Max Araujo
Casi todos los países de América Latina tenemos muchas cosas en común, entre ellas el uso del idioma español y un pasado de quinientos años y fracción muy parecido, pero también, lamentablemente, cuestiones negativas como el racismo, la exclusión, las desigualdades y la extrema pobreza. Es por ello que me alegran las noticias que dicen que en los últimos años Bolivia y Ecuador han reducido de manera significativa sus índices de extrema pobreza. Estos dos países, al igual que Guatemala, tienen un porcentaje alto de su población compuesta por personas indígenas y su mestizaje es similar.
Sin
embargo las noticias que nos llegan también nos indican que los
presidentes de esas dos naciones, Evo Morales y Rafael Correa, son
muy cuestionados, no solo por las formas de dirigir sus gobiernos
sino también porque basan parte del éxito económico y de sus
programas sociales en industrias extractivistas de recursos naturales
y de mineras a cielo abierto, sin atender los derechos de los pueblos
indígenas en cuanto la tenencia de su tierra y el respeto a la
naturaleza. Las noticias nos dicen además que parte de la oposición
que tienen se relaciona con que han afectado los intereses de
quienes han detentado tradicionalmente los poderes sociales,
económicos y políticos, y que son estos los que han difundido lo
negativo. Tuve el privilegio de asistir a una conferencia que en
Guatemala recientemente dio Correa y confieso que me causó buen
impresión, no solo porque enumeró los logros de su gobierno sino
también por la lucidez con la que abordó los problemas de la
región.
En lo
personal creo que si lo que se dice del éxito que se ha tenido en
Bolivia y en Ecuador es cierto, en cuanto al combate a la extrema
pobreza y en otros aspectos sociales y económicos, entonces
Latinoamérica ya encontró el camino correcto para salir de sus
atrasos y de sus males ancestrales y hago votos para que mas
temprano que tarde Guatemala se suba a ese tren del progreso,
siguiendo el ejemplo de esos dos países hermanos, pero tomando en
cuenta el respeto al ambiente y los derechos de los pueblos
indígenas.
Pero si las noticias que nos llegan de Bolivia y Ecuador
no son ciertas espero entonces que estos dos países y los otros de
América latina sigan en la búsqueda del camino correcto para
reconstruir esta región para bien de todos sus habitantes, en paz y
con justicia social, lo que debe suceder antes de la mitad del siglo
21. Ya no podemos esperar otros quinientos años, como los que han
pasado cuando fuimos conquistados y colonizados por Europa.
La justicia
debe llegar.