En algunas oportunidades me he preguntado cuál debería
ser la mejor actitud o acción de rechazo a la miseria.
¿Es salir a la calle con una consigna gritando nuestro
rechazo a las injusticias, las desigualdades que vivimos a diario?
¿Es compartir nuestro compromiso en los espacios de trabajo, de estudio, de
relaciones sociales, para cambiar la mirada de la sociedad y buscar un mundo
diferente y justo para todos?
¿Es buscar espacios de diálogo, de incidencia, de
concientización?
¿Es ver y tratar al que está a mi lado, lo conozca o no;
de la misma forma que trato a los demás?
Puede que sea éstas y otras cosas más. Lo mejor es que
cada día haya más personas que entiendan el verdadero significado de este
rechazo y se unan al desafío por hacer cambiar las cosas.
Es cierto que muchas veces indigna la insensibilidad de
algunos. Esa mirada fría ante situaciones injustas que cada día son parte de
nuestra cotidianidad. Pero ¿cómo hacer cambiar esa mirada?
El Palacio Nacional de la Cultura en la ciudad de
Guatemala, es un espacio dedicado a diversas actividades artísticas. Un espacio
para y de los guatemaltecos. Pero también, a veces puede ser un espacio de
gestos de indiferencia, de desigualdades, de humillación.
Me llamó la atención que precisamente este día, el DÍA
INTERNACIONAL DE RECHAZO A LA MISERIA, un día en el que buscamos el
reconocimiento de las familias y la sensibilización de la sociedad para con los
que sufren la miseria, nos encontremos con actitudes que desvalorizan al ser humano como tal. Y es
que estamos acostumbrados a medir el valor de una persona por cómo se viste o por lo que tiene, que ignoramos lo precioso, lo fundamental, lo
humano; lo que hay dentro de cada uno.
Indigna ver este tipo de experiencias, que ponen a unos
y otros en fragilidad por su condición de pobres. Esto lo vivimos el 17 de
octubre, cuando nuevamente fue cuestionada la entrada de los jóvenes que viven y/o
trabajan en la calle, a este espacio de los guatemaltecos. Un grupo de jóvenes
que son parte del Movimiento Cuarto Mundo se quedaron por un largo lapso de
tiempo en la entrada del edificio, en espera que alguien “se hiciera
responsable de su estancia en el interior”. Para nuestra alegría, al final hubo
alguien que tomó la decisión de “responsabilizarse” de algunos ciudadanos
guatemaltecos, como cualquier otro, que únicamente querían participar
dignamente de una actividad en la que eran los invitados especiales.
Este es un ejemplo más, de los muchos que podemos presenciar
día a día, en el que la dignidad de una persona puede ser ignorada por otro. Es
por esto que ante tal realidad es necesario poner en evidencia nuestro total desacuerdo
con la existencia de la miseria y los gestos de humillación que se vive cuando
se es pobre.
Elda García
Escuintla – Guatemala
No hay comentarios:
Publicar un comentario