todas las personas que se despertaron de la misma manera este
domingo.
Desde
que nos hemos instalado en el campo, notamos que el ritmo de vida es
otro. Al inicio me parecía demasiado lento. Todo era lento! salir
para dejar los niños en la escuela (que está a 5 minutos de la
casa) tardaba una hora. Todos están en la calle esperando el rayo de
sol y hablando con las personas que pasan. Las personas tienen tiempo
para hablarse, para conocerse, visitarse o para preparar un poco más
de comida pensando en los vecinos... Qué mundo es ese? Parecía que
vivían en otro mundo, en otro tiempo, con otros valores.
Un
amigo vino de la ciudad a visitarnos y pedí que me acompañase al
carpintero, pues tenía que hablar sobre un mueble. Lo que era 1
minutito para entregar las medidas, se volvió una hora y media de
charla. Mi amigo se fue solito a la casa a los 40 minutos, pues ya
estaba impaciente. El señor me dijo que haría el mueble en una
semana. Bueno, 9 meses después llegó el mueble y más: hasta ahora
ni sé cuánto costó! Entregó el mueble en la casa y me dijo, hace
10 días, que después hablábamos sobre el precio. Él no tiene
prisa.
En
todo este proceso de 9 meses, lo mismo que un embarazo, pasé por
muchas etapas: impaciencia, ganas de hacer por mi cuenta una parte,
rabia, desesperanza, hasta que por fin, cuando ya no esperaba que lo
haría, estaba listo. Detrás del tiempo de este señor, había un
inmenso conocimiento sobre la madera, el corte, la calidad, el tiempo
para secar la madera, el diseño del mueble... lo ha hecho con tanta
sabiduría, cuidado y cariño que me ha hecho pensar en todo lo que
hay detrás de la otra persona y que ni podemos imaginar que existe.
Nunca había pensado que había tanta ciencia en la carpintería!
Pero,
de qué vale todo este saber en los días de hoy? Qué hacer de este
conocimiento en un mundo donde la producción y el consumo está todo
basado en poder entrar en una tienda y comprar el mismo modelo que
has visto en la televisión? Donde las empresas están interesadas en
producir cosas de mala calidad, para que se malogren rápido y uno
tenga que volver a comprar? Por qué esperar 9 meses para tener un
armario si hubiera podido entrar en una tienda y tenerlo al mismo
momento y pagar en 9 meses?
Ando
pensando mucho en los mecanismos de producción y consumo que nos son
impuestos en los días de hoy. Nuestra sociedad está marcada por el
consumo y todo gira al rededor de eso. Si miramos la cadena de
producción y consumo, solo somos capaces de ver una pequeña parte
del proceso y nos damos cuenta que el precio que pagamos en una
mercancía no siempre paga la materia prima. Entonces, quienes pagan
por el resto? Las personas que han sido desplazadas en la extracción
de la materia prima? Los trabajadores ilegales (o esclavos) de la
industrialización? Los que no pueden pagar por algo y entran en
deudas para poder sentirse parte de la sociedad consumista? Quiénes?
Sin
embargo todos ellos han pagado algo para que un producto de mala
calidad llegue a precio bajo en nuestras manos. Si pensamos en el
proceso, vemos que los gobiernos están más a servicio de empresas
que de las personas y todos sabemos el porqué de eso. Todo eso no es
sostenible, explota! Y quienes son los primeros a sentir esta
explosión? Los mismos que ya han pagado con sus vidas.
Pienso
que valorar la producción local es mucho más que cuestión
económica. Es recrear una manera de hacer sociedad. Es valorar las
relaciones y los saberes de las personas. Es luchar por un mundo con
menos desigualdad, basado en el respeto a las personas y a la vida.
En cuanto al ritmo de vida, el campo nos enseña: caminemos más
lento, pero conociendo a las personas que nos cruzamos y el camino
por donde vamos.
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