La Paz - Bolivia
En el cotidiano encontramos muchos sectores poblacionales que se
encuentran en situación de vulnerabilidad cuando se trata de
respetar los derechos humanos. Por supuesto que uno de ellos es el de
las mujeres. La realidad nos muestra que este
sector, hablamos de todo tipo de mujeres, ve sus derechos violentados
y su dignidad reducida a meras normas legales que en la realidad no
se cumplen por falta de mecanismos de control de los mismos. Pero
existe un grupo doblemente vulnerable: las mujeres que sufren estas
situaciones de violencia y que además les toca vivir en un contexto
de pobreza o pobreza extrema.
Solo
para dar algunos datos, en los últimos 5 años se han reportado
alrededor de medio millón de denuncias de violencia contra la mujer
y familiar, es decir 100.000 denuncias por año, a pesar que en
nuestra Constitución Política del Estado, en su artículo 15
reconoce que: “Todas las personas, en particular las mujeres,
tienen derecho a no sufrir violencia física, sexual o psicológica,
tanto en la familia como en la sociedad y que el Estado adoptará
medidas necesarias para prevenir, eliminar y sancionar la violencia
de género y generacional”. A
pesar de ello, solo en diez meses del año 2012 hubieron 97
feminicidios.
Hace
aproximadamente una semana, una periodista de un medio local
boliviano fue brutalmente asesinada a manos de su cónyugue con una
cantidad de puñaladas que excedía la decena. Este hecho rebasó la
tolerancia, hasta cierto punto, de la sociedad civil, especialmente
de activistas de lucha por los derechos de la mujer. Esto llevó al
poder legislativo a aprobar el Proyecto denominado “Ley Integral
para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia”, que
entre otras cosas propone a los victimarios hasta 30 años de cárcel
por feminicidio, pero también particularidades como solo
algún monto de multa para aquellos que no
reinciden en algún de los 18
delitos tipificados como violencia contra la mujer, o la creación de
“casas de acogida” para que las víctimas de violencia puedan
pasar ahí un tiempo lejos de sus agresores.
Por
otra parte, hace más de medio año, una
madre de familia fue degollada en su domicilio a manos de su celoso
esposo ante la mirada aterrorizada de su hijo que no excede los 6
meses de edad. Lastimosamente esta mujer, como varias miles de otras,
no tuvieron la suerte de ser ciudadanas tan conocidas como la
periodista que conmovió a todo un país; estas mujeres
que son consideradas apenas como sub-ciudadanas, no se atreven a
denunciar ningún tipo de maltrato físico o psicológico que
sufren dentro o fuera de sus hogares y no porque no tengan valor de
hacerlo, sino porque en muchos casos ellas asumen que ese es el orden
natural de las cosas o al menos es lo que dejaron de herencia sus
padres y abuelos: “Si te pega tu marido tienes que aguantar, él
tiene derecho”.
Sin
embargo hay otro grupo de mujeres que viviendo en situación de
exclusión se dan cuenta que estas situaciones no son normales, pero
que lastimosamente cuando se arman de
valor para hacer frente a estas situaciones de violencia no son
escuchadas ¿Por qué? Porque no cuentan con mecanismos de verdadera
protección ante sus reclamos, porque quienes normalmente tienen el
poder de recibir sus denuncias son hombres insensibles a estas
situaciones o, muy comúnmente entre la gente pobre, porque no tienen
los medios suficientes para entrar en un campo de batalla dominada
por aquellos que pueden pagar su protección y su misma dignidad.
No se
trata de penalizar y culpabilizar a quienes tal vez sufrieron algún
tipo de exclusión como normalmente ocurre en poblaciones de pobreza.
Tal vez la solución no sea crear un abanico de leyes y normas
penalizadoras que apacigüen una furibunda muchedumbre clamando
justicia. Tal vez podemos prevenir un comportamiento de violencia
dándonos la tarea de conocer al varón,
de escucharlo.
Emma
Poma, mujer de escasos recursos y militante de ATD Cuarto Mundo,
durante una intervención en el Seminario sobre los ODM1,
dijo: “Si el hombre aprendiera a expresar sus sentimientos, no se
iría al alcohol o a la violencia contra su familia, pero desde
pequeño se le enseñó al varón a no llorar, a no expresar sus
sentimientos”.
Esta es
una propuesta tan simple y tan concreta que casi
ninguna autoridad, estudiosos ni profesionales sobre el tema de
pobreza se han detenido a pensar ¿Podría ser esa la respuesta a
esta doble vulnerabilidad?
1 Primer
Seminario de Evaluación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio
en América Latina y El Caribe, organizado por el Movimiento ATD
Cuarto Mundo en Bolivia en diciembre 2012.
Excelente artículo Diego, los datos y las situaciones descritas son muy preocupantes; sin embargo debemos recordar que en nuestro país Bolivia la mayoría de mujeres que sufren violencia física o sexual no llegar a realizar la denuncia precisamente por la inoperancia de la policía, por lo cual se puede deducir que están cifras en la vida real son mucho más altas.
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